Laberinto No. 517

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sábado 11 de mayo de 2013 b09

LABERINTO

en librerías

Madres ejemplares

Tatami

U

LOS PAISAJES INVISIBLES Iván Ríos Gascón www.ivanriosgascon.wordpress.com

A

través del inolvidable Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios, John Kennedy Toole rindió homenaje en tiempo futuro a su abnegada madre, Thelma Ducoing Toole, porque en esa clarividente, quijotesca historia, la progenitora del gordinflón enajenado por la fi losofía de Boecio es quien dolorosamente lo salva del desastre: tras una serie de hilarantes, patéticas y atroces aventuras en que Ignatius no solo se encarga de joderle la vida a su mamá sino de meterse (y meter a todos) en problemas, la señora Reilly renuncia al complejo de Yocasta y manda a su pantagruélico retoño al manicomio. Sin embargo, Kennedy Toole no podía ser tan cruel con su extraordinario personaje y cuando la ambulancia está a punto de atraparlo, Ignatius es rescatado inesperadamente por Myrna Mynkoff, la segunda mujer que amó y odió hasta el paroxismo (la primera, obviamente, era su madre). Por desgracia, en la vida real la señora Ducoing Toole no pudo salvaguardar a John, quien se suicidó tras el fracaso literario (todos los editores rechazaron su obra maestra) pero al menos rescató el libro de su hijo del aciago limbo de la no existencia: incansable, combativa, no quedó en paz hasta que Walker Percy publicó esa enorme novela en la Universidad de Louisiana y el resto todos lo sabemos, resultó galardonada con un ofensivo Pulitzer post mortem (siempre he pensado que premiar a un genio cuando ya es un fiambre no es un acto de justicia sino un escupitajo por partida doble). El heroísmo y antiheroísmo de las dos madres de Kennedy Toole, contrastan con el caso de Augusten Burroughs, quien solo le debe a la suya la segunda cualidad pero en grado superlativo, porque en el temperamento de la señora Deirdre Burroughs tuvieron cabida todos los demonios: histérica, altanera, pretenciosa, soñadora, hipócrita, esnob, ingenua, desleal, traidora y egoísta, la mejor —y única— enseñanza que le proporcionó a Augusten fue una inhumana disciplina para tragarse el ridículo, la miseria y la degradación como si fueran un pan duro. De paso, le proyectó el ambiguo deseo de convertirse en ella. Y es que como madre, Deirdre sofoca, altera y devalúa: condenó a Augusten, a los doce años de edad, a la tutela del doctor Finch, un embaucador y malévolo psiquiatra cuyo método terapéutico se basaba en el albedrío masturbatorio. Deirdre asfi xia, reprime y vampiriza: se entregó, religiosamente, a un lésbico desenfreno en la edad madura, mientras Augusten libraba múltiples batallas para resolver los conflictos de su propia homosexualidad adolescente. Deirdre ofusca, envenena y desespera: sus poemas eran bazofia, pero ella aguardó, aguardó con estoicismo su remoto descubrimiento en el New Yorker. De algo debían servir todas las tardes en las que ensayó discursos de agradecimiento por el Premio Nacional de Poesía con su pequeño hijo. “¿Sabes una cosa, Augusten? Tu madre está destinada a ser una mujer muy famosa”, le repetía constantemente en su delirio y tenía razón: en el 2002, a los 37 años, Augusten Burroughs publicó una novela autobiográfica, Running with Scissors (en español Recortes de mi vida), título que permaneció por poco más de setenta semanas entre los libros más vendidos del New York Times y fue adaptado al cine por Ryan Murphy, un relato extravagante sobre la búsqueda de equilibrio existencial a contracorriente: desde que Augusten cumplió los dieciséis, Deirdre y él no tienen ningún contacto. L ESPECIAL

Augusten Burroughs

n hombre llega a Tokio, donde deberá permanecer un año. Al principio, le es difícil adaptarse a esa ciudad, al idioma, los códigos sociales y las reglas urbanas que no le resultan extrañas sino confusas. Repentinamente descubre que al otro lado de la calle del apartamento en el que vive, una hermosa adolescente suele desvestirse cerca de la ventana. El hombre crea un ritual para sí mismo, pues aunque la chica no es consciente de la mirada ajena, él está seguro de que puede percibir sus estremecimientos, sus delirios, estableciéndose de este modo, una peculiar relación entre los dos. Novela

Alberto Olmos Océano México, 2013 102 pp. con el voyeurismo como tema central, ese deporte que ocasionalmente comienza a fomentarse por la soledad, la monotonía, el aburrimiento, como concede el protagonista: “La rutina es la principal aliada del mirón. La rutina y la desidia. La rutina hace que el observado realice siempre las mismas acciones y a la misma hora”.

Misógino feminista

M

arta Lamas seleccionó los textos reunidos en este libro, en los que el autor de Escenas de pudor y liviandad abordó temas esenciales en torno a las mujeres y sus luchas por la conquista de derechos y la equidad de género. Con la ligereza, que no superficialidad, que caracterizaba a Monsiváis, se abordan asuntos como el sexismo, las estructuras de representación femenina, las mujeres y el poder, la influencia negativa de organismos como Pro–Vida, los conceptos de amor y democracia, y también se hace un repaso sobre la trayectoria de conspicuas feministas como Nancy Cárdenas, Susan Sontag y Frida Kahlo. El siglo XX y las deudas de la

Carlos Monsiváis Océano México, 2013 274 pp. justicia de Estado con respecto a los feminicidios en Ciudad Juárez también son temas incluidos en el volumen, porque como escribe Lamas en el prólogo, “Carlos [Monsiváis] fue, como tituló su biografía de Salvador Novo, un ‘marginal en el centro’. A diferencia de muchos intelectuales perseveró en su posición ética y radical”.

Chicas Kaláshnikov y otras crónicas

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maginemos al joven Alejandro Almazán encañonado por un arma calibre .22 y sobrevivir para contarlo; por alguna casualidad “El Pato” no jaló el gatillo. A partir de ese momento, Almazán no se dejaría de interesar por los asuntos del narco; por retratar, a través de sus crónicas, a los personajes, las circunstancias y las consecuencias de un negocio que ha dejado miles de muertos en México. Las crónicas de este libro, publicadas previamente en medios como Milenio, Emeequis o Gatopardo, no apelan al morbo o a la sangre, ni siquiera a retratar los nexos entre narcotraficantes

Alejandro Almazán Océano México, 2013 199 pp. y políticos, sino a la comprensión de un fenómeno a través de situaciones específicas. Por ejemplo, las chicas Kaláshnikov, mujeres entrenadas en el manejo de “cuernos de chivo”, para asesinar a narcos rivales. A pesar de no ser una obra de ficción, el talento narrativo de Almazán se cuela en cada uno de sus textos.


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