AUNIA 24

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Bizkaiko Foru AkJundia Diputación Foral de Bizkaia


cuya autoría no parece dilucidarse al gusto de todos que nosotros somos lo que otros fueron y que otros serán lo que nosotros somos. Un bello juego de palabras para describir a la perfección el movimiento circular, repetitivo y constante de nuestra existencia, es decir, del devenir de la historia en sí. Apenas disfrutados unos días rastreando nuevos temas por cuevas, ermitas o tradiciones insondables, nos encontramos de nuevo presentando la revista de otoño, sin apenas poder comprender cómo y en qué se ha pasado el año. Los días van acortando sus horas de luz y las noches de euforia y bullicio van dejando paso, acobardadas, a otras en las que señorea el cada vez más gélido rocío. Por ello el otoño ha sido por excelencia la estación de los románticos, de los soñadores, de los que gozan con el recogimiento del hogar. Es época de encender de nuevo el fuego, de transmitir historias a su lado y de compartir con el mágico elemento una buena lectura o trago de vino. Y aquí traemos esta nueva revista, para que sea disfrutada en esos momentos de calidez que harán que nuestras viviendas se conviertan en hogares. Al igual que estas páginas son fruto de la labor veraniega, también lo son las uvas con las que se elaborará nuestro mejor vino, esa bebida tan especial que en su historia se ha considerado como un puente de unión entre lo humano y lo divino. Aquella de la que decía el medieval Dante que era la encargada de sembrar la poesía en nuestros corazones. Sólo conscientes de la importancia de dicho elixir podremos entender las extraordinarias obras de los lagares excavados en piedra y que en un extenso y documentado artículo hemos pretendido mostrar en toda su inmensidad, complejidad y riqueza sin escatimar páginas para que ningún detalle quede sin aclarar. Obras realizadas sin duda con ayuda de animales de tiro domésticos, tratados en aquellos quehaceres con más humanidad que las muchas veces salvajes pruebas de arrastre sustentadas en los delirios de la apuesta, la peor de las plagas para muchos de nuestros caseríos y que hemos pretendido presentar con iin riprto distanciamiento histórico. Misteriosas cabezas cortadas, rituales de eliminación


AUNIA KULTURA F.LKARTEA

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4 Apuestas en el deporte vasco; pasión por el dinero

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32 Lagares rupestres: arqueología del vino en la Rioja Alavesa Iñ ig o ] a u r e g u i

54 Los lagares de roca de Labastida: ubicación histórica y fichas V ic t o r in o Pa l a c io s J o sé R o d r íg u ez


Arabako l|S83 Diputación Foru Aldundia Foral de Alava E u s k a ra . K u lM irs

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80 El ritu^ il de l y ' u b e z a s

cortadas en el poblado de La Hoya

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iicaciones recibidas

142 Nuestras publicaciones

A r m a n d o L la n o s

94 La Cueva de los Gentiles de llarduia C a r l o s O r t iz de Z á r a t e

114 La magia y las verrugas Da n ie l Pérez } uA N ]o H id a l g o

130 Aitziber, nombre gentil F é l ix M u g u r u t z a

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E^SIÔN POR EL DINERO ENTRE 1881Y 1910

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,as apuestas eran, sin ligar a dudas, nna de as vertientes más significativas de los retos que tenían lugar dentro de los deportes tradicionales vascos, ndependientemente de a acción del desafio, lo queja ponía de manifiesto el sentido údico de esta acción, dentro de un marco de confrontación en el que siempre había un vencedorj un vencido, se le añadía la vertiente de la apuesta concertada entre los mismos contrincantes j que era condición indispensable dentro del reto.

IN EMBARGO, este aspecto de las apuestas no se circunscribía solam en­ te a los competidores de estos desafíos, sino que también se expandía a todos los niveles de la sociedad por medio de las "traviesas", es decir, las apuestas cruza­ das por aquellos que no participaban en la prueba. Según recoge el Diccionario de la Real Academia Española, las "traviesas" son,


dentro de una primera acepción, aquello que se juega además de la apuesta, y dentro de una segunda acepción, aquella apuesta que él que no juega hace a favor de un jugador. Por otra parte, según este mismo diccionario, "atravesar" es cuando nos referimos al juego, poner traviesas, apostar alguna cosa fuera de lo que se juega. Por último, la palabra "momio" hace referencia a lo que se da u obtiene

sobre lo que corresponde legítimamente, dentro de lo apostado, se sobreentiende. Hecha esta introducción, pasaremos a abordar, en primer lugar, las apuestas que surgían en torno a la pelota y a las traineras, santo y seña del mal llamado "deporte rural", para introducirnos a con­ tinuación en el no menos complicado mundo de las apuestas en las pruebas de bueyes y luchas de carneros.

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La pelolaj las traineras han sidoj signen siendo h j en día dos de ios deportes más emblemáticos dentro del panorama deportivo vasco. Aunque también en la actualidad este tipo de confrontaciones se pneden considerar como depoites de masas, lo ñieron

Frontón de Deba

p e L o tA Y tr A iN e r A / CU A N D O SE SU B A ST A LA PE R IC IA H U M A N A

especialmente a finales del siglo XIXj principios del siglo XX a tenor de la gente ipe movilizaban. En ambos tipos de deportes se median las fuerzas de los contrincantes, era. por lo tanto, el factor humano lo qne entraba en liza, con m esfuerzosj limitaciones. Claro, (pe todo era cnanlificéle. incluso el tanteo de un juego como la pelota, o la resistenciajhabilidaddelosremerosen'" ^ llegar los primeros. Y en este aspecto, s e ^ ponía precio al esfiierzo de unosj de otros mediante las apuestas. La implicación de estos participantes en las apuestas era miy ' dependía de los tipos de partido que

Dentro del mundo de la pelota, eran las empresas concesionarias de los fronto­ nes las que tenían a los pelotaris en nó­ mina. Éstos recibían, además de un sueldo Inicial estipulado, una serie de pri­ mas en función de su buen juego. Por otra parte, estas empresas concesiona­ rias organizaban las "traviesas" que te­ nían lugar mientras se jugaban distintos partidos. Indepertdient de este marco institucionalizado frontón, a finales del siglo XIX, todavía quedaban resquicios de lo que había s i ^ una práctica habitual dentro de las chas. Nos referimos a los retos o desafío que se lanzaban y que se recogían a modo particular, bien entre "profesiona-


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Indalecio Sarasqueta. Chiquito de Eibar

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les" de este juego o, bien, entre ama­ teurs. Un buen ejemplo de toda la parafernalia que acompañaba a estos desafíos, en los que se apostaban entre los con­ trincantes importantes sumas de dinero, es el que apareció anunciado en diversos rotativos guipuzcoanos y vizcaínos en 1885. Ángel Múgica, e l Vergarés, envió una carta a distintos periódicos por la que desafiaba a Indalecio Sarasqueta, Chiquito de Eibar, para jugar dos partido en el frontón de Vergara. En la citada m i­ siva se recogían las condiciones de ios dos partidos que habrían de realizarse.

las cantidades de dinero que se pondrían en medio por parte de ambos jugadores, qué pasaría con este dinero sí se suspen­ dían los partidos y, por último, dónde de­ positar este dinero. El Vergarés, en un alarde de reconocimiento del adversario, le decía a Chiquito de Eibar que liacía tiempo que se le consideraba "como el rey de ios jugadores de pelota" y que, además, le llamaban "el invencible" por ios muchos triunfos y victorias que había conseguido, tanto en los frontones vas­ cos "como allende los mares". Acto seguido el de Bergara le propo­ nía ai de Eibar jugar dos partidos, ei pri­ mero a modalidad libre, con pelota de Pamplona, el desafiante con cesta y el desafiado con pala, a sacar cada uno los cinco cuadros. En este primer partido se jugarían 2.500 pesetas por cada parte. El segundo partido, sería a cesta con "habili­ dad libre", a 50 tantos, con las citadas pe­ lotas de Pamplona, a sacar también los cinco cuadros. Esta vez, Chiquito de Eibar tendría que poner 3.000 pesetas, y el Vergarés, la mitad, o sea 1.500 pesetas. Dentro de las condiciones que éste últi­ mo establecía para este desafío estaban las siguientes: partido principiado, debería ser concluido: aquel que suspendiese un partido perdería la cantidad que jugaba; únicamente el m al tiempo sería la causa legítima de la suspensión de estos en­ cuentros: y. para finalizar, el dinero apos­ tado entre los contrincantes se depositaría en manos del alcalde de Bergara en vís­ peras de los partidos, además, este com­ promiso se elevaría a escritura pública. El Vergarés apelaba al deseo de no disgustar ni a las autoridades, ni mucho menos al público, que estaba en su dere­ cho de juzgar a ambos contrincantes con toda severidad, siempre que éstos no cumpliesen con lo pactado. Es más, soli­ citaba a su competidor que pusiese tam ­ bién por su parte para captar ambos las simpatías del público y, fuese cual fuese el resultado de la lucha, se dijese, al me­ nos, que los dos habían cumplido como


