Los generales de Dios II roberts liardon

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LOS GENERALES DE DIOS II

personas no se hicieran responsables por sus propias vidas. Condenaba a los cómicos por hacer reír con bromas soeces, haciendo que la mente pensara en tentaciones y pecado. Naturalmente, todos estos cuestionamientos hicieron que la sociedad entera lo odiara, algo que los ministros religiosos disfrutaban en grande. El odio hacia el mensaje que él predicaba no preocupaba a Fax. Creía que Dios trataba de igual manera a todos, y lanzó una campaña que duró toda su vida para verlo hecho realidad. Lamentablemente, vivió en una época en que, como en la actualidad, las personas vivían obsesionadas por el estatus. En esa época el rango social se reconocía por medio de un lenguaje elaborado y complicados modales. Por ejemplo, los tratamientos más formales se utilizaban solo para hablar a los considerados inferiores, a las personas de clase más baja, y también a la deidad y los amantes. Para Fax esto era inexcusable, pues creía que ninguna persona debía ser humillada al tratarla de sierva, o adulada, como si fuera superior, por medio de las palabras. La forma de vestir era otra costumbre social muy compleja y maliciosa. El rango social requería no solo reverencias y cortesías, sino una complicada ceremonia de elevar el sombrero y luego inclinarse bajando el sombrero en una reverencia formal. Todos llevaban sombrero, y había un cierto protocolo que indicaba cuándo y por qué debía llevarse. En medio de esta acartonada actitud acerca del protocolo correcto, Fax irrumpió con su sombrero fijo sobre su cabeza, se negaba a levantarlo cuando se encontraba con otra persona, fuera un rey o un mendigo. llevaba su sombrero con actitud desafiante: por la Palabra de Dios, declaraba que todos estaban en el mismo niTI vel que]esucristo y que, para Él no existían las clases sociales. Hasta se dedicó al tema del vestido que, creía él, debía ser sensato, libre de extravagancias y elementos que llamaran la atención. Por esto, aun en la actualidad, los Amigos son conocidos por su vestimenta sencilla y por llevar sombrero, estén donde estuvieren y no importa con quién. La mentalidad de George Fax puede ser resumida de la siguiente forma: en toda su vida no pudo ver nada que fuera pecaminoso, opresivo o despectivo sin sentir un ardiente deseo de corregirlo. Y se dedicaba a remediarlo con gran vigor, a pesar del sufrimiento, el dolor o la persecución que esta acción pudiera causarle.

Reuniones, cerdos y una comunión enmohecida Parecía que personas de todos los grupos independientes que se habían apartado de la religión establecida llegaban por cientos a ver y escuchar a

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