La Cuco n°4 - ESPECIAL VERANO

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/piquete, cacerola, la lucha es una sola se vivía, tomó de los hechos algunas voces y discursos que no era posible seguir ignorando. A simple vista, esto puede entenderse como un signo positivo, siempre que los discursos se traduzcan en acciones coincidentes con los mismos.

La construcción de gobernabilidad llevada adelante tiene diferentes componentes, que se entremezclan pero no siempre son concordantes. A nivel de las políticas que se desarrollaron en la última década, si nos centramos en lo que dicen los papeles el avance es maravilloso, lo que hace ruido es precisamente su implementación. alguna manera aquellxs que contaban con alguna experiencia previa de participación política iban a cumplir un importante rol.

En ese clima de cuestionamientos a lo establecido, de movilización masiva en pos de una transformación de los modos conocidos de organización social, cualquiera pensaría que la izquierda ya organizada cumpliría un papel fundamental en el acompañamiento de los movimientos que se estaban gestando. Sin embargo hubo algo que la izquierda no vio, porque no supo o porque no quiso, y es que el pueblo estaba movilizado por el cansancio de lo establecido, de la estructura verticalista que suponía que con la participación electoral bastaba para que se sintieran representados, incluso cuando sus representantes sólo los hundían más y más. Lo que los partidos de izquierda no vieron es que la idea era romper con esas estructuras, y no reproducirlas pero bajo gestiones más progres. Se necesitaba una mirada más real de la situación que diera espacio y tiempo al desarrollo de los procesos, que son graduales y sólo pueden sobrevivir mientras perdure la sensación de pertenencia de quienes los llevan a cabo. Sería absurdo pensar que porque la población se movilizó masivamente alzándose contra un

gobierno, la conciencia colectiva y el deseo del socialismo estaban a flor de piel de todos esos sujetos. Peor aún suponer que estos movimientos iban a aceptar livianamente que se les diera clases de cómo seguir.

Ante la repetición de lo mismo, como ya nos tienen acostumbrados, algunos partidos sólo lograron desgastar y repeler de la participación política a quienes estaban incipientemente organizados. En cuanto al devenir de la situación gubernamental argentina luego de 2001, es necesario hacer foco en el desarrollo de un movimiento que para ese entonces no tenía ni por asomo la perspectiva de la dimensión que tomaría en la década posterior. Hablo del Kirchnerismo, conformado mayoritariamente por lo que otrora fuera parte del PJ (sí, el mismo PJ que llevó a Menem a la Casa Rosada en el 90), en alianza con partidos denominados progresistas o de centroizquierda y hasta algunas disidencias del radicalismo. Para tener una comprensión más completa de las situaciones es necesario leerlas en dos líneas paralelamente. Por un lado desde los discursos: qué se dice, cómo se lo dice. Y por otro los hechos concretos: qué se hace y cómo. El kirchnerismo supo hacer una excelente lectura del momento que

A modo de ejemplo se puede tomar el programa Argentina Trabaja, que promueve la conformación de cooperativas barriales abocadas al área de servicios para la comunidad. Si bien formalmente se habla de cooperativas de trabajo, su desarrollo varía según quién sea el referente político, otrora puntero, encargado de “bajar” el programa al barrio. Los mecanismos de toma de decisiones y los roles que se ocupan en el interior de las cooperativas, distan mucho de lo que este tipo de organización implica. Lo mismo ocurre con la movilización y organización popular en general. La alegría de ver a la juventud interesada por la política se vuelve preocupación cuando se traduce en obsecuencia a la bajada de línea del referente del partido o movimiento. Y esto vale tanto para La Cámpora como para muchos partidos de lo que conocemos como “izquierda tradicional”.

Está claro que se hicieron frecuentes conceptos e ideas que diez años atrás no tenían modo de entrar en una conversación de sobremesa familiar, sobre todo en el marco de los Derechos Humanos. Lo que no es tan visible es que las prácticas concuerden con los discursos a la hora de su desarrollo cotidiano. Sería injusto no reconocer que muchos movimientos sociales se


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