buenos y leales. Nada más se supo de este desafío. En la primera mitad de la década de los 90 del siglo XIX, desde un plano ya profesional del deporte de la pelota, las empresas concesionarias de los fronto­ nes fueron consolidando un tupido en­ tramado de partidos con sus consiguientes apuestas. Los anuncios de los encuentros que se iban a .celebrar y las noticias de sus resultados eran conti­ nuas en la prensa. No se om itía detalle alguno del desarrollo de estos partidos, en parte, para disfrute de los numerosos aficionados que no podían presenciarlos, si bien, nada se decía sobre las apuestas paralelas que se "atravesaban" con m oti­ vo de estas competiciones. Ya hemos in­ dicado que eran las empresas concesionarias de los frontones las que organizaban las citadas apuestas y que constituían realmente el auténtico nego­ cio del juego de la pelota. Por su parte, los jugadores cobraban lo que mediante contrato la empresa les ofrecía, además de ciertas cantidades para los gastos que en sus desplazamientos podrían tener. Mientras tanto, al menos oficialm ente, se silenciaba la posible participación de estos jugadores en el pingüe negocio que suponían las traviesas de los frontones. Aún así, era de dominio público las nefastas consecuencias que este tipo de apuestas traían para muchos hogares. En 1895, en pleno del Ayuntamiento de Bilbao, los republicanos, ante la prohibi­ ción por parte de los gobernadores civiles de Barcelona y de Madrid de las apues­ tas, presentaron una moción para que este consistorio solicitase al gobernador civil de Bizkaia que suprimiese también las apuestas de los frontones. La discu­ sión entre republicanos y tradicionalistas, éstos últimos a favor de que se continua­ se con las traviesas, se convirtió en un auténtico rifirrafe con duras acusaciones. A los tradicionalistas se les recordaba sus vinculaciones con la empresa concesio­ naria del Frontón de Abando. A su vez, és­

tos rebatían a los republicanos diciéndoles que no existía disposición legal alguna que prohibiese las apuestas, y que sí el gobernador suspendía tas apuestas, falta­ ría a la ley, lo cual, añadían, era más in­ moral que el juego mismo. Del mismo modo, los republicanos recordaban que no pocas personas habían dejado de asis­ tir a los frontones por no oír pregonar es­ candalosamente las enormes cantidades de dinero que se atravesaban, a la vez que recordaban la obligación moral del Ayuntam iento de evitar los disgustos de las familias ante las fuertes pérdidas eco­ nómicas que acarreaban este tipo de apuestas. La moción republicana fue aprobada en el pleno del consistorio, si bien, el Gobernador Civil no llegó a pro­ hibir las traviesas en los frontones. El cruce de acusaciones que tuvo lu­ gar en el pleno del consistono bilbaíno que anteriorm ente citábamos, se trasla­ dó a la prensa. Los columnistas societa­ rios acusaban de cinismo a aquellos periódicos que eran los portavoces de las empresas concesionarias de los fronto­ nes. Los primeros hablaban de poner un límite a las apuestas, mientras tanto, los segundos eran contrarios a que se prohi­ biesen las apuestas fuertes, como las de cuarenta a cien, ya que de seguir ese ca­ mino, decían, se llegarían a suprimir las traviesas de los frontones. Mientras tan­ to, la realidad tomaba otra vía, puesto que algunos miembros del Ayuntam iento de Bilbao, lo que en verdad planteaban, era la supresión de las subvenciones que esta entidad otorgaba a la empresa con­ cesionaria del frontón Euskalduna, sin duda alguna, medida lejana a cualquier supresión de las apuestas. Con la entrada de un nuevo Gobernador Civil en 1897, y ante las pri­ meras medidas que éste tom ó cerrando las casas de juego, se reanudó la campa­ ña contra las traviesas de los frontones. A pesar del escepticismo generalizado, el recién llegado delegado del Gobierno aseguraba que también prohibiría este

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Frontón de Elgoibar. año ¡929

tipo de apuestas. En efecto, al final cum ­ plió su palabra y prohibió la presencia de corredores de apuestas en los frontones. Esta medida llevo al concejal socialista de Bilbao Facundo Perezagua a proponer, en pleno del consistorio, que el Ayuntam iento acordase haber visto con gusto la resolución de la supresión las traviesas pelotísticas. Sin embargo, el se­ ñor Ligarte, concejal teniente de alcalde del citado cabildo, a la vez que accionista de la empresa que llevaba el frontón de Abando, el Euskalduna y otros más, de­ fendió con saña la transparencia de la ac­ tuación de esta sociedad en la cuestión de las apuestas. Por el momento, la pro­ puesta de Perezagua se tomó en consi­ deración para su discusión en el siguiente pleno del ayuntam iento. Así se hizo, se retomó el tem a, y de nuevo un concejal, Andrés Isasi, también accionista de la empresa concesionaria anteriormente ci­ tada, arremetió contra la prohibición de las apuestas, postura a la que también se sumó el alcalde. De este modo, tras una acalorada discusión se desestimó la pro­ puesta del edil socialista. Por el momento, al menos legalmen­ te, las apuestas en los frontones estaban prohibidas, pero desde aquellos periódi­ cos que eran la voz de los accionistas de las empresas concesionarias de los fron­ tones, se acusaba que se seguían organi­ zando apuestas clandestinas con motivo de los partidos de pelota. Aquellos rotati­ vos contrarios a las apuestas considera­ ban que la estratagema de estas empresas concesionarias era clara, pues­ to que acusaban a otros de organizar es­ tas tim bas ilegales, para dar una imagen de irregularidad que llevase al goberna­ dor civil a legitimar estas apuestas a tra­ vés de las empresas oficiales. Aún así, la prensa societaria ponía en duda la exis­ tencia de las citadas apuestas ilegales.

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Tripulación de Orio. año 1984

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^mpoco el deporte de las traineras se "vio ajeno al bullir de las apuestas. Uno de [os ejemplos que mejor demuestra lo que llegó a movilizar todo este aspecto crematístico vinculado con el deporte del remo, nos viene m uy bien explicado a través del reto que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1890 entre donostiarras y ondarreses. No vam os a entrar ahora a describir los prolegómenos de esta prue­ ba, ya que fueron sumamente arduos, llenos de requiebros por ambas partes. Con bastante antelación al desarrollo de esta regata, y mientras tenían lugar las gestiones entre las comisiones de los re­ meros de San Sebastián y los de Ondarroa para llegar a un acuerdo sobre

el modo y el cuándo de -este_¿desafío, la expectativa popular sobre este evento iba en aumento. Buena prueba de ello fueron las traviesas que se cruzaron a fa,vo r de uno u de otro contendiente. ^o apostado oficialmente entre ambos 5 a n ^ H ^ ^ d e 25.000 pesetas, pero las cantidadesarB^fead^^ntre par­ ticulares excedieron con creces La prensa se hizo eco de este tipo de apuestas y cuando parecía que las nego­ ciaciones para llegar a un acuerdo para celebrar la regata iban por buen camino, . '^s^periódicos de San Sebastián recogían la nóficia de que había un gran número de personas cfüe estaban dispuestas a atravesar importantes sumas a favor de los remeros de esta ciudad. El 10 de octu­ bre, a 42 días para la fecha que se había fijado para la celebración de las regatas, ya habían comenzado a concertarse algu­ nas traviesas. Había una señora que que­ ría jugarse 20.000 pesetas a favor de los de Ondarroa y el dueño del Café del Norte de San Sebastián tenía 25.000 duros de­ positados para hacer traviesas a favor de los marinos donostiarras. Se calculaban en miles de duros las apuestas que se esta­ ban realizando por esos días en la capital donostiarra a cuenta del regateo. A medida que las negociaciones so­ bre las condiciones de la regata se esta­ ban llevando a cabo, los ánimos se iban caldeando. No se cruzaban solamente apuestas a favor de quién quedaría gana-


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dor de la prueba, también se concertaron apuestas sobre el transcurso de la regata. Por ejemplo, hubo quien apostó a que en el primer tercio del recorrido los de Ondarroa no sacarían ventaja alguna a los de San Sebastián, e incluso a que és­ tos no llegarían a la meta. También se lle­ gó a apostar en cuánto tiempo se haría la regata y qué tripulación era la que te­ nía un peso mayor. Conforme se iba acercando la prueba, el afán por cruzar traviesas era cada vez m ayor y la prensa donostiarra calculaba que se llegarían a concertar hasta 70.000 duros en apuestas. Los socios del club de la Sociedad "Ei Sitio” de Bilbao, enviaron a San Sebastián un telegrama interesán­ dose en la cantidad que se estaría dis­ puesta a jugar en esta ciudad a favor de los donostiarras. Continuaban haciéndo­ se importantes traviesas, abundando el dinero por Ondarroa pero, a pesar de ello, se iba enfriando un poco el entu­ siasmo por apostar. Esta cuestión de las apuestas no se vio exenta de polémica por parte de la prensa y El PorvenirVascongado de Bilbao acusa­ ba a La Voz de Guipúzcoa de inflar las ci­ fras que citaban sobre las cantidades apostadas. El periódico bilbaíno indicaba que habían salido de Ondarroa a San Sebastián más de 20.000 duros para ser cruzados, pero que no se encontró a nadie que quisiera atravesar una sola peseta. La Voz de Guipúzcoa le rebatió, diciendo que sólo en el Café de la Alameda se habían realizado traviesas por cantidad mucho mayor y que en el Café del N orte se ha­ bían atravesado 6.000 pesetas, además de otras apuestas realizadas en otros cafés y por otros particulares donostiarras y que hasta el momento ascenderían a 36.500 pesetas. Y todo esto, sin tener en cuenta lo que se jugaba en otros sitios como la Pescadería y pueblos de Guipúzcoa, de lo que no se tenía constancia pero que as­ cendía a importantes cantidades. Las traviesas fueron incrementándose en cuanto se acercaba el día de la prueba.

