SÁBADO 20 DE MAYO DE 2017
◗ GUSTAVO CASTILLO Enviado
CULIACÁN, SIN.
Periodistas sinaloenses reclamaron al titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), Ricardo Sánchez Pérez, y al fiscal general de Justicia de esa entidad, Juan José Ríos Estavillo, que no se haya integrado un grupo de trabajo al cual se le dé información del avance que llevan en las investigaciones del homicidio del periodista Javier Valdez. Durante un encuentro en la Fiscalía General de Justicia de Sinaloa, los funcionarios expusieron que para no entorpecer la pesquisa no darían a conocer detalles de las indagatorias iniciadas y rechazaron la posibilidad de difundir una versión pública de las carpetas de investigación. Señalaron que se están realizando peritajes y que han desahogado diversas diligencias. Pidieron a los periodistas sinaloenses que confíen en que se está efectuado una investigación a fondo. Sin embargo, no ofrecieron detalles ni siquiera de si ya encontraron huellas de los responsables del asesinato de Valdez en el automóvil del periodista, luego de que éstos se lo llevaran y lo abandonaran a unas calles de donde se cometió el homicidio el pasado lunes. Ríos Estavillo dijo que si bien están trabajando como prioridad en la investigación del homicidio del corresponsal de La Jornada y cofundador del semanario Ríodoce, señaló que “todos los días trabajamos 2 mil 700 personas; hay mucho trabajo, no es un solo caso”.
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CRIMEN CONTRA LA LIBERTAD
Por sigilo no se difundirán detalles de las indagatorias, dicen el fiscal local y de la Feadle
Reporteros sinaloenses exigen información oficial sobre el homicidio del periodista sobre detalles que no pongan en riesgo las indagatorias. Los delincuentes tienen mejores mecanismos de investigación, por ello si el caso del homicidio de Javier Valdez queda en la impunidad, mejor renuncie”. Dijo a los fiscales que los periodistas sinaloenses “no van a
esperar muchos días para que haya resultados”. Agregó: “No les vamos a dar el voto de confianza; solamente les creeremos si dan resultados”. Los informadores exigieron que se constituya la mesa de trabajo a que se comprometió el gobernador y se establezca un grupo
especial de investigación en el caso de Javier Valdez. Se preguntó a los fiscales si el asunto será atraído por la Procuraduría General de la República, pero ninguno quiso adelantar si la indagatoria quedará en manos de la Federación, pues hasta ahora el estado y la Feadle tienen sus
propias indagatorias. Autoridades y comunicadores se comprometieron a reunirse la semana próxima para definir la manera en que trabajarán y si el fiscal proporcionará alguna información de los avances de la indagatoria a los comunicadores o si esto se hace de manera pública.
“Mejor renuncie” En respuesta, la articulista Teresa Guerra le dijo que si bien “se entiende la secrecía de las investigaciones, no es posible que no puedan dar a conocer avances
mente. Y entonces ya ese 90 por ciento se fue al caño de la impunidad. Pero si se trata de crímenes de otra naturaleza, donde participen integrantes del crimen organizado –feminicidios, ofensas personales, pleitos en los bares, disputas familiares o por propiedades–, es la misma. Tampoco se investigan y esta vez por puro miedo. De tal forma que, durante décadas –al menos desde el sexenio de Antonio Toledo Corro– los asesinatos relacionados con el hampa y los de alto impacto, del origen que hayan sido, nunca se aclaran. (Lugar especial ocuparía el caso de Norma Corona, pero no así el de Michel Jacobo, que quedó impune.)” Concluye Bojórquez: “¿Quiere el nuevo gobierno estatal bajar los índices de impunidad? Empiece a castigar a los culpables. Es la mejor vía. Y la prevención, claro. Pero mientras no se rompan
Juan José Ríos Estavillo, fiscal general de Justicia de Sinaloa (izquierda), y Ricardo Sánchez Pérez, titular de Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), durante el encuentro con reporteros, ayer en Culiacán ■ Foto Carlos Ramos Mamahua
los círculos viciosos de la impunidad, los crímenes se irán reproduciendo porque todos matan sabiendo que no serán castigados. Ni los autores materiales ni los intelectuales. “Y corre la cuenta para Quirino Ordaz Coppel, pero también para el fiscal Juan José Ríos Estavillo. Y no hay pretexto. Se supone que llegaron para cambiar las cosas, no para estarse quejando de que no hay recursos, que las camionetas no sirven, que los sistemas informáticos tampoco, que las armas, que faltan policías, que no hay ni para la gasolina… La gente quiere resultados, que bajen los índices delictivos. Y que no se cometa un crimen así, contra un profesionista, sin que sea castigado.”
Temas personales Antes de las 12 horas Ismael habló por teléfono dos ocasiones con Javier. Trataron cosas per-
sonales del primero, tenían que ver con el manejo de una Afore. Javier Valdez, quien aprendió a “golpes a reportar la violencia”, abandonó Ríodoce, abordó su coche y enfiló por Teófilo Noris. Avanzó dos calles y dobló a la izquierda; se incorporó a Epitacio Osuna. Se desplazó una calle y volvió a dar vuelta a la izquierda sobre Vicente Riva Palacio. En esa esquina está la única empresa de la zona que cuenta con dos cámaras de vigilancia, son del Centro de Distribución Mirage. El Corolla rojo, placas VMY4906, circuló más de 100 metros, llegó frente a la estancia infantil Los Jardines y allí un coche blanco le cerró el paso. En el lugar no hay huellas de frenado intempestivo, tampoco rastros de choque. Los investigadores suponen que el periodista se detuvo como si se tratara de una cortesía para que otro vehículo se incorporara a la vialidad. Dos hombres encapuchados
descendieron del auto blanco y obligaron a Javier Valdez a abandonar su unidad. Los testimonios refieren que el periodista fue amagado. Sacó las bolsas de su pantalón de mezclilla como si se tratara de un robo. Los encapuchados hablaron con él “un minuto o dos y lo hicieron arrodillarse”. El periodista colocó las rodillas sobre el asfalto candente; a esa hora, las 12, el termómetro marcaba 29 grados, según las estimaciones. Javier Valdez Cárdenas, sin quitarse el sombrero, se arrodilló, colocó las manos al frente, sobre sus piernas, y se habría agachado. Así le dispararon 12 veces. Cayó de frente. Cuando llegaron los paramédicos ya había fallecido. Colocaron una manta azul sobre su cuerpo, solamente la cabeza y el sombrero sobresalían. Ismael, su amigo y socio en Ríodoce, regresaba al semanario y no lo reconoció a primera vista.
Creyó que se trataba de una persona atropellada. Dos jóvenes le dijeron “no. Lo mataron”. Estacionó su vehículo y fue al lugar para ver. Era Javier Valdez quien yacía en medio de la calle. Llamó al semanario y la noticia inundó las redes sociales. Habían asesinado al autor de la columna “Malayerba”, al periodista que optó por decir no al silencio. Casi al mismo tiempo que llegaban peritos y agentes judiciales al lugar, en la frecuencia policial se informaba que el vehículo de Valdez había sido abandonado sobre una banqueta en avenida Aquiles Serdán casi esquina con Cristobal Colón. Ninguna cámara de vigilancia que opera el ayuntamiento ni de los negocios que existen en la ruta que siguieron los sicarios captó sus rostros y sus acciones, pues no funcionan, ya que el municipio no paga desde hace más de un año el mantenimiento de los equipos.