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Jonay Castro Casañas
Crónica de un cuarto en llamas
Hasta un pedazo de hielo del mismísimo Ártico desprendería más candor bajo la que fraguar con éxito aquella relación surgida a través de un teclado. Ella interpretaba un papel mal construido, sobre actuado hasta el vómito. No pudiendo evitar de forma alguna su fortuna de pesares y años dañinos. Él era como era. Nada. Un millón de formas y personalidades adoptadas con precisión a lo largo de los diversos estamentos sociales en los que había habitado, intentando buscar consuelo a sus males entre hipotéticos sucedidos de Internet y tragos de vodka cada noche de viernes. Ahora podía cantarse las verdades a la cara sin tapujos. Ni todos los excesos o restricciones del mundo lograrían jamás darle sentido a su vida. Buscaba la paz, como quien busca un lugar exacto sin brújula; como quien busca un rostro conocido a ciegas, como quien busca vaciar los océanos con un cubo de playa. Cuanto más al azar dejaba las cosas idéntico resultado obtenía, tanto como cuando intervenía