La mayoría de las apuestas eran a favor de los ondarreses y se realizaban hasta con "momio", traviesas o apuestas con interés añadido sobre la par. El Club Náutico de Bilbao envió a San Sebastián un delegado con 20.000 duros para ju ­ garlos por los ondarreses. En Tolosa eran muy importantes las cantidades aposta­ das a favor de los vizcaínos, y se dieron casos reveladores como el de un pastor de Hondarribia que apostó también a fa­ vor de éstos una cabra, o de un pescador de San Sebastián que depositó en una ta­ berna un cauchú para cruzarlo por de los donostiarras. Hubo también pescadores de San Sebastián que, a falta de otros bienes, llegaron a apostar sus colchones a favor de sus convecinos y otro de Ondarroa que llegó a jugarse el "elástico" -cam ise ta- por sus paisanos. En la proxi­ midad de la regata, las apuestas se iban igualando en torno a los dos contrincan­ tes, a pesar de ello, a última hora se bus­ caba con afán el dinero por Ondarroa para jugar a la par a favor de los donos­ tiarras. Se calculaba que pasarían de 250.000 pesetas la cantidad que se había llegado a apostar a cuenta de la regata. Los donostiarras fueron los vencedo­ res de este reto, y la explosión de alegría y júbilo que siguió en San Sebastián a la victoria de sus remeros, desembocó en una inmensa algarada popular, en parte, por los im portantes beneficios obtenidos por las apuestas. Sin embargo, las conse­ cuencias de la derrota fueron nefastas para Ondarroa. Ésta quedó arruinada, y llegó el caso de mareantes que perdieron la lancha y las artes de pescar. La mala situación en la que quedaron los marinos ondarreses fue incentivo para que se abrieran distintas suscripciones a favor de ellos, la primera, la auspiciada por el Club Náutico de Bilbao. Por su parte, los remeros de Ondarroa cumplieron con la deuda de 2 0.000 pesetas que quedaba pendiente del reto con los pescadores donostiarras. Como consecuencia de este elevado desembolso, los ondarreses vie­


Trainera de San Pedro, campeones del Cantábrico en los años ¡927. ¡928.1929.1930j 1933

ron acuciadas las penurias a las que ya estaban sometidos ante la deuda que to­ davía estaban pagando como resultado de los gastos originados por la última guerra civil. Con el tiempo se reanudaron las apuestas de los frontones bajo un férreo control de las autoridades. Por otra parte, con la generalización de las ligas de trai­ neras, se fueron consolidando empresas que se especializaron en las apuestas vin­ culadas con este tipo de eventos. En la actualidad, ambos tipos de apuestas si­ guen teniendo lugar, formando parte consustancial del deporte de la pelota y del remo. Lejos quedan las formas arcai­ cas de traviesas en las que eran noticias

constantes la quiebra de haciendas fam i­ liares y la indefensión de los parroquia­ nos de estas timbas. Las autoridades, desde un paternalismo mal entendido, tomaron una postura salomónica que, sin llegar a la prohibición de las apuestas, con el consiguiente perjuicio para las em ­ presas que se dedicaban a estos nego­ cios, limitaron su cuantía. De este modo, todos quedaron contentos, las empresas continuaron haciendo negocio y sus pa­ rroquianos seguían apostando dentro de unos lím ites que las autoridades conside­ raban convenientes, sin riesgo alguno a escándalos sociales que soliviantasen más ánimos que aquellos de los sectores más críticos de la población.

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Arrastre de piedra en la plaza de Amurrio. año 1948

A diferencia de los partidos de pelota o de las "eslropadas" de traineras, en las (pie se ponía en liza la fuerza, resistenciaj maña de personas plenamente conscientes de sus actos, las pruebas de buejes j las luchas de cameros tenían como protagonistas a animales

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domésticos, compañeros de las actividades diarias del hombre. El origen de las pruebas de buejes estaba en las demostraciones que se realizaban en las ferias de ganado para efectuar la compra de e a junta. En efecto, era necesario ver el "arranque" de los animales para cerciorarse de su capacidad de tiro con el objetivo de dar por válida su adquisición. Por su parte, las embestidas de los cameros, fruto de su instinto por el control del rebaño, dieron lugar a las luchas que entre estos animales se organizabaa Tanto las pruebas de buejes como las luchas de cameros estaban hondamente arraigadas en el ámbito niralj. al igual que otros desafíos, no podían concebirse sin que hubiese apuestas de por medio. Del mismo modo, las autoridades intentaron poner freno a este tipo de apuestas, con el añadido de una major concienciada por parte de los ciudadiios ante el cruento trato que recibían los animales que participaban en estas pruebas.

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En 1879 encontramos reseñada la noti­ cia de una prueba de bueyes que tuvo lu­ gar en Etgoibar. Se describe con todo lujo de detalles cómo eran este tipo de prue­ bas y el mecanismo de apuestas que las acompañaba. Esta prueba se dirimió en­ tre una pareja de bueyes de Bergara y otra pareja de Eibar. Se comentaba en la citada noticia, que este tipo de pruebas eran muy comunes tanto en Cipuzkoa como en Bizkaia. Consistían en arrastrar una inmensa mole de piedra - la de Elgoibar pesaba 250 arrobas- quedándo­ se con la victoria aquellos bueyes que en un tiempo dado consiguiesen hacer más clavos. Un "clavo" correspondía a la dis­ tancia que había entre un extremo a


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de la plaza donde se realizaba la prueba. En la prueba de Elgoibar, la yunta de Bergara hizo en una hora y media cinco clavos y trece metros, mientras que la pareja de Eibar recorrió la misma distan­ cia en tres minutos menos. Por lo tanto, fueron los bueyes de Eibar los que resul­ taron vencedores de una lucha que, como se ve por el escaso tiempo de dife­ rencia, fue muy reñida. A esto hubo que añadir, las fuertes emociones que suscitó este desafío entre el numeroso público que acudió de todos los pueblos vecinos. Sin embargo, el resultado de la prueba fue calamitoso tanto para los bueyes como para los boyeros, puesto que según indicaba el reportero, salieron todos muy mal parados. Las apuestas que se atravesaron en esta prueba de Elgoibar fueron muchas y m uy variadas. Hubo quien apostó un "macho" y otro que apostó 100 cañones de escopeta. En total, se estimaba que se cruzarían un total de 3.000 duros en apuestas entre am bas partes. La noticia de esta prueba no dejó in­ diferente a cierto sector de la población, cuya opinión quedó reflejada a través de los rotativos bilbaínos. Desde la prensa se definía a este tipo de pruebas como verdaderas "bestialidades", de "espectá­ culo brutal y repugnante" que merecía la reprobación del público en general. Se criticaban estas pruebas en más de un concepto, especialmente en el de m al­ tratar con feroz ensañamiento a los in­ defensos animales, obligados a arrastrar un peso superior a sus naturales fuerzas. Personas que presenciaron aquella salva­ jada, decían que nunca habían visto otra prueba del mismo género "más sañuda y bárbara". La descripción que hacían del espectáculo no podía ser más lacerante. Las yuntas de bueyes, agarrotadas al yugo y a tas piedras de 250 arrobas, eran constantemente apaleadas y desgarradas con el aguijón, en medio de "salvajes gri­ tos y sucias interjecciones", con una fe­ rocidad indescriptible, sin que sus

dolorosos e inútiles bramidos conmovie­ sen a los boyeros ni al público que lo pre­ senciaba y, aún, aplaudía. Entre los espectadores se encontraban muchos fo­ rasteros que estaban alojados en los bal­ nearios cercanos, y "que se retiraron indignados de que hubiese un país donde se permitiese tal barbarie". Pero, ¿cómo hacer valer estas protes­ tas ante una costumbre que cierta parte de la población y de las autoridades lo­ cales miraban como la cosa más natural e inocente del mundo? En verdad, este tipo de pruebas con el ganado eran muy frecuentes en el país vascongado, pero consustancial a estas pruebas se encon­ traban tam bién las apuestas. Además de las críticas ante el maltrato a los anim a­ les, también se atacaba desde la prensa las fuertes sumas de dinero que se cru­ zaban en estas pruebas. No era extraño que cómo consecuencia de estas apues­ tas hubiese familias, o cuando menos in­ dividuos, que perdiesen acaso sus únicos medios de subsistencia, "arrebatados y trastornada su cabeza por un entusiasmo indigno de una causa cruel y salvaje". Los periodistas argumentaban que no encontraban razón alguna para que se permitiesen estos ruinosos y bestiales juegos, mientras que se prohibían otros que consistían sencillamente en sentarse dos hombres en torno de una mesa y le­ vantarse más o menos arruinado uno de ellos. Era una clara alusión a la prohibi­ ción que había tenido lugar del juego y, por lo tanto, de las casas de juego. Para la prensa, las autoridades locales falta­ ban escandalosamente a su deber, per­ mitiendo las llamadas pruebas de bueyes en los térm inos en los que se venían ve ­ rificando. Es más, acusaba abiertamente a las autoridades de que al permitir este tipo de m al llamadas pruebas, se daba un pretexto para el juego, para el vino y para el desahogo de "otras pasioncillas vitu­ perables". entre ellas, la vanidad mal en­ tendida. Se añadía que, para probar el vigor de una pareja de bueyes, no necesi­


