El hijo de neptuno

Page 52

cacahuete. Los perros metálicos Aurum y Argentum trotaban a cada lado. Su capa morada de oficial ondeaba detrás de ella. —Hazel Levesque—la llamó—, todo un honor que te reúnas con nosotros. Hazel sabía que no debía responder. No llevaba la mayor parte de su equipo, pero corrió a su lugar en la columna al lado de Frank y se irguió, atenta. Su centurión líder, un chico de diecisiete años llamado Dakota, estaba llamándola justo entonces, la última de la lista. —¡Presente! —chilló ella. Gracias a los dioses. Técnicamente, no había llegado tarde. Nico se unió a Percy Jackson, que estaba de pie junto a un par de guardias. El pelo de Percy estaba húmedo de los baños. Se había puesto ropas frescas, pero parecía seguir estando incómodo. Hazel no le podía culpar. Estaba a punto de ser presentado a dos cientos niños altamente armados. Los lares eran los últimos de presentarse. Sus formas moradas parpadeaban mientras se colocaban en sus sitios. Tenían la molesta costumbre de estar de pie mitad del cmaino entre los vivos, por lo que las filas parecían una fotografía borrosa, pero finalmente los centuriones los consiguieron ordenar. Octavian gritó: —¡Colores! Los portadores de los estandartes se adelantaron. Vestían pieles de león y sujetaban postes decorados con los emblemas de cada cohorte. El último en presentarse fue Jacob, el portador del águila de la legión. Sujetaba un largo estandarte con absolutamente nada al final. El trabajo se suponía que era todo un honor, pero Jacob, obviamente, lo odiaba. Incluso aunque Reyna insistiera en seguir con la tradición, cada vez que el poste sin águila era alzado, Hazel pudo sentir el bochorno expandiéndose por toda la legión. Reyna hizo que su pegaso se detuviera. —¡Romanos! —anunció—. Probablemente habréis oído la incursión de hoy. Dos gorgonas fueron lanzadas al río por un recién llegado, Percy Jackson. Juno misma le guió hasta aquí, y le proclamó como hijo de Neptuno. Los chicos en las filas del final estiraron sus cuellos para poder ver a Percy. Alzaron su mano para saludar a Percy. —Desea unirse a la legión—continuó Reyna—. ¿Qué dicen los augurios? —¡He leído las entrañas! —anunció Octavian, como si acabara de matar un león con sus manos desnudas más que haber destrozado un panda de peluche—. Los augurios dicen que será favorable. ¡Está cualificado para servir! Los campistas pegaron un grito: —¡AVE! ¡AVE! Frank llegó un poco tarde con su ‘ave’, por lo que resonó a destiempo. Algunos legionarios rieron. Reyna hizo una seña a los oficiales veteranos para que se adelantaran, uno por cada cohorte. Octavian, el centurión más veterano, se giró a Percy. —Recluta—preguntó—, ¿tienes credenciales? ¿Alguna carta de referencia?

54

www.LeerLibrosOnline.net


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.