CONSTRUCCIÓN DE LA PROPIA IMAGEN

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por complacer a tus padres, tu lucha por complacer a los demás. Porque ahora, yo soy tu amiga, y soy la única a la que debes complacer. Tengo un punto débil. Pero no debemos decírselo a nadie. Si tú decides luchar, contarle a alguien cómo te hago vivir, el infierno se liberará. Nadie debe enterarse, nadie debe romper esta máscara tas la cual te he escondido. Yo te he creado, esta niña perfecta, delgada, cumplidora. Tu eres mía y sólo mía. Sin mí, no eres nada. Así que no luches. Cuando otros hagan comentarios, ignóralos. Olvídate de ellos, olvídate de cualquiera que trate de llevarme. Yo soy tu más grande logro, y pretendo dejarlo así.

YO TUVE ANOREXIA Y BULIMIA Siempre fui gordita, pero no obesa, y no hubiera sido traumático si los niños no fueran tan crueles. Aunque no eran solo ellos, porque los adultos también a veces se equivocan diciéndote lo gordita que estás en comparación con tu hermana, que está más delgada. Pero no solo tus compañeros de clase, tu familia y las amigas de tu madre, sino también tu propio doctor, en mi caso la neumóloga. Mi neumóloga, una mujer bastante menuda, me decía todo el tiempo que tenía que hacer dieta, cuando sólo tenía 5 años. Creo que no se que odiaba más de ella, si su brusquedad para poner inyecciones o que me dijera que estaba gorda, muy gorda. Con el tiempo mi complejo creció y la palabra “gorda” dejó se ser un insulto para convertirse en una palabra cargada de odio, miedo, rabia y culpa, principalmente culpa. A esto se le sumó la enfermedad terminal de mi padre, por lo que, terminé asumiendo más responsabilidades de las que me tocaba, sólo siendo una niña. Crecí un poco más y a los 13 años estaba bastante acomplejada con mi cuerpo. Era como una carga que no se puede quitar y todo lo que uno quiere es hacerse más pequeño. Comía de todo, más de lo normal. Comencé a bajar peso haciendo ejercicio y comiendo de todo, pero en menor cantidad. De ser una chica sedentaria pasé a ser una superdeportista y empecé a restringir algunos alimentos y a mirar las calorías. Me fui volviendo estricta, al punto de hacer ejercicio a las 4 de la mañana y tomar 16 botellas de agua diarias. Mi madre comenzó a verme delgada y me llevó a un nutricionista que terminó diciéndonos que había adelgazado 10 kilos. Seguí con el ritmo fuerte de ejercicio hasta que tuve una lesión severa en la rodilla durante un entrenamiento de atletismo, precisamente por estar muy delgada y débil. La gente al principio no se da cuenta, ni siquiera uno mismo, de que hay algo que no está bien. Al principio yo lo negaba, pero después me di cuenta de que sí estaba enferma, sin embargo, me gustaba estarlo, y pensé que podría vivir ese ritmo toda la vida.


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