Modalidad "uztarri b a ka rre a n en la que ¡a piedra es arrastrada por an solo animal

taban los entendidos las bárbaras violen­ cias a que se sometían a los pobres animales, puesto que con un solo arran­ que de la yunta bastaba para conocer lo que ésta valía tanto en vigor como en obediencia. No tenían los reporteros bilbaínos mucha esperanza en que desapareciesen estas "bárbaras costumbres", porque en Bilbao mismo, "que era la población más importante del país vasco-navarro", se presenciaban a diario espectáculos de este género. Tanto en los arrabales de la villa, como en las anteiglesias vecinas de Abando y Begoña eran habituales este tipo de pruebas con motivo de las ferias de ganado que se organizaban. Además, independientemente de estas pruebas.

todos los días se veía en las calles bilbaí­ nas como apaleaban y desgarraban a las yuntas de bueyes cargadas con doble peso que el que naturalm ente podían arrastrar, todo esto acompañado de gri­ tos, blasfemias y obscenidades que in­ crementaban, más aún, la repugnante y punible violencia que se les infligía a es­ tos animales. Eran conocedores los columnistas bilbaínos que con sus críticas no conse­ guirían hacer desaparecer inm ediata­ mente hábitos y falsos criterios, aún así tom aron por santo y seña insistir una y otra, y cien veces más. en reprobar y condenar este tipo de costumbres, aun­ que estas censuras les valiesen la des­ aprobación de la generalidad de las


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gentes. Aún así, parece que estas denun­ cias comenzaban a dar sus frutos, por­ que en varios pueblos, "entre ellos la noble y culta villa de Lequeitio", las au­ toridades locales habían prohibido, o cuando menos despojado de su violen­ cia y brutalidad, estos actos y diversio­ nes am pliam ente condenados por la prensa. Las quejas lanzadas desde los pe­ riódicos bilbaínos contra las pruebas de bueyes fueron recogidas por sus colegas guipuzcoanos. Es más, el gobernador ci­ vil de Gipuzkoa, amparado en estas críti­ cas. reiteró una disposición anterior por que la que se prohibían tales bestialida­ des. A los pocos días, el gobernador civil de Bizkaia hizo publicar en el Boletín o fi­ cial una circular, en la que dentro de la prohibición al maltrato de los animales domésticos, prohibía las citadas pruebas de bueyes. Reconocía el gobernador civil el papel jugado por la prensa dentro de la concienciación ciudadana contra este tipo de m al llamados espectáculos. Es más, estaba dispuesto a que tales hechos no se reprodujesen, con el escándalo de las gentes cultas, y deseoso de que el trato de los animales estuviese en arm o­ nía con la utilidad que prestaban a la agricultura, a la industria y al comercio, comunicaba a los alcaldes que en ningún caso tolerasen las apuestas de bueyes. Aún así, reconocía el gobernador que, por desgracia, este tipo de pruebas eran fre­ cuentes en las ferias y mercados de la provincia. Para finalizar, fijaba una multa de 20 pesetas para aquellos infractores de esta norma, siendo la guardia civil, los miñones y todos los agentes de las auto­ ridades locales los encargados de cuidar que esta medida tuviese el debido cum ­ plimiento, dándole inmediato aviso al gobernador en el caso de que algún tipo de este abuso se reprodujese.

Desde la prensa bilbaína se aplaudió la medida tomada por el gobernador ci­ vil de Vizcaya, y deseaban fervientem en­ te el final de las pruebas de bueyes "tanto con o sin apuesta". Aún así, reco­ nocían los periodistas que sería difícil erradicar por completo este tipo de de­ mostraciones, m áxim e, cuando eran ne­ cesarias para la compra-venta del ganado. En última instancia, aconsejaban "dulcificar las costumbres", que era, se­ gún la moral cristiana, lo que hacía vir­ tuosos y cultos a los pueblos. No pasó ni medio año desde esta prohibición de las pruebas de bueyes, cuando desde la prensa se denunciaba en 1880 que todavía se seguían organizan­ do este tipo de demostraciones, además de los desaprobados maltratos a los ani­ males domésticos. Es más, las piedras con tas que se realizaban las pruebas to­ davía no se habían retirado de los feria­ les, y el espectáculo que se observaba en Bilbao de las bestialidades que se infli­ gían al ganado de tiro seguía siendo la­ mentable. La solución para los columnistas pasaba por tom ar medidas más efectivas, pero se chocaba con el es­ collo de que las gentes desconocían el sentimiento de compasión hacia los ani­ males. Por lo tanto, era necesario hacér­ selo conocer a las gentes, ya fuese a través de las escuelas, o mediante méto­ dos más asertivos com o las multas. Aún así, no les extrañaba a estos periodistas que se viese natural el m altrato a los ani­ males, cuando veían las crueldades que se com etían con los toros en las plazas, con el consentimiento de las autorida­ des. Las quejas de los rotativos bilbaínos caían en balde, porque en 1881, pasados dos años de la prohibición de las apues­ tas de fuerza entre bueyes, éstas seguían teniendo lugar. Desde estos periódicos.

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ya que al parecer era imposible que des­ apareciesen estas brutalidades, solicita­ ban que cuanto menos se "aligerasen", utilizando para las pruebas un peso de menor carga y "blanqueando" las vocife­ raciones de los boyeros. Para la prensa, correspondía a los alcaldes poner fin a este tipo de apuestas, y en su defecto, "moderar" este tipo de actuaciones. Del mismo modo, era la autoridad superior, es decir, el gobernador civil, el que les de­ bería de exigir este tipo de responsabili­ dades. Entre prohibiciones no cumplidas y clandestinidades abiertas, las pruebas de bueyes y sus consiguientes apuestas se seguían realizando. En 1883, los alcaides del interior de Bizkaia recogieron firmas para restablecer de un modo "oficial" este tipo de pruebas, aduciendo que eran necesarias para la venta de los animales. De nuevo la prensa de Bilbao criticaba que detrás de esta maniobra estaba el deseo de restablecer las apuestas. Aún así, también reconocía la dificultad de erradicar este tipo de desafíos, por lo que indicaba que de aceptar legalmente las pruebas de bueyes, debería de hacerse con limitaciones. En el mismo año de 1883 se tenían continuas noticias de que a pesar de la prohibición "oficial" de las pruebas de bueyes en el solar vizcaíno, muchos eran los que iban a los pueblos limítrofes de Cipuzkoa, territorio donde la prohibición de estas apuestas había sido relegada al olvido. Claro, que con las pruebas de bue­ yes iban aparejadas las apuestas. Eran continuas también las noticias sobre fa­ m ilias que lo habían perdido todo en este tipo de desafíos, sin olvidar, además, que también se realizaban apuestas con mo­ tivo de retos entre barrenadores de pie­ dra, de partidos de pelota o de cualquier otro tipo de lance. Visto que parecía im­ posible erradicar la costumbre de las apuestas, la prensa bilbaína pedía que se lim itasen, al menos, las cantidades que se cruzaban en las pruebas.

