mírate
N
o hace mucho la cantante Alicia Keys hizo públicas fotos suyas sin maquillaje, acompañadas de una carta en la que explicaba las razones que la llevaron a descubrir su rostro sin retoques en revistas, videoclips, eventos y redes sociales. Estando en comunicación con varias amigas gracias a Facebook, he observado que varias de ellas han compartido esta carta, y recordé una cadena llevada a cabo hace poco tiempo en la que se llamaba a compartir fotografías de nuestros rostros sin maquillaje, e invitar a otras mujeres a hacerlo también. Aunque esta iniciativa me pareció positiva, la vi desvanecerse entre nuevas publicaciones hasta ser enterrada por nuevas fotografías (mías y ajenas) que seguían el estándar previo. No puedo evitar pensar que esto es un síntoma de algo más grande. Hace un par de años tomé la decisión de no pesarme nunca. No tengo una balanza en casa y explicaré por qué. Hubo un momento en el que las mínimas variaciones en mi peso me generaban mucha preocupación, el enterarme que había subido uno o dos kilos hacía que deje de disfrutar de mis comidas (nunca he dejado de comer, pero recuerdo haber sentido culpa por comer algo poco sano y rico), también prestaba especial atención a cómo me quedaba la ropa, decidiendo en repetidas ocasiones evitar atuendos después de enterarme que tenía un par de kilos más o menos. Lo digo con honestidad, no sé si habrá sido una manifestación de desorden alimenticio, pero llegó un momento en el que me aburrí de esa rutina, porque si hay algo que disfruto mucho es la comida. Decidí entonces no pesarme más, y ser feliz, disfrutar de mis comidas saludables y no saludables sin exageraciones, usar toda mi ropa y sentirme bien conmigo. Hace un par de días cometí el error de subirme a una balanza sin motivo, y siento cómo retornan a mi cabeza esas ridículas preocupaciones. Esto también es un síntoma. Afortunadamente, mi apetito ha logrado sobreponerse a mi sintomatología una vez más, pero la historia no acaba ahí. Para las mujeres nuestro aspecto es algo importante, y hay que admitirlo, no es algo de lo que debamos avergonzarnos. Tampoco creo que sea motivo de vergüenza el compartir nuestras inseguridades, el manifestarlas, considero que es normal pues como seres humanos estamos en un proceso de crecimiento espiritual, y éste precisa sinceridad. Claro que, como todo proceso, corre el peligro de estancarse. Las sintomatologías deben tratarse (y con esto no me refiero específica y únicamente a desórdenes alimenticios), las manifestaciones de nuestra inseguridad e inconformidad con nuestro aspecto físico son algo con lo que lidiamos todos los días de diferentes formas y en diferentes grados. Imagino a muchas mujeres intentando ingresar desesperadamente a botellas de vidrio, a toda costa, y, después de un tortuoso proceso, “lograr encajar” y mostrarse a través del cristal. Una vez ahí adentro somos parte de ese despliegue de imágenes que se venden todos los días a niñas y adolescentes, mostrando (o intentando mostrar) cuerpos y rostros “perfectos”. El único escape es el QUIEBRE.
“Mírate”, sencillo del álbum INMANENTE de PYX, es un llamado al re-descubrimiento
40 LaCarne Magazine