LAS DALIAS IBIZA Y FORMENTERA MAGAZINE 2018

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“Mi casa parece un club de jazz. Lo único que está prohibido es hablar de fútbol”

a la lectura. Libros de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Mario Benedetti se pueden ver en sus estanterías junto a un ejemplar de ‘Crimen y Castigo’, de Dostoyevski, que le ha acompañado a lo largo de 35 años y está repleto de anotaciones y reflexiones recogidas durante sus 10 años viajes a Chile. Entre los recuerdos que le acompañan, posters de figuras que admira, como Víctor Jara, Salvador Allende o Pablo Neruda. “Llevo una vida de campo y relajada -explica-. Mi vida social se concentra en el mercadillo y después estoy en casa o doy paseos por Cala Olivera. Los amigos vienen a casa a verme, jugamos al billar, organizamos alguna barbacoa y a mí me gusta pinchar música. Mi casa parece un club de jazz. Lo único que está prohibido es hablar de fútbol”. Cuando se jubile, en un plazo de 5 o 7 años, se plantea regresar cerca de su Valencia natal: “Buscaré algún pueblo pequeño con 200 habitantes, donde me voy a dedicar a escuchar música, a caminar y a leer todos los libros que aún no he podido empezar. Todas las antigüedades que he acumulado en estos años las voy a vender, porque no he podido ahorrar para mi jubilación, aunque nunca he dejado de pagar mi cuota de autónomo. No me preocupa el futuro”, agrega. Mientras tanto, uno de sus proyectos es ampliar el número de talleres y charlas que imparte en los colegios de Ibiza: “En invierno me gusta organizar conferencias y exposiciones con minerales y fósiles. Cuando les enseño a los niños los dientes de megalondón, los meteoritos o los huevos de dinosaurio, les encanta. Ahora estoy trabajando en un proyecto para ofrecer estas charlas relacionadas con el mundo de los tiburones en más centros escolares en invierno”. Debido a su afición por los escualos, es conocido como “Tibu” por la gran familia del mercadillo: “Yo me quedé en la isla por Las Dalias. Si no fuera por el mercadillo, no estaría en Ibiza. Es el lugar donde he encontrado mi forma de vida y mi equilibrio. Me permite trabajar en lo que quiero. Al principio la verdad es que no me gustaba mucho la isla, pero al descubrir los inviernos encontré el verdadero placer de vivir aquí. Ibiza engancha”. “Me cansé de recorrer el mundo, y como de verdad disfruto ahora es caminando todos los días durante una hora y media, excepto los domingos, que ando por el campo y la playa durante tres horas. No hay mejor forma de conocer la isla y disfrutarla”, concluye Tibu, en cuya opinión, “Ibiza está saturada de gente en verano. Quien quiera conocer de verdad Ibiza, que venga en invierno para disfrutar de la playa y la naturaleza”.


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