El último reducto que por estos tiem ­ pos les quedaba a los seguidores de las pruebas de bueyes, era la localidad guipuzcoana de Elgoibar. Se tuvo noticia de que con m otivo de una prueba de gana­ do celebrada en esta plaza, dos vecinos del pueblo vizcaíno de Murélaga se cru­ zaron 3.000 reales en apuesta cada uno. Estas noticias coincidían con la presencia del prelado de la Diócesis en Elgoibar, quien en una plática cuajada de duros ataques contra los vecinos franceses, ob­ vió el tem a de las apuestas, am pliam en­ te debatido durante esos días en esta población. Por su parte, la prensa guipuzcoana le recordaba a su homónima bilbaína que estas pruebas de bueyes que ésta última denunciaba y que tenían lugar en Cipuzkoa, se hacían contra lo dictado por las autoridades generales de la provincia. En efecto, ninguna ley había sido dictada anulando aquellas que se habían dictado limitando y prohibiendo las citadas prue­ bas de bueyes y sus consiguientes apues­ tas. Evidentemente, tanto en Bizkaia como en Cipuzkoa no se dictó medida alguna contra la prohibición de las prue­ bas de ganado y de las apuestas. Aún así, la relajación de las autoridades en hacer cumplir estas medidas condujo a que paulatinamente este tipo de pruebas se volviesen a realizar con total y absoluta normalidad. Las inauguraciones de plazas de pruebas para el ganado se sucedían, a veces, com o ocurrió con la inauguración de la plaza de Durango en 1895, con el patronazgo de los mismos ayuntam ien­ tos. Estas entidades veían en las pruebas de ganado un modo de incrementar los beneficios de los cafés y de las fondas y, por ende, de la economía lo cal Los desm anes que de nuevo circula­ ban en torno a las pruebas de bueyes y a las apuestas que con este m otivo se cruzaban llevaron a finales de 1895, a que el gobernador civil de Cipuzkoa ra­ tificase las anteriores medidas sobre la


Probadero de Laudio. en el día de "Viernes de Dolores"

prohibición de estas pruebas. En efecto, fue la Diputación de esta provincia la que encargó a una comisión especial que redactase un informe sobre las pruebas de bueyes que se realizaban en ese territorio. Este informe no pudo ser más negativo, por lo que la Diputación no dudó es solicitar al gobernador civil la prohibición de este tipo de espectá­ culos. La misma medida se pedía al go­ bernador civil de Bizkaia, sin que tales solicitudes fuesen atendidas por el mo­ mento. Hubo que esperar a finales del año 1910 para que el gobernador civil de Bizkaia enviase una circular a los al­ caldes ordenando que se abstuviesen de consentir las pruebas de bueyes que se celebraban, no ya sin la autorización del

gobierno civil, sino con la total prohibi­ ción del mismo. De nuevo las prohibiciones cayeron en saco roto, las pruebas se seguían reali­ zando, se construían nuevos probaderos de bueyes con la aquiescencia de las au­ toridades locales, como en Bakio o en Mungia, y además con gran entusiasmo por parte del elemento local. Con la lle­ gada de la República, un nuevo intento de prohibición por parte del gobernador civil de Bizkaia, llevó a finales de 1932 a la "total suspensión" de las pruebas de bue­ yes y de las consiguientes apuestas. Ni que decir tiene que escaso efecto tuvo esta medida, puesto que continuaron ce­ lebrándose las pruebas de bueyes bajo la vista gorda de las autoridades locales.

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Después de la pelea, el animal recibe los cuidados necesarios por parte de su preparador

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Las luchas de carneros rio movilizaban ni a tanta gente ni tantos entusiasmos com o las pruebas de bueyes. Aún así, este tipo de pruebas estaban muy arrai­ gadas dentro del espacio rural vasco, al igual que en los espacios urbanos, den­ tro de sus primeros estadios de moder­ nización, a finales del siglo XIX. Al igual que las pruebas de bueyes, las luchas de carneros eran am pliam ente anunciadas por la prensa, y se daban noticias de 1^, aquellos desafíos en los que tomaban parte los carneros de los criadores más afam ados. Claro, que también el compo­ nente de las apuestas era inherente a este tipo de demostraciones. Por ejem ­ plo en septiembre de 1876 se anunciaba

que para el siguiente domingo se cele­ braría en la plaza de toros de Bilbao una lucha entre dos carneros, uno de la cita­ da villa y otro de Gipuzkoa. La apuesta que se cruzaban sus respectivos dueños era de 5.000 reales cada uno de ellos. Sin embargo, el de Gipuzkoa no pudo asistir a esta cita, por lo que la lucha se arregló con otro carnero, no se dice de donde, ante una concurrencia m uy nu­ merosa. Eran famosas las luchas de carneros que tenían lugar en Deusto, anteiglesia vecina a Bilbao. En 1881, la prensa bilbaí­ na, al igual que ocurrió con las pruebas de bueyes, excitaba a la opinión pública en contra de estos "bárbaros espectáculos", del mismo modo que solicitaba al gober­ nador civil de la provincia su prohibición. Se decía que calificaba a estas pruebas de bárbaras, porque por tales tenían los pe­ riodistas a las luchas de carneros y otras de inofensivos y útiles animales, a los que se convertían en fieras violentando su na­ turaleza, "como si entre racionales e irra­ cionales escasearan tanto las fieras naturales que fuese necesario crearlas ar­ tificialm ente". En efecto, consideraban que este espectáculo era "repugnante", no tan solo por lo estéril para el bien mo­ ral, sino también para el material. Por una parte, se convertía a dos animales de na­ turaleza tan inofensiva como la del m a­ cho de la inocente, mansa y útil oveja en fieras que se despedazaban mutuamente.



Plaza de loros de Eibar

I 28

Además, los rotativos hablaban de "espe­ culación", porque generalmente se saca­ ba lucro de estos espectáculos, ya por medio de apuestas o exigiendo una retri­ bución pecuniaria a ios que tenían el mal gusto o las malas entrañas de gozar pre­ senciándolos. Por lo tanto, se reclamaba la supre­ sión de estas luchas, no solamente por la dureza del espectáculo de ver a dos ani­ males pegándose testadas durante a ve­ ces más de una hora, sino también por la ruina que suponía para muchos las apuestas que acompañaban a estos es­ pectáculos. A pesar de ello, animales y personas, ambos perjudicados, no pare­ cían ser el motivo suficiente para la pro­ hibición explícita de estas pruebas. Se

suponía que su prohibición estaba implí­ cita en las circulares sobre el maltrato y prohibición de pruebas de ganado que los gobernadores civiles continuamente dictaban, pero de las que caso omiso se hacía. Tan sólo en la circular anterior­ mente citada del gobernador civil de Bizkaia de 1910 se prohibía tajantem en­ te este tipo de luchas de carneros. Aún así, estas pruebas continuaron celebrán­ dose, cruzándose apuestas entre los pro­ pietarios de los carneros y acompañadas de las traviesas efectuadas por los incon­ dicionales de estas distracciones y de las apuestas. OLGA HACIAS Universidad del País Vasco


Laudio^-^ Llodio L A U D IO KO H A R A N N O B L E A R E N U D A LA

AYU N TAM IEN TO D E L N O B L E V A L LE D E LLODIO

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ÁííLt/ii/t

alava.net Arabako Foru Aldundía

Diputación Foral de Alava


Cuadrilla de Zuia - Zuiako Eskualdea CruzdelOñadnoíHurqia La de Murgia es la población más importante y

atrevió a luchar en su contra y por ende en de­

capital del alavés municipio de Zuia.

fensa del valle. De ahí que se le conozca con el apodo de "El Valeroso".

En una de sus plazas destaca un humilde elemento de piedra en forma de cruz, cercado con una valla metálica y del que poco o nada se sabe.

Ambos grupos de banderizos salieron al mutuo encuentro, producido en Murgia. A pesar de la destreza en la batalla, unos

Dicen las referencias orales del lugar que

guerreros que acechaban ocultos en la casa de

durante las guerras de banderizos que con­

Sancho de Anda, mataron a traición y por la espalda a Fernando de Zarate.

vulsionaron la vida vasca en la Baja Edad Me­ dia, uno de sus más belicosos personajes, el

En su memoria pusieron una cruz en el lugar

gamboíno Pedro de Abendaño, quiso hacerse

de la muerte. Su recuerdo aún pervive en el topó­

mediante las armas con el Señorío de Markina

nimo Campo de la Cruz a pesar de que la citada

(Zuia) y, en consecuencia, con los habitantes de

cruz de piedra estuvo durante siglos reutilizada

la zona. Era sin duda conocido por su fiereza y

en una pared de la casa de los Bea-Murgia,

ambición sin límites, sembrando el terror allí por donde pasaba.

Dicen que, coincidencias de la historia, los encargados de recuperarla para hacer el monu­

Ante el pánico generalizado, tan sólo el luga­

mento actual se apellidaban Anda y Ortiz de Za­

reño Fernando de Zarate, oñacino establecido

rate, coincidiendo con los nombres presentes en tan insigne historia.

en la torre de Etxabarri de Lukiano (Zuia), se


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K]ZQL\eOLOQÍK D e L V I N O Las bodegas riojanas, concebidas com o espacios dedicados al aprovecham iento de los recursos agrarios y a la elaboración de vino, h a n sido y son el resultado de u n as circunstancias históricas determ in ad as y de unos sistem as económ icos y com erciales m ucho m ás am plios o de m ayor alcance. Tanto es así que los cam bios que a lo largo del tiem po se h an ido introduciendo en estos ám bitos, ad em ás de alterar d e arriba abajo los condicionam ientos previam ente existentes, h a n posibilitado la aparición de nuevas form as de en ten d er la producción vitivinícola, la com ercialización de los caldos, el papel reservado a los edificios en los q u e se g u ard an o, incluso, el significado otorgado al vino.


