Mi dulce destrucción isabelle bellmer

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Seguimos enfrascados en nuestra conversación hasta que Elliot comenzó a tirar del brazo de Melissa para ir a bailar. — ¿Quieres bailar, Julien? —preguntó Dara, que por cierto, me hacía acordar mucho a mi amiga Ginger. Se notaba que eran buenos amigos. Julien sacudió la cabeza. — ¡Oh, vamos! No seas un mal amigo —insistió ella golpeando su hombro. —Tal vez después. Dara hizo pucheros. Ryder ni siquiera alzó la cabeza. Estaba abstraído mirando su vaso como si nada estuviera pasando a su alrededor. — ¿Quieres que vaya contigo? —le pregunté a Dara y ella sonrió—. Está un poco aburrido aquí. — ¡Sí! —exclamó ella y se acercó a mi oído—. Estos son un par de aburridos, no sé cómo puedes salir con él. Sin ofender. Abrí los ojos. —No, yo no… —intenté decir. — ¿De verdad? Creí que sí, lo siento. Le sonreí. —No te preocupes. Y salimos a bailar. Estuvimos bailando un poco apretujadas entre la gente y junto a Melissa y Elliot por una buena cantidad de tiempo. Debo decir que a pesar de haber pensado que iba a ser una noche horrible, me divertí mucho. Melissa levantaba los brazos al ritmo de la música mientras Elliot le rodeaba la cintura con sus brazos. Luego la giró quedando con la espalda de mi amiga pegada a su pecho. Melissa daba grandes carcajadas, lo que demostraba claramente que las rondas de cerveza y posteriormente tequila, le habían surgido efecto. — ¡Esto está genial! —gritó Elliot y comenzó a cantar el estribillo de Don`t stop de music, de Rihanna—. ¡Por favor no paren la música! Seguimos bailando hasta que la música se detuvo de repente y el anfitrión habló a través del micrófono. Melissa tiró de mí y de Dara para llevarnos fuera de la pista de baile mientras Elliot nos seguía. — ¿Qué ha sucedido? —pregunté. —Faltan diez minutos para las doce —dijo Julien. — ¡Amigos, alcen sus copas y sígannos! La gente comenzó a ovacionar. Las luces se encendieron y todos comenzaron a subir por las dos escaleras dispuestas a los costados de las pistas. —Guau —dijo Dara—. Esto va a estar bueno si nos dejan ir a la terraza que está mortal.


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