Miralá que linda viene la murga porteña

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1970 a 2004

relaciones de poder Algunas reflexiones sobre las relaciones entre el poder y el carnaval.

Históricamente, el carnaval fue un espacio de fiesta popular desenfrenado en el que se subvertían las formas de organización social instituídas. Durante algunos días, se daba vuelta todo. Actualmente, en el imaginario popular el carnaval sigue teniendo ese lugar. Frente a la palabra "carnaval" se suscita la fantasía de "los cuatro días locos que vamos a vivir". Pero lo cierto es que el carnaval ya no es ese festejo sin límites. Hoy está reglado, tiene códigos de funcionamiento establecidos y sus agrupaciones funcionan organizadamente. Esta transformación histórica fue consecuencia de la represión que el carnaval recibió de parte del poder, entre otras causas. Pero, ¿por qué tal represión? Así lo explica la historiadora Milita Alfaro, citando a otro historiador uruguayo, José Pedro Barrán:

"Según explica José Pedro Barrán, ‘la historia de la sensibilidad ‘civilizada’ es la de la construcción de un orden social’. Una historia que tiene protagonistas, que tiene ‘víctimas y victimarios’ y que, más allá de las relativizaciones que amerita, responde, entre otras cosas, a la necesidad de las clases dominantes de disciplinar a los sectores subalternos a fin de adecuar sus sistemas de valores y sus pautas de conducta a las nuevas estructuras productivas. Las elites dirigentes promovieron intencionalmente el cambio de sensibilidad (…), el terror al ocio, a la sexualidad, al juego y a la fiesta, el endiosamiento del trabajo, del ahorro -de dinero y de semen- del recato del cuerpo dominado, he ahí la colección de miedos y valores que esgrimieron contra los principales destinatarios de esta ‘reforma moral’". Milita Alfaro "Carnaval" Parte 2; Ediciones Trilce, Montevideo, 1992; pág. 30.

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Los Desfachatados del Bajo Belgrano Fotos: Gustavo Correa / 2004

Luego de la crisis del universo carnavalero porteño, causada, principal pero no únicamente por la Dictadura Militar, en la década del ’90 hubo –como hemos visto– un importante resurgimiento. Sin embargo, el carnaval no volvió como la fiesta participativa que era antes, sino que más bien revivió desde la actividad de las agrupaciones de carnaval. Es que la debacle les incentivó un cuidado hacia sí mismas, y al empezar a concebirse como un género artístico las murgas pusieron energía en la organización de la fiesta de carnaval, a partir de mediados de los ’90.


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