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excavados en roca viva [rupes = roca), i en sus inicios el vino consti­ demuestran la antigüedad e implanta­ tuía una reserva y un comple­ ción del cultivo de la Vitis vinifera en esta mento dietético insustituible las peculiaridades de las prime­ -n o hay que olvidar que un litro decomarca, vino de graduación intermedia contiene ras 800técnicas de vinificación y la calidad, kilo caio rías-y la bodega era sim plem en­ bastante dudosa, de los vinos que se pro­ ducían por aquel entonces. te el lugar en el que se creaba y alm ace­ naba, en la actualidad, uno y otra se han convertido en símbolos o representacio­ nes del poder, de la vanidad o del esno­ *DíSC:ii16 U C lO N bismo de sus consumidores, propietarios y c A .R A .c c e R ls t:ic x s o usuarios. Sea como fuere, el contenido de este r > e L O S L X Q A .p .e s artículo, lejos de ocuparse de esta clase de asuntos más propios de la crónica so­ SEG Ú N V. PALACIOS Y ). RODRÍGUEZ, los en­ cargados de inventariar los elementos cial o de la sección gastronómica de cualquier semanal, va a tratar de abordar menores del patrimonio de la Cuadrilla un tem a bastante menos conocido por el de Laguardia, la Rioja Alavesa cuenta ac­ tualm ente con un total de 97 lagares ru­ público en general como es el de los la­ gares rupestres alaveses, su tipología, dis­ pestres en distinto grado de conservación. tribución, origen histórico y significado. No obstante, es muy probable que su número exceda del centenar si a los anUnos lagares que, aparte de haber sido

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teriores añadimos los cipios dentro de la scks se LocctLíxcvn que aún quedan por vecina Comunidad de desenterrar, y de los La Rioja. en Lev McrricnCc dos centenares si in­ Esta dispersión re­ m crúiíoncd, íie Lct cluim os los enclavados sulta ser más aparen­ S ie n n c v de\, en los tres municipios te que real porque la de la Sonsierra riojana mayoría de estos la­ fio. cort -inculcxs en -Ábalos, Briñas y San gares no se presentan eL xnZcvio^r d e u n V icen te- o los que se aisladamente sino C-ruxnc^tiLo 'o r m < \ A o formando pequeños vienen descubriendo últim am ente en locali­ o grandes conjuntos por" ScxLiníLLctó de dades tan distantes rupestres integrados Gvfrcvdi^, Lxxc^ucvr" como Villalba de Rioja, por un número que du\. y LctptieVLcx L c tp tie V L de Nájera, Fonzaleche, oscila entre las dos y Cihuri o Arenzana de las nueve unidades. El Lcxta-fccv más numeroso de es­ Arriba y de Abajo. tos complejos se en­ Volviendo al caso que nos interesa, todas cuentra en Salinillas y responde al nombre de Barranco Barrio, las construcciones alavesas se localizan con nueve lagares. A éste le siguen los de en la vertiente meridional de la Sierra del Viñas Viejas con siete, Montebuena Toloño y se hallan confinadas en el inte­ rior de un triángulo ideal formado por Norte con seis, San Andrés de Villabuena Salinillas de Buradón al oeste, Laguardia con otros seis, Castrijo con cinco, y Matadula y la Torera con cuatro lagares al este y Lapuebla de Labarca al sur. Su cada uno. distribución resulta bastante irregular. La Los lagares rupestres alaveses son, al mayor concentración se produce en los térm inos en los que el terreno es más igual que sus vecinos, construcciones llano o apto para el cultivo y los aflora­ m uy elementiales labradas en lo alto de mientos de arenisca más abundantes: la pequeños cerros o altozanos de roca are­ menor en aquellos en los que estas con­ nisca con el fin de contener los racimos diciones desaparecen o se ven merm a­ de uva que se iban depositando en su in­ das. El eje o gradiente así establecido terior y de facilitar el pisado y extracción atraviesa la Rioja Alavesa de oeste a este del mosto. Estos lagares a cielo abierto y explica la presencia de 75 lagares en se sitúan en parajes apartados, fuera de Labastida - la mayor concentración-, en­ los núcleos habitados, y constan de una tre los que se incluyen los 18 de Salinillas plataforma o pileta que no sobrepasa el de Buradón: cuatro en Samaniego, diez metro o metro y medio de diámetro y en Villabuena, uno en Elciego, tres en los treinta centím etros de profundidad, y Laguardia, dos en Lapuebla, siete en San que morfológicamente puede ser circu­ Vicente de la Sonsierra y otros 27 en lar, trapezoidal, almendrada o, excepcio­ Ábalos, aunque estos dos últimos m uni­ nalmente, rectangular; de un canal o


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apertura utilizada para acelerar el des­ agüe, y de un depósito o pocilio de m e­ nor tam año -llam ado torco- en el que se almacenaba el mosto hasta su trasie­ go a otro recipiente o contenedor. De he­ cho, los lagares colocados junto al borde exterior de los bloques de piedra no es­ tán ahí por casualidad sino para que el mosto recién obtenido pudiera descen­ der hasta la boca de los odres en los que se transportaba hasta las casas y para que sus portadores pudieran permanecer de pie y sin agacharse. Los tres elementos anteriores: pileta, canal y torco, son comunes a todos o casi todos los lagares existentes, sin em ­ bargo. la ausencia o especiales caracte­ rísticas de cualquiera de ellos permite, si hacemos caso a los que hemos aludido

más arriba, clasificarlos y dividirlos en tres categorías distintas: lagares exentos, con prensa y con pila y depósito. Los lagares exentos son los más sim ­ ples y no se diferencian en nada de los gamellones o‘ recipientes con forma de artesa en los que se daba de com er o be­ ber al ganado doméstico. Constan de un solo espacio y su planta tiene forma rec­ tangular. Los lagares con prensa reciben este nombre porque junto a ellos se descu­ bren orificios o incisiones en la roca que permiten suponer la presencia continua­ da de máquinas vinícolas, es decir, de prensas de madera. Algunos de estos ves­ tigios sugieren el empleo de prensas ar­ caicas o de "viga de palanca" mientras que otros apuntan la utilización de pren-


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sas de "huso", bastante más comunes y populares durante los últimos siglos. Los lagares con pileta y torco, aparte de constituir el modelo más frecuente y representativo, no son muy distintos de los lagos en los que algunos cosecheros y elaboradores tradicionales siguen de­ positando y pisando uva. La principal di­ ferencia radica en la escala, en el proceso de vinificación y en el carácter exento o no de la construcción. Un lago de tam a­ ño medio es capaz de albergar entre 20 ó 25.000 kilogramos de uva y hacerlo durante ocho o diez días porque se halla a cubierto, en el interior de un edificio en el que la temperatura y la humedad per­ manecen constantes, por el contrario, los lagares rupestres no alcanzan ni de lejos ese volumen y necesitan ser vaciados

continua y rápidamente para proseguir con la actividad y evitar la oxidación del mosto.

O R i q e N e s v>e l o s u K Q X R e s p .u p e s c :p .e s a la cuestión del origen y autoría de estos lagares, es pre­ ciso señalar que las fuentes docum enta­ les greco-romanas arrojan m uy poca luz sobre los inicios de la viti-vinicultura en la Península Ibérica y sobre la extensión o importancia económica de los viñedos locales. El testim onio escrito más antiguo re­ ferido al Valle del Ebro data del siglo IV d.

AN TE S DE ENFRENTARSE

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C . y aparece recogido en un largo poema titulado Ora Marítima en el que Avieno, su autor, describe con detalle las nacio­ nes y ciudades costeras que se extienden entre Britania y el Ponto Euxino -M ar Negro- sin olvidarse de Hispania y de uno de sus principales ríos, el Ebro. Al nombrar a los habitantes que viven en sus orillas es cuando señala lo siguiente: "enormemente famosas fueron las rique­ zas de sus habitantes por las costas del mundo, pues, además de la fertilidad de sus campos, merced a la cual la tierra cría ganados, viñas y los dones de la rubia Ceres" 493 ss.). Ninguno de los restan­ tes tratadistas griegos o romanos men­

ciona específicamente los majuelos de esta región. Las alusiones de Estrabón, Diodoro Sículo, Plinio el Viejo, Columela o Varrón se ocupan genéricamente de los vinos y de las vides hispanas sin indicar ni su procedencia, ni las diferencias re­ gionales, ni las áreas productivas. Lo más destacable de la información transmitida por Avieno estriba en que, para algunos expertos, los hechos relata­ dos por este poeta no están basados ni en sus experiencias ni en sus conocimien­ tos personales sino en los de un viajero griego o, tal vez, fenicio nacido diez siglos antes. Si aceptamos esta posibilidad, el cultivo de la viña debió iniciarse hacia el


siglos VI o VII a. C . en las zonas más bajas del Valle del Ebro y desde allí fue exten­ diéndose hacia el norte y el o e ste .. Por otra parte, las pistas y vestigios arqueológicos tampoco son muy abun­ dantes. Los más tempranos proceden del siglo I d. C., han sido obtenidos en yaci­ mientos navarros, riojanos y alaveses, y se reducen a una de estas tres variedades: motivos vegetales vitícolas -pámpanos, racimos, hojas de parra- destinados a la decoración de lápidas funerarias como las de Gastiain, Ocariz, Contrasta... o de di­ versas variedades de cerámica; recipien­ tes diseñados para servir o contener vino -ánforas, páteras, jarras, vasijas- y, final­ mente, estructuras y dependencias arqui­ tectónicas para su producción constatables en las villas romanas de Arellano, Falces, Funes, Sada y Liédena. Sin embargo, y a pesar de la parque­ dad de los datos que acabamos de expo­ ner, lo que sí parece estar fuera de toda duda es que si a alguien hay que atribuir la promoción, difusión y popularidad del vino en el AgerVasconum es a lo roma­ nos. La forma y la rapidez con qué lo hi­ cieron o el éxito que lograron es lo que todavía está por descubrir. Una vez cerrado el capítulo de la Era Antigua, hay que esperar al final de la Alta Edad Media para hallar nuevas prue­ bas que demuestren la continuidad his­ tórica y la generalización de esta actividad en el mismo ámbito geográfi­ co. La mención más precoz se encuentra en un diploma del año 9 34 en el que el conde castellano Fernán González obliga a que cada hogar de la Sonsierra entre­ gue al monasterio de San Millán "una medida de vino en oblación y un pan en

