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Pocas esperanzas ante lo que venga del Cpccs
Los resultados de las recientes elecciones dejaron a la institucionalidad y al sistema político del país en una situación muy precaria frente al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) . Es cierto que los vocales del Cpccs, como siempre, tuvieron una votación bajísima —el promedio es inferior al 8 por ciento de los votos válidos y ninguno de los candidatos tuvo más votos que el nulo—. Sin embargo, en esa misma elección, la ciudadanía optó también por que el Cpccs conservara todas sus atribuciones. Es un resultado paradójico e inexplicable de manera racional, pero que no por ello deja de ser una realidad que hay que asumir.
A ello se suman tres factores adicionales. Primero, se avecina un tropel de designaciones a cargo del Cpccs, que estaba represado desde la formación misma del Consejo
Transitorio; aquella institución perseguía, justamente, prevenir el aparecimiento de autoridades de escasa legitimidad, pero, cuatro años después,se evidencia que no pudo evitarlo. Segundo, cualquier decisión que tomen los actuales vocales, en los poco más de dos meses que les quedan en funciones y en el momento político actual del país, tendrá fecha de caducidad ante la previsible convulsión que se avecina. Tercero, varios de los vocales electos en esta ocasión, especialmente los afines al correísmo, son ambiciosos, extrovertidos y bulliciosos, por lo que resulta vano augurar un Cpccs que contribuya a la estabilidad en un futuro cercano.
En estas circunstancias, mal haría el Gobierno y la ciudadanía en cifrar sus esperanzas en las próximas designaciones. La experiencia del Transitorio ya demostró que de nada sirve querer apenas comprar tiempo.
Los árboles peligrosos
Arraigada en la herencia popular de muchos ecuatorianos, está la historia de lo que bautizaré como “los árboles peligrosos”, pasa de vecino en vecino aquella voz diciendo: “los árboles son nido de ladrones, los árboles cortan la visibilidad del otro lado de la calle, los árboles pueden matar con sus ramas”. De todas las formas y secretos de los árboles, no concibo que sean peligrosos como un animal feroz, un callejón sin salida, o sean los culpables de falta de luz en determinado lugar.
Una de las banderas de lucha del activismo local es la protección de los árboles, será que hay quienes con justa razón vemos a los árboles en su magnificencia, como productores de oxígeno, albergan vida, dan sombra, absorben dióxido de carbono, mejoran el paisaje. Ahora sabemos que las podas en los árboles son como intervenciones quirúrgicas y aún más importante es saber que: “la mejor poda es la que no se hace” así lo dice un gran amigo Jorge Polo quien cuenta con certificación de Podador Internacional. Y es que, nos toca aprender mucho de la naturaleza y en la ciudad debemos concebir el arbolado urbano, la ornamentación como una “inversión” no un “gasto” y desde esta primicia comprendemos que debemos capacitarnos en muchos niveles de intervención.
Hoy veía como se talan unos “árboles peligrosos”, casualmente son árboles que embellecen diferentes lugares , reponer ese valor ecosistémico será muy demorado, lo que queda es prever la reposición de otros árboles que de alguna manera generen más sentido de seguridad, tengan menor tamaño y frondosidad.
De imaginar la segunda parte de la narrada historia de peligrosidad de los árboles, y creo que, de cualquier forma, la acción de muerte nunca es bien vista por la Tierra.
Através de la historia reciente se observa recurrentemente el ataque sistemático de los políticos contrarios a un gobierno, buscando cómo desestabilizar mediante la mentira, demago- gia y utilizando artimañas que rayan en el cinismo. La verdad es una: Todo hacen los contrarios con el fin de pescar a río revuelto, tomar el poder y así lograr un pedazo del pastel; sí razonamos políticamente nos daríamos cuenta que este voraz apetito de sacar al presidente es porque existe siempre otro partido que “necesita” arribar al podio presidencial, por cualquier medio; más esto ocurre porque los políticos no aman a la patria menos al pueblo vulnerable, es fácil colegir aquello, caso contrario ayu - darían a gobernar uniendo fuerzas para crecer y mejorar en beneficio del pueblo ecuatoriano.
La falta de un verdadero civismo se perdió hace más de cinco décadas cuando había un sincero fervor cívico y amor a la patria; debemos aceptar que mucho de culpa tuvieron las autoridades de aquellos tiempos que quitaron de un plumazo la enseñanza de valores cívicos que tanto bien hacía y, hoy falta, pues el solo hecho de sentir a la patria dentro del corazón ya es causa de no obs- taculizar el crecimiento de la misma.
El pueblo está cansado y no está de acuerdo que los atrasa pueblos desestabilicen al país, ese pueblo quiere trabajo en paz y seguridad, quiere que fiscalicemos a este y a cualquier gobierno, pero jamás dar una estocada por la espalda como lo hacen los políticos, obviamente la mayoría no acepta dictaduras como el caso “de la década perdida” quienes tuvieron su copiador de dictadorzuelo, el único que sabía, pero sabía cómo dar ejemplo de cinismo, quién ordenaba el que debía irse preso o qué periódico no debía circular y fue el gobierno que más robó en la historia del Ecuador
Concluiríamos sugiriendo a los políticos que controlen y fiscalicen cualquier anomalía del gobierno, pero no llegar a imponer el desorden calentado las calles, etc. Menos hablar de votar a un presidente , aquello es irresponsable y crea inestabilidad ; además, es el pueblo quien pierde; hasta que ello ocurra. Que Dios nos ampare.