Laberintos 18

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Singladuras

Unos desechos que no son más que trampas que nos hacemos a nosotros mismos sin otro fin que el de perdernos (espejos, superficies pulidas, eco…). Igualmente, dice que la preocupación por el espacio hace que se derive en una preocupación por lo opuesto; masa y objetos (que es como define el autor la arquitectura), masa que pasará a formar parte del espacio basura. Koolhaas arremete contra la arquitectura de arcos, en la que sobre obras acabadas se construyen arcos en yeso que no llevan a ningún lado. Son como firmas obligadas a ser realizadas y que únicamente hacen que el edificio construido a toda prisa sea un edificio moderno. Los pasillos no unen A con B, sino que son destinos en sí mismos. Para finalizar el autor amenaza diciendo que Dios ha muerto, el autor ha muerto, la historia ha muerto, sólo el arquitecto sigue en pie. El hijo huérfano de estas muertes es el espacio basura. Pensábamos que podríamos visitarlo a escondidas, pero han tirado las llaves y la arquitectura está infectada, igual que el espacio basura. Ahora la firma Basura ® es la nueva arquitectura. El espacio basura será nuestra tumba ya que la mitad de la población contamina para producir y la otra mitad contamina para consumir. 2) CIUDADES INTERCAMBIABLES “Son las ciudades contemporáneas como los aeropuertos contemporáneos, es decir, todas iguales”. Con este pretexto Koolhaas pretende teorizar en relación a la pérdida de la identidad del mundo moderno. Dejando claro desde el principio que lo que queda tras esta pérdida es lo genérico. La obra la divide en diferentes aspectos desde los cuales analiza esta pérdida de la originalidad. El arquitecto holandés advierte que este crecimiento exponencial del mundo moderno va a hacer que el pasado sea tan pequeño en relación que no tenga cabida en este nuevo mundo. Por otra parte, la identidad es una especie de trampa que hace que el único destino de una ciudad es ser ella misma pero más acentuada, es decir, París sólo puede ser más parisina, convirtiéndose en una mera caricatura de París. Además es curioso el fenómeno que ocurre en los centros de las ciudades. En ellos ha de verse lo más viejo y lo más nuevo. Paradójicamente se busca mantener la identidad siguiendo un camino que tiene como destino lo genérico. Y ese es el destino de casi todas las ciudades. Siendo casi irónica la envidia mutua entre las que son ciudades genéricas y buscan su propia identidad y las que tienen identidad y buscan ser ciudades genéricas. Koolhaas describe la ciudad genérica como un sistema fractal. Nos podemos acercar y seguir viendo el mismo módulo estructural simple. La cita con la que comienza el ensayo la extiende luego al hablar de los aeropuertos. Todos demasiado grandes o demasiado pequeños, pero eso sí, todos iguales. Porque según la época en la que han sido construidos van a tener una

De las Eras a Ranillas

misma forma. Al hablar de la población que habita en la ciudad genérica se limita a calificarla de multicultural. Hablando concretamente de urbanismo hace un análisis más completo, poniendo como característica principal de la ciudad genérica el martillo perforador. Si algo no funciona se destruye y se construye otra vez (el resto formaría parte del espacio basura). Añade irónicamente que la ciudad genérica es como un niño de cinco años con arrugas, envejece más rápido que el propio tiempo. La ciudad no la diseñan los políticos sino sus amigos. Ellos mandan técnica y económicamente y modifican la ciudad a sus anchas. Lo más llamativo del análisis en el apartado de Distritos es la conclusión: “Lo colonial parece la única fuente inagotable de lo auténtico”. Denomina Programa a un apartado en el que nos avisa de lo que podría ocurrir si esto continúa. Por ejemplo: el trabajo en casa hará que las casas tengan que construirse más grandes para poder realizar reuniones. Los hoteles van a ser las cárceles, las nuevas oficinas con arresto domiciliario voluntario. Al hablar de arquitectura, siguiendo su costumbre, critica esta falta de identidad. Definiendo la ciudad genérica así: “Una explosión de beis. En su epicentro salpica el calor de los pliegues vaginales (no excitados), berenjena metálicomate, tabaco-caqui, calabaza polvorienta; todos los autos camino a la blancura nupcial...” Desde el punto de vista geográfico nos advierte que las ciudades tienden a acercarse a los trópicos y el cómo influye la ciudad en la hermosura, en la humanidad, en la amabilidad… de las personas. La historia no interesa en la ciudad genérica. Esta ciudad ha de ser eficiente y la historia reduce el rendimiento. Las infraestructuras no surgen a raíz de una carencia, sino como una predicción. En vista a una especie de guerra, no surgen para mejorar algo sino para debilitar al contrario: “La vida en V se simplifica para que la vida en U resulte insoportable”. En el aspecto cultural dice que sólo lo redundante cuenta y ejemplifica que antes la ciudad era un coto de caza sexual, la ciudad genérica es ahora una agencia matrimonial. En su propia conclusión utiliza una breve historia en la que uno mismo es el protagonista. Estás viendo una película bíblica de Hollywood en un instante en el que hay una gran concentración de gente (un mercado). Hay una persecución, pero justo en ese momento paras la película y le das al botón de retroceder. Todo es silencio, los hombres andan hacia atrás y aumentan los espacios. La ciudad ya no está, podemos dejar de ver la película…

BIBLIOGRAFÍA KOOLHAAS, Rem: La ciudad genérica. Gustavo Gili, Barcelona, 2006. KOOLHAAS, Rem: El espacio basura. Gustavo Gili, Barcelona, 2007. 39


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