ofrenda". A partir de ese momento y du­ rante el resto del siglo X y todo el siglo XI, las citas no sólo no dejan de sucederse sino que apuntan la presencia de laga­ res, posiblemente rupestres, y la de varios pueblos vitícolas que, a día de hoy, aún siguen siéndolo: Ábalos, Baños de Ebro, Moreda, Oyón,Torrem ontalvo, Som alo... Digresiones históricas al margen, lo cierto es que ninguno de los muchos in­ vestigadores que se han ocupado del es­ tudio de estas obras ha sido capaz de establecer con exactitud quién las inició, cuándo lo hizo o durante cuánto tiempo estuvieron en funcionamiento. La hipó­ tesis más popular y la que merece más crédito sitúa su constnjcción en una hor­ quilla temporal que va desde los siglos VIII/IX hasta el siglo XIII o XIV, pero al mismo tiempo, todos los expertos coin­ ciden en afirm ar que las únicas pistas que pueden arrojar alguna luz sobre este enigma se encuentran bajo tierra, ente­ rradas en algún yacim iento y a la espera de que algún arqueólogo las encuentre y feche con carácter definitivo. A falta de pruebas concluyentes, el primer registro escrito que, supuesta­ mente, se hace eco de un artefacto de estas características -torcu lare antiquusdata del 959 y aparece recogido en el Cartulario de San Millán. La suposición es bastante verosím il y lo es porque el con­ texto en el que aparece el térm ino torcu­ lare sugiere que se trata de un lagar pero de uno muy especial por estar exento y colocado en medio del campo, allí donde comienza el coto del monasterio. Este mismo rasgo, el aislamiento o la lejanía de las instalaciones en las que se realizan las operaciones de vinificación -turcula-

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La tesis del origen ría, m orculare, troliare, d e Los L.a x jiw c s altomedieval de los lacus o lacum - reapa­ lagares rupestres pue­ rece en documentos T'tipesrres p ued e r de reforzarse indirec­ riojanos que van desde índi-rec' tamente a través de los años 1020 hasta rcvmenCie cv Crcxvés 1082, y aunque no se dos argumentos. Primeramente, las vi­ mencione el material d e dos viendas en las que vi­ del que están hechos, Lcxs vi\'ter>dcvs en lo más probable es que vían los constructores L<xs c|ue vi\lcvn Los sean de piedra y hayan de estos lagares de­ bían ser muy diferen­ sido excavados allí m is­ consrrucrores de tes de las actuales, mo a semejanza de lo e s z o s Lcu^cxres y Lev tan pobres, pequeñas que sucede en otros lu­ rcTpxxCcKciórt d e Los y arcaicas que eran gares de la Península incapaces de albergar como las comarcas ca­ vír»os cxLctveses una instalación así de talanas de Bages y simple o rudimenta­ Noguera y la portugue­ ria. En segundo lugar, sa de Tras os Montes la reputación de los vinos alaveses es un en donde cuentan con hallazgos muy se­ fenómeno relativamente tardío que se al­ mejantes o, incluso, de Italia. A este res­ canza a finales de la Baja Edad Media y pecto, el testimonio de Alonso de Herrera, principios de la Moderna gracias a los aún siendo muy posterior en el tiempo adelantos introducidos por las órdenes -su trabajo más famoso. Obra de agrículmonásticas en el proceso de vinificación. tura. también conocido con el nombre de Y, aunque sólo sea una posibilidad, una Agrícultura general, fue editado en 1513-, de estas mejoras pudo consistir, precisa­ resulta ejemplar porque confirma la pro­ mente, en la sustitución de los lagares ru­ liferación o el éxito de este modelo y pestres por lagares convencionales porque ofrece detalles m uy interesantes pensados para favorecer y prolongar la acerca de su funcionamiento y utilidad: fermentación del mosto e incrementar el "en Roma (...) tienen en las viñas albergrado y el color de los vinos resultantes. cas hechas de ladrillo, o piedra muy bien Si esta conjetura es válida, la utilización betunadas, y el suelo, o de argamasa o de estos lagares habría cesado justo an­ bien ladrillado, y algo acostado hacia el tes de que los vinos alaveses comenzaran un lado, y de aquel cabo otra alberca pe­ a ganar la fama de que gozan actualm en­ queña a la qual por un agujero pequeño te. corre el mosto, y aquello traen a casa (...) y lo echan en sus tinajas a cocer sin cas­ Al margen de estas sospechas, un ca y de las cascas que quedan en las vi­ gran conocedor de estas instalaciones llamado Fernando Andrés, expresó hace ñas, tienen allí su casa y en ella su bodega pequeña y vasijas y hacen allá aguas para unos años la posibilidad de que el desti­ no de estos lagares no fuera, como casi la gente que labrare las viñas".

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iD e sc le c ju e L o s todo el mundo cree, fa­ cilitar o abreviar los trabajos de vinificación sino impedir que los recaudadores cobraran los impuestos en espe­ cie incautándose de la uva recién cosechada. Para evitarlo, los viti­ cultores obraban con discreción alejándose de los pueblos y procu­ rando que nadie supie­ ra cómo les había ido la vendimia y cuántas cantaras de mosto ha­ bían reunido.

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ción o especialización de las explotaciones. En este escenario do­ cuL civo cié Lev vid minado por la penu­ e n Los c X h o r e s de ria y el estancamiento Lcx ero. criscícvncx socio-económico, las únicas estrategias que íxxsr<x "incd^s de aseguran hasta cierto L<x 0d ísd COedicv Lív punto la superviven­ cLcvse ctxmpesíncv » p e cia de los campesinos y la alimentación de »pon es Lct r-esponscü^Le sus familias son el pod e Lci. pfodttccUS^ y licultivo y la colabo­ rrtxns 'or-mcuríór» de ración de aquellos miembros del grupo Lo. uvcv en vino doméstico que estén en edad de trabajar. Nadie puede permi­ tirse el lujo de vivir de una sola cosecha y menos de la de los frutos de la vid. L X P R O D U C C IO N El paisaje de la Rioja Alavesa su terri­ •D e V I N O torio, el trabajo agrícola y la vida social de sus gentes se organizan y giran alre­ DESDE QUE LOS RO M A NO S introducen e dedor de la conocida trilogía mediterrá­ impulsan el cultivo de la vid en los albo­ nea -viña, olivo, cereal-, de unas pocas res de la era cristiana hasta finales de la hortalizas, ya que América aún estaba Edad Media, es decir, durante el período por descubrir, y de otras tantas varieda­ en el que es posible que se excavaran los des de leñosas. lagares a los que dedicamos este artícu­ El vino que se produce bajo estas con­ diciones se canaliza hacia el autoconsumo lo, la clase campesina es la responsable de la producción y transformación de la y no se destina a saciar la sed sino el ham­ uva en vino. Los monasterios y los seño­ bre de todos los miembros de la unidad familiar, niños incluidos. Su consideración ríos se descargan de buena parte del tra­ bajo que entraña esta actividad porque no es la de una bebida sino la de un ali­ los agricultores les proveen de gran parte mento que proporciona muchas calorías y de la uva que necesitan a través de los es fácil de guardar, transportar e ingerir. diezmos y otros impuestos en especie. Por ese motivo no es extraño que se aña­ Sim ultáneamente, la falta de vías de co­ da, como si de un condimento se tratara, m unicación, medios de transporte, redes a los guisos, al pan con o sin azúcar o que comerciales y excedentes lim ita los in­ se cueza durante horas para reducirlo y tercambios mercantiles y la modernizatransformarlo en arrope o mostillo. Las

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clases populares consideran que la calidad del vino es un asunto menor -no ocurre lo mismo ni con el clero ni con la nobleza - lo que verdaderamente les importa es su abundancia y disponibilidad hasta la si­ guiente cosecha. Cómo serían las cosas que, unos cuantos siglos después, alrede­ dor de 1830. el viajero británico Richard Ford en Las cosas de España sigue asom­ brándose del modo en el que se realiza la vendimia y, sobre todo, de la poca higiene que reina durante y después de este pro­ ceso: "hombres con las piernas y los bra­

zos rojizos, alegres y joviales como sátiros, rellenando apresuradamente la tosca y sucia cuba, en donde se meten las uvas indiscriminadamente, las blancas y las ne­ gras, las maduras y las agraces, las sanas y las podridas, sin ningún esmero, sin hacer la menor selección. La suciedad y el aban­ dono con que se hacen todas las demás operaciones corren parejas con esta pri­ mera. Se prensa la uva con los pies desnu­ dos o con vigas del sistema más primitivo, y en los dos casos, todas las operaciones de clasificación se dejan a la fermentación


natural porque hay una divinidad que dis­ pone de nuestros destinos". Es de suponer que el vino que salía de los lagares rupestres era igual o peor que el que imagina Ford. Un vino común o "de pasto", de escasa graduación y bajo de color, con m uy pocos taninos e inca­ paz de envejecer porque no llevaba nin­ gún conservante y porque en lugar de introducirse en depósitos de cemento o toneles de madera, que no se conocían, se guardaba en pellejos o cueros hechos con piel de cabra, revestidos de pez y di­

señados para contener entre cuatro y ocho cántaras (1 cántara = 16 litros). Además, si hay algo en lo que estén de acuerdo todos los expertos es en que es­ tos vinos no podían ser otra cosa que blancos o claretes. La razón es que al no haber un lago o depósito de gran capaci­ dad, era materialm ente imposible que los mostos cocieran o maceraran duran­ te ocho o diez días en compañía de los hollejos y los raspones que son los que, a la postre, proporcionan el color y los ta ­ ninos. En su lugar, se pisaban los racimos.

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se recogía el mosto para ponerlo a buen recaudo y la oruja y el escobajo se retira­ ban de la pila para depositar una nueva carga de uva y reemprender el proceso. Por último, y desde un punto de vis­ ta técnico, es necesario subrayar que la eficacia y el rendimiento de los lagares rupestres eran más que discutibles. Las razones no hay que buscarlas únicam en­ te en la producción en exclusiva de cla­ retes sino en otros dos factores. El primero tiene que ver con una prueba experim ental efectuada en La Granja de Remelluri en 1992 en la que se descu­ brió que en un lagar de estas caracterís­ ticas hay que exprim ir treinta kilos de uva para conseguir una cántara de vino cuando ahora lo normal es que se em ­ pleen entre veintiuno y veintitrés. El se­ gundo con la modestia de sus dimensiones y su escasa capacidad. Si un lagar tipo tiene un aforo de alrededor de 3 5 0 litros y empleamos el factor de conversión anterior, podemos concluir que las uvas que se depositaban en su interior no podían pesar mucho más de 6 56 '2 5 kilogramos y que para obtener unos pocos miles de litros, pongamos que 2 .000, había que repetir las mismas operaciones de llenado, pisado y vaciado no menos de seis veces. Mucho trabajo para tan magro resultado.

C O N C L U S IO N e S

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EN EL TRANSCURSO DEL ARTÍCULO hemOS intentado demostrar que, en sus inicios, las instalaciones destinadas a trocar la uva en vino fueron pensadas como sim­

ples receptáculos en los que realizar una operación tan sencilla como pisar con los pies un fruto recién recogido. Aunque re­ sulte mucho suponer, y así lo hemos se­ ñalado, la más que probable inadecuación de las viviendas altomedievales se solu­ cionó en el caso de la Rioja Alavesa adap­ tando y utilizando los accidentes geográficos de modo que la bodega y el mosto acabaron compartiendo vecinda­ rio con los viñedos y la uva. Con el paso del tiempo, la intimidad física, o metafísica, entre fruto y produc­ to desaparece y los espacios vinícolas se apartan del viñedo pues así lo requieren los cambios y mejoras que poco a poco se van introduciendo en la vinificación. Las operaciones de selección, fermenta­ ción, prensado, remontado, conservación o mezcla resultan tan sofisticadas que requieren instalaciones cubiertas, a salvo de los elementos, y mejor adaptadas a los gustos y exigencias de una población más sofisticada y con mayor poder ad­ quisitivo. La distancia creciente que media en­ tre la materia y su destino en el interior de una cueva actúa como metáfora del proceso de tecnificación, urbanización y descenso del número de campesinos al que hemos asistido desde finales de la Edad Media. Los lagares rupestres, un tanto alejados de los núcleos habitados, dan paso a bodegas sitas en el subsuelo de casas, monasterios o palacios. La cul­ tura, la arquitectura y la eficacia huma­ nas se abren paso frente a la piedra desbastada y a la naturaleza. IDIGD JA U REG U IEZQ U IBEU Antrapúlago y escritor


LA B A STID A A Y U N T A M IEN T O D E L A B A S T ID A T e l . 9 4 5 33 18 18/10

a beber e vino de nuestras fiestas, a degustar nuestra tradición, a gozar de nuestro patrim onio

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FIESTAS DEL CRISTO

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[a la conclusión de la ven­

LA RONDA

dimia (confirmar fechas)]

[7 de diciembre]

Es La fiesta de La vendimia, una acción de gradas por los frutos recogidos en Los viñedos

El puebLo recorre las calles de la viLLa, en las que se han preparado hogueras a lo largo de todo ei casco histó­ rico, hasta llegar a la Plaza, donde se reparten castañas asadas y zurracapote.

LOS PASTORES [24 y 25 de diciembre] Es la Nochebuena y Navidad de Labastida cuando puede disfrutarse de una danza cívico-religiosa que data de finales del s. XVI. Se trata de una adoración que doce pas­ tores, el abuelo y la zagala, guiados por el Cachimorro, hacen al Niño Jesús.

OFICINA DE TURISMO P a la c io de los S a la za r CASA DE CULTURA T e l. 9 45 33 10 15 tu ris m o la b a s tid a @ e u s k a ln e t.n e t w w w .lab astid a -b a stid a.o rg w w w .th ab u ca.co m


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Jakina da Kantauri aldean garaiak zeudela, errom atarren garaìan bederen. XVII. m endera arte oso ohikoak izan ziren Bizkaiko ekialdeko eskualde guztietan. La existencia de hórreos en el área cantábrica es bien conocida al menos desde época romana. Hasta el siglo XVII constituyeron una presencia muy habitual en todas las comarcas orientales del territorio de Bizkaia.


Ibarguen baserriko garaia zurezko aletegi bat da, uztako produktuak hezetasunetik eta animatiengandik babesteko lurretik altxaturik dagoena. Oinarrizko hiru atal ditu: lurretik aldentzeko harrizko euskarrien sistema bat, taulekin egindako edukiontzi bandi bat eta biltzeko eremuez hornituriko habeak, eta bi isurkiko estaiki bat. Bere ezaugarriengatik, garaia XVII.mendeko lehen hamarkadetakoa dela esan genezake. HELBIDEA Etxebarria. Galartza auzoa, 34. NOLAHELDU Etxebarriko hirigunetik BI-3950 errepidea hartuko dugu Eibarrerantz. Laster garaia ikusiko dugu, berau bidearen eskuinaldean dago.

EI hórreo del caserío Ibargüen es un granero de madera elevado por encima del nivel del suelo para proteger los productos de la cosecha de la humedad y los animales. Consta de tres partes fundamentales: un sistema de soportes pétreos que lo mantienen aislado del suelo, un gran contenedor de tablas y viguería dotado de espacios de almacenaje especializados, y una cubierta a dos aguas. Por sus características el hórreo puede fecharse en las primeras décadas del siglo XVII. DIRECCIÓN Etxebarria. Barrio Galarza, 34. ACCESO Desde el centro de Etxebarria tomaremos !a carretera 81-3950 en dirección a Eibar. Pronto veremos el hórreo, que se encuentra a la derecha de la vía.

IKGURUKO BESTE LEKU INTERESGARRt BATZUK: ANSOTEGIJAUREGIA ETA OLA, ETXEBARRIA. MUNIBE JAUREGIA, ETXEBARRIA SAN AÑORES ELIZA, ETXEBARRIA. URRUSOLO IBAIKO ERROTA, MARKINA-XEMElN. BARINAGAKO SANTA MARINA BASEUZA, MARKINAKO MO^iUMENTO MULTZOA.

OTROS LUGARES DE INTERÉS CERCANOS: CASA Y PERRERÍA DE ANSOTEGI, ETXEBARRIA. PALACIO DE MUNIBE, ETXEBARRIA. IGLESIA DE SAN ANDRÉS , ETXEBARRIA. MOUNO DE Río DE URRUSOLO, MARKINA-XEMEIN. ERMITA DE SANTA MARINA DE BARINAGA. CASCO HISTÓRICO DE MARKINA.



LAGAR RUPESTRE PERTENECIENTE AL CÜMPLEIO DE LA TORERA, DESDE DONDE SE APRECIA UN AMPLIO DOMINIO DEL VALLE Y DE LA V IL U DE HARO

En Á lava, com o en el conjunto de la Penín sula Ib érica, la p roducción y el consu m o vin íc o la h an tenido una im p o rtan cia enorm e desd e la m ás rem ota antigüedad. M ucho m á s que una m era bebida alco h ó lica , el vin o ha sido una im p ortante fuente caló rica b á sica en la d ieta de cu a lq u ie r cu ltu ra m editerránea h istó rica y su consum o siem pre se relacionó de una form a u otra con los eng ranajes b ásico s de so cia liