Crónicas 36

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LA MONEDA EN LA ÉPOCA DE

LA CELESTINA C

omenzaré diciendo que este articulo fue escrito por un buen amigo, Antonio Orol Pernas, hace más de treinta años; él me lo dio, y yo lo trascribo, con algunas aclaraciones sobre el valor facial y valor numismático de esas monedas en estos momentos. Fernando de Rojas dejó en "La Celestina" una fuente inagotable de estudio, no solo en el campo literario, si no en otros muchos, como en esta ocasión en que se me brinda la oportunidad de analizar las monedas citadas en su obra. Estimo que las conclusiones que se pueden sacar de estas letras sirvan para justificar, si es justificable, y mejor entenderlas reacciones de los personajes de esta tragicomedia. El 13 de Junio de 1497 se publica en Medina del Campo la más importante pragmática de los Reyes Católicos en cuestiones monetarias. Este es el eslabón entre la edad media y moderna dentro de la numismática La primera edición de la "Celestina" es de 1499 (Burgos), esto nos lleva a afirmar, que las monedas que aparecen en esta obra son de características medievales, teniendo en cuenta que desde la publicación de la pragmática en 1497 hasta su puesta en práctica pasaría un largo período. En él se escribió "La Celestina" que tiene que ser lógicamente en ese año 1499. Examinando las monedas de la obra de Fernando de Rojas confirman lo dicho y puede asegurarse que corresponden al reinado de Enrique lV (1454-1474) que siguieron utilizándose en los primeros años de los Reyes Católicos. Siguiendo el orden de la obra estas monedas son: PRIMER ACTO: Celestina recibe las 100 famosas monedas de Calixto, que encontraremos en actos sucesivos. Dentro de este primer acto Sempronio contestando a una pregunta de Pármeno nos aclara que son 100 monedas de oro. SEGUNDO ACTO: Calisto nos recuerda las 100 monedas: "Hermanos míos; cien monedas di a la madre ¿Hice bien?", y más adelante dice refiriéndose a Celestina: "Más quiero dar a esta cien monedas que a otra cinco." Aquí Calixto parece indicar que el precio habitual para este tipo de servicios es de cinco monedas. Esto refleja la esplendidez de Calixto que luego veremos. TERCER ACTO: Dice Celestina a Sempronio recordando a -30-

crónicas

Por Ángel Arribas Garrido

la madre de Pármeno: "Nunca blanca gané en que no tuviese su mitad". Esta moneda de vellón (aleación de plata y cobre) circuló en varios reinados anteriores y posteriores al tratado. Tiene su origen en "Los Blancos del Agnus Dei" que labró Juan l de Castilla, para atender los gastos de la guerra contra Juan de Gante, duque de Lancaster pretendiente a la corona de Castilla. Su aspecto blanquecino y el cordero que aparece en el grabado dieron origen a su nombre, que en reinados posteriores se trasformaría en "blancas". Su constante depreciación, origino la frase que escuchamos con frecuencia, cuando queremos indicar que nuestra economía está debilitada: "No tengo ni blanca". En este tercer acto, Celestina nos aclara, qué monedas le entregó Calisto: "por aquellas doblas de Calisto". El nombre de dobla procede de una moneda de oro almohade que los cristianos denominaron así por ser el doble de otra llamada dinar. La primera acuñación de doblas cristianas corresponde a Fernando lll el Santo (1217-1252), siendo Enrique lV quien las labra por última vez. En el reinado de Enrique lV se acuñaba la dobla de 19 quilates; entran 50 en un marco y su peso es de 4,60 grs. La dobla de la banda la acuñó por última vez Juan ll (1406-1474), diferenciándose de las anteriores, además de su aspecto exterior (escudo de la banda) por la rebaja que sufrió su ley de las almohades, esto es: 23,75 quilates, 50 en marco y un peso de 4,60 grs (cifras aproximadas). Entre las doblas que recibió Celestina podía haber también del cuño de Juan ll, ya que circulaban juntamente con las de Enrique lV, ambas con el mismo valor. Para valorar la importancia de las doblas recibidas por Celestina debe hacerse averiguando el poder adquisitivo de las mismas; esto aparentemente fácil, encuentra los impedimentos de tipo económico y monetario propios de la Edad Media. En el Medievo el poder adquisitivo de una moneda sufría continuas modificaciones no sólo en el tiempo sino incluso en el lugar. En el reinado de Enrique lV, estas dificultades se ven incrementadas, ya que el caos económico llegó a unos extremos nunca alcanzados hasta la fecha.


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