Año 1 - Num 1 - Abril 2011

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mejor escritor que Vargas Llosa (creo que solo los une el cambio “ideológico” que experimentaron a lo largo de sus vidas), pero tampoco podemos dudar que si estuviera vivo sería más despiadado que su par peruano, solo por pocos motivos. Liberal a ultranza y portavoz de las derechas más recalcitrantes de occidente, Vargas Llosa al menos exhortó a los argentinos “a votar” como lo hacían antes (supuestamente en los 90), no imaginamos a Borges arengando a ese acto democrático: el apoyo a Aramburu-Rojas con sus fusilamientos justificados (hecho que hasta ahora no muchos se han arrepentido) y a los genocidas Pinochet y Videla, aun varias décadas después, no lo redimen de su confraternidad con los militares. Esto en cuanto a sus lugares como intelectuales en la sociedad, lo que no es poco ¿pero en cuanto a su escritura? En sus novelas, Vargas Llosa trabaja sobre la reflexión de algunos problemas latinoamericanos que entiende son radicales para comprender lo político que entraña el desarrollo de las culturas “nacionales”: la corrupción, la subestimación, el esnobismo revolucionario, entre otros. Incluso en algunos planteos parecería contradecirse con lo que sostiene públi-

camente a la prensa, sobre todo en el caso argentino, quizás, como dicen algunos de los polemistas, porque está mal informado por la derecha local. Los textos de Borges, en cambio, transcurren directamente por un planteo discriminatorio (racista) hacia los sectores populares más desprotegidos y excluidos del sistema; Perón fue la excusa (como también Rosas en el siglo XIX) que utilizó para denigrar a ese pueblo que emergía con una identidad que en ningún momento hizo un poco de esfuerzo para tratar de comprender. El desprecio por el pueblo fue su leit motiv porque al final de cuentas los “tiranos” eran intercambiables y siempre iban a surgir otros nuevos que lo representaran. Vargas Llosa ya habló y en su discurso inaugural de la Feria del Libro de Buenos Aires no se despachó contra el gobierno; sus palabras transcurrieron más o menos por la “inteligencia” meridiana de quienes lo recibieron y lo invitaron a diversas reuniones "liberales". Y sigamos leyendo a Borges, con el placer que despierta su astucia intelectual y la enseñanza que nos brinda al mostrarnos los artilugios “racionales” que históricamente ha puesto en escena la derecha argentina. Faltaenvido/ abril 2011

polémikas

más ricos son aquellos en que su visión del mundo permea lo político en un registro mucho más rico que en otros textos, y es allí quizás, para los “asépticos” de la crítica literaria, que radica su “genialidad” como escritor, incluso su “universalidad”. ¿Es que no son políticos sus textos que proponen una relectura del “Martín Fierro”? Los volúmenes de cuentos El Aleph y Ficciones contienen páginas memorables que reflexionan sobre la oposición Civilización/Barbarie desde una visión del mundo que desprecia cualquier tipo de originalidad creativa de la cultura popular. Pero quizás el libro más “político” de Borges sea “El Hacedor”, escrito en aquel 1960 cuando el peronismo arrasaba en las elecciones fragmentadas que había convocado Frondizi. Mi referencia a Borges solo viene a colación porque ha sido mencionado en el debate “intelectuales argentinos/Vargas Llosa”, en el que, en general, el contraste torció la balanza hacia el escritor argentino para mencionar más que nada casos hipotéticos. Y ya que estamos en el juego, proyectemos hacia el presente la posible actitud política de alguien que ya no está entre nosotros. No cabe duda, según mi entender, que Borges es

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vez en esto radica la calidad de una obra y sus posibilidades de canonización. Ahora bien, el problema más radical que conduce, según algunos, a una esterilización de la discusión, consiste en la inmersión de la vida pública (y a veces personal) de los escritores, cuando declaran, opinan y exclaman autorreferencialmente sobre política, literatura, cultura, en la prensa (revistas literarias, suplementos culturales de periódicos, radio, televisión, blogs). Y como en esta polémica apareció la referencia a Borges, no lo podemos dejar de lado. Sabemos que Borges fue un reaccionario feroz, y que representó a los intelectuales de derecha, “conservadores” diría él, porque quizás fue el más “inteligente” (no es común la destreza de la argumentación en la derecha, comprobémoslo en Posse o Aguinis) a través de sus ironías y sarcasmos construidas desde el lugar de un outsider de esa misma derecha, siguiendo a algunos críticos que han participado en esta polémica. En el ámbito académico se suele postular que esa “vida” de Borges no es relevante y no está presente en su obra, que es lo importante porque es la que va a perdurar. Volviendo al comienzo de este planteo, los textos de Borges

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