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Hace cuatro años, con el boom del DIY (Do It Yourself) y todo lo artesano, el fanzine vivió una época dorada. Entonces, parecía que todo el mundo hacía zines, incluso marcas como H&M o Kenzo los usaban para presentar sus colecciones, lo cual puede parecer algo contradictorio. Tuvo mucho que ver con este fenómeno el hecho de que la exposición a la información en Internet fuera tan basta y extensa que, necesitados de un poco de aire fresco, nos lanzáramos de nuevo a la búsqueda del papel. Así empezaron a aparecer un sinfín de publicaciones vanguardistas e innovadoras que dieron algo de vidilla al sector. Si algo cambiaba respecto a los fanzines de hace medio siglo, era el hecho de que ahora solían especializarse en una temática, ya sea la fotografía, el cómic, el collage o el feminismo. Andrea Galaxina creó la micro editorial feminista y queer Bombas para Desayunar hace diez años y, desde entonces, ha podido ver la evolución del universo fanzine o, más bien, “la revolución”. Con Internet y las redes sociales “se ha ampliado el acceso a los fanzines, ya no solo a descubrirlos, sino a que se puedan vender e intercambiar de forma más sencilla y rápida”, explica. Antes, “si no estabas dentro de las escenas que tradicionalmente hacían fanzines era bastante complicado encontrarte con ellos”. Ahora, en cambio, hay ferias y librerías dedicadas a su difusión. El artista Bill Noir, curador de la editorial independiente francesa Mékanik Copulaire, hizo sus primeros fanzines con amigos en 2005 y descubrió que “había mucho intercambio y generosidad a través de este medio”. Según cree, el crecimiento de los últimos diez años se debe también al hecho de que “hay muchas ferias de libros dedicadas al fanzine en todas partes”. Ejemplos de ello son el Gutter Fest en Barcelona, el Tenderete en Valencia, Monstre en Ginebra, Ratata en Macerata o Eat my paper en Bruselas. “Es una gran comunidad llena de curiosidad y es realmente estimulante. A través de las ferias hay muchas conexiones e intercambios de conocimiento, asesoramiento y trueque”. En ellas, Bill Noir ha descubierto mucho sobre serigrafía, risografía y técnicas antiguas como la tipografía o el roneotipo (con esténciles de alcohol). Mékanik Copulaire ha lanzado desde 2010 más de 30 publicaciones enfocadas hacia el collage, la fotografía y el grafismo. Pero cuando le preguntamos a Bill con cuál de ellas se quedaría, responde tajante: “mi edición favorita siempre seguirá siendo la que aún no se ha realizado”. Señal de que todavía hay mucho por venir. Aun así, le gustan mucho las publicaciones Be Berlin (2013) y Ville Nue (2016), en las que recoge las fotografías pinhole que hizo durante paseos urbanos en Berlín y Vilna. A veces, puede dar la impresión de que crear tu fanzine es tarea fácil pero, muy al contrario, es un buen curro, además de una apuesta arriesgada, ya que nadie te asegura que vaya a venderse. Hablamos con Andrea Savall, autora de Girls From Today, que acaba de publicar su Fanzine 3, “una reflexión sobre el amor, el desamor, sobre cómo estás cuando te rompen el corazón y sobre todo cómo estás después”. Ella sabe de primera mano que hacer un fanzine es un proceso largo: “debes plantearte la idea, contactar con las chicas, explicarles bien todo cuando ni siquiera tú tienes claro lo que vas a hacer, organizar las sesiones, editar las fotos, maquetar el fanzine, enviarlo a imprenta...” ¡y que todo salga bien! De hecho, asegura que lleva desde mayo pensando en cómo hacer este número. “Surgió un día que estaba tristísima por un desamor y alguien me dijo que si era feminista no podía llorar por un hombre”, explica. En él encontraréis a las chicas de Cariño, a Mercedes Bellido, a María Herreros, A Gabi de MOW, a Sara Herranz y a muchas más, contando -cada una en un proceso diferente- sus experiencias con los corazones rotos. Girls
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From Today nació para documentar cómo pensamos las chicas de hoy en día. “Se habla mucho de nosotras, pero creo que es importante que dejemos constancia nosotras mismas de lo que pensamos”. El fanzine surgió de la necesidad de la autora de expresarse como fotógrafa, de hacer un proyecto que le ilusionase y con el que disfrutar. Y así es con la mayor parte de fanzines. Porque un fanzine nace de una necesidad. Entre sus características destaca que deben tener una tirada limitada y no basar su objetivo en un beneficio económico.. Al ser objetos autoeditados y no estar ligados a una línea editorial, la libertad en su creación es absoluta, sin filtros. “El fanzine es un medio en el que no dependes de nada, no estás sujeto a la opinión de una editorial o de la publicidad, y eso hace que tenga una frescura y una naturalidad que no se pueden permitir otros medios”, afirma Andrea. El francés Bill Noir se pregunta qué nos impide hacer cosas por nosotros mismos. “Comenzar solo o en grupo con tus propios medios también es una oportunidad para mostrar tu trabajo, para verlo evolucionar y tomar conciencia de ciertas realidades que son relevantes para la publicación y la distribución”, dice. Pero, con unas tiradas que difícilmente superan las 200/300 copias, “el fanzine también puede ser frágil económicamente y requiere mucha energía personal”, añade. Por su lado, los diseñadores valencianos Jaime Sebastián y Rubén Montesinos, creadores de la editorial independiente Handshake, creen que lo más difícil al editar es conseguir una buena exposición. “Ahora mismo, el mundo del diseño editorial rebosa de propuestas interesantes de muy alto nivel, y hacerse ver en este contexto y generar un público interesado en tu propuesta requiere constancia y esfuerzo, y explotar todas las vías posibles, desde ferias a internet”, explican. Su andadura con Handshake empezó en marzo de 2018 y, en menos de un año, han publicado cinco títulos, “parte porque somos unos culos inquietos y parte porque nos gusta mucho lo que hacemos”. Sus últimos lanzamientos son A Rainbow Full of Flowers, una exploración íntima a través del espectro de la belleza de la naturaleza con fotografías de Paula Codoner, que funcionan como un fotolibro y una colección de carteles; y We’ll Need Three Cabs for all These Guys, un fotozine sobre un skate trip a la Gran Manzana. Asiduos a las ferias de autoedición como Tenderete, fueron construyendo una visión global de lo que es esta comunidad hasta lanzar su propio proyecto; “lo interesante de la edición es que siempre hay propuestas nuevas para explorar”. Según ellos, “el papel no puede morir porque es parte de la experiencia romántica de la lectura. Nunca nada podrá imitar la textura, el olor, o la presencia de un libro, y mucho menos todo lo que puedes conseguir a través de él, desde lo que transmites con un packaging hasta la encuadernación. Lo digital nunca podrá estar a la altura de lo analógico en cuanto a la forma de contar”.
ELLOS RECOMIENDAN: ANDREA GALAXINA:
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BILL NOIR:
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ANDREA SAVALL:
•• Conxita Herrero •• Andrea Galaxina
HANDSHAKE:
•• Realmente Bravo •• Barespagnol de Pablo Casino •• Carne Press •• Felipe Bartolomé
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Aun así, Andrea Galaxina no cree que la existencia del fanzine sea algo necesario. “Ahí reside su gracia”, afirma, “en un mundo en el que parece que todo tiene que ser valioso, necesario y perdurar, la narrativa del fanzine es todo lo contrario, y ¡ahí es cuando la cosa hace el clic! Crear algo que es por sí mismo insignificante es, en una escala diminuta, cortocircuitar un poco el sistema”. Entendemos con esto que otra de las funciones de los zines es sorprender, romper esquemas, y que el autor haga uso de su libertad para crear algo único e irreverente. En este sentido, se convierte en un medio de difusión de arte, pero también de ideas; en un pequeño altavoz para aquellos que quieran escuchar.