Ketzalcalli 2007-1

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habrá de comer, le resonará el vientre todo el día. Una sola vez habrá de tomar líquidos, le resonará el vientre toda la noche también” (Arzápalo et. al. 1987, versos 47–52: 375). En otro pasaje, para el trance erótico (Arzápalo et. al. 1987, texto vi, folio 32: 290), se indica que hay que sangrar la lengua del paciente y echarle agua en la espalda hasta dejarla chorreando, utilizando como complemento varias plantas medicinales: chichibe29 rojo,, tabaco blanco y rojo,, bacal che30 blanco y rojo, sac nicte.31 El h–men contemporáneo también tiene a su alcance una nutrida farmacopea de plantas medicinales; receta baños y lavativas, y a veces emplea la sangría o took,32 para eliminar la “mala sangre”. Por otro lado, hay una diferencia en la forma en que los terapeutas (el del Ritual y el h –men) interactúan con el espíritu/dios. En el Ritual el curador entra en competencia con el numen (deidad–viento), lo manipula, lo ofende, lo ultraja para establecer su dominio sobre él. Habla además de cortarlo, destrizarlo, destruirlo en forma física, lo que se considera realmente como conjuro, ya que el oficiante busca colocarse jerárquicamente sobre el ser negativo. Por lo general, éste no es el caso de las ceremonias que se siguen realizando en Yucatán, en las cuales prevalece un tono respetuoso y petitorio, tanto en las curaciones terapéuticas como en los rituales agrícolas. Sin embargo, como lo ha mostrado el ejemplo del wach’ ik’, hay un punto intermedio en el que, aunque el terapeuta no llega al grado imprecatorio de los textos en el Ritual, sí actúa en forma perentoria, instando y apremiando a los vientos a dejar el cuerpo de su paciente, y en forma muy similar a los conjuros del Ritual, habla de destruir, deshacer, barrer y tirar a los espíritus causantes de la enfermedad. En cuanto a las ceremonias agrícolas, por lo general la interacción del h–men, tanto con los dioses del monte o yumtzilo´ob y con los dioses prehispánicos, como los chaques y balames, y con los santos católicos, el discurso es petitorio y respetuoso. Como me explicó Don Felipe, esto se debe a que en las primicias primero se habla a Nuestro Señor, después se saluda a los yumtzilo´ob y después a numerosos santos. “Por eso es que hay que hablar con reverencia. Así tiene que ser. No podemos cambiar la forma, sólo en la magia negra es diferente su forma de ellos”. Estos sí usan fórmulas de tipo ofensivo e imprecatorio, ‘puros insultos’ lo que nos lleva de vuelta a las fórmulas mágicas del Ritual, aunque hay que tener claro que los conjuros en esta fuente pertenecen más bien al campo de la magia blanca,33 ya que, aunque se manipula a fuerzas nocivas, el fin no es negativo; sino por el contrario, el fin del terapeuta es curar al paciente. En cuanto a la magia, basada en conceptos de las ciencias ocultas, su origen se remonta a tiempos muy antiguos, acerca de lo cual nos hablan, entre otras, fuentes mesopotámicas y egipcias. Al esparcirse este tipo de conocimientos por toda Europa, los conquistadores pronto los llevaron a las Américas. Sin embargo, ante la carencia de fuentes que nos ilustren al respecto, no podemos ni aseverar ni desechar la existencia de tales conceptos acerca de la magia en Yucatán durante la época precolombina.34 Aunque los diccionarios coloniales del siglo XVI, como el Calepino de Motul, atribuyen a los curadores aspectos malignos, esto más bien puede estar reflejando el etnocentrismo de los frailes que los recopilaron.

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