Sitio del suceso

Page 83

Una larga reunión

Continuamente nos preguntábamos quién comenzó todo aquello y quién lo terminó; quién podría haber dado el golpe y cada vez que nos poníamos de acuerdo en alguna cosa, surgía otra que la contradecía. En ocasiones, una de nosotras cambiaba de enfoque contradiciendo su primera versión, lo que hacía cambiar la versión a otra y así sucesivamente. Al final, estábamos tan agotadas que sencillamente oíamos la música, sin decir nada. Si entraba alguien al local, mirábamos hacia la puerta. De vez en cuando pasaba un automóvil por la calle y alguna levantaba la vista, y se quedaba esperando. Después de un año de reuniones, yo parecía una mujer rota y cobarde. Alicia decía que se sentía casi castrada. Marcela, aunque no manifestaba nada, parecía que las ratas le habían devorado la conciencia, y cuando una de nosotras se lo decía, no lo negaba. Katy había tenido que luchar para salvarse y salvar a su familia, estaba cansada y afirmaba que poco a poco había tenido que traicionar todos sus valores para seguir bregando. Pero cada fin de semana nos juntábamos en aquel local como si fuera nuestro nuevo cuartel. Supongo que aquellas reuniones nos daban algo de esperanza y de aliento para seguir adelante. Hablábamos sobre el muchacho y de las noticias que aparecían sobre él en la prensa: “Violencia innecesaria” o “Querella por 200 millones de pesos” o “Diputado acompaña a víctima e inicia nuevas acciones legales”. Y, de vez en cuando, alguna de nosotras aseveraba: “Aún podríamos haber hecho cosas peores si la oportunidad se hubiese presentado”. A lo que nadie respondía y, aunque hubiéramos querido responder, supongo, nadie lo habría sabido hacer. Quizás no estaba en nuestra conciencia responder. No lográbamos entender cómo las cosas se habían escapado de nuestras manos y cambiado definitivamente el rumbo de nuestras vidas. Sin embargo, así era. Alicia estaba cesante, Marcela se ganaba la vida de vendedora puerta a puerta, Katy realizaba las labores de su casa. Y yo (después de un año y medio) me había visto obligada a dejar el departamento y había vuelto a vivir con mis padres, pero todos los fines de semana seguíamos juntándonos. Bebíamos, nos desahogábamos y hacíamos algunas bromas. Durante los primeros meses nos costaba conciliar el sueño. Sin embargo, Marcela lo había logrado a punta de pastillas conseguidas

83


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.