El aro

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—Quiero que me retire de mis tareas. Quiero llevar a cabo una investigación minuciosa de este vídeo. Supongo que se da cuenta de que es mi vida lo que está enjuego aquí. Oguri cerró los ojos con fuerza. —¿Va a escribir un artículo con esto? —Bueno, independientemente de lo que piense usted de mí, sigo siendo periodista. Tomaré nota de todo lo que descubra para que el caso no quede enterrado con Ryuji Takayama y conmigo. Por supuesto, publicarlo o no es algo que dejo en sus manos. Oguri asintió dos veces con la cabeza con gesto decidido. —Bueno, no pasa nada por probar. Puedo poner a un novato a hacer su entrevista. Asakawa hizo una ligera reverencia. Hizo el gesto de devolver el vídeo al maletín, pero no pudo resistir la tentación de divertirse un poco más. Le volvió a ofrecer la cinta a Oguri Y dijo: —Me cree, ¿verdad? Oguri soltó un largo suspiro y negó con la cabeza. No era que se lo creyera o no. Simplemente aquello le inquietaba. Sí, no era más que eso. —Yo me siento igual —fueron las palabras con las que se despidió Asakawa. Oguri lo miró mientras salía y se dijo a sí mismo que si Asakawa seguía vivo después del 18 de octubre, tenía que ver el vídeo con sus propios ojos. Pero tal vez ni siquiera entonces su cuerpo le dejaría. No parecía que aquella incógnita fuera a desaparecer. En la sala de consulta Asakawa amontonó tres gruesos volúmenes sobre una mesa. Los volcanes de japón, Archipiélago volcánico y Volcanes activos del mundo. Suponiendo que el volcán del vídeo estaría probablemente en Japón, empezó con Los volcanes de Japón. Miró las fotografías en color del principio del libro. Una serie de montañas eructando humo blanco y vapor se levantaban elegantemente contra el cielo, con las laderas cubiertas de lava sólida de color marrón negruzco. La lava fundida de color rojo brillante salía a borbotones hacia el cielo nocturno desde cráteres cuyos bordes negros se confundían con la oscuridad. Pasó las páginas y comparó aquellas escenas con la que tenía marcada a fuego en el cerebro. El monte Aso, el monte Asama, el Showa Shinzan, el Sakurajima… Localizar su volcán no le costó tanto como había temido. Después de todo, el monte Mihara, en la isla de Izu Oshima, parte de la misma cadena de volcanes que el monte Fuji, era uno de los volcanes activos más famosos de Japón. —¿El monte Mihara? —murmuró Asakawa. La ilustración a doble página del monte Mihara incluía dos fotos aéreas y una tomada desde una colina cercana. Asakawa recordó la imagen del vídeo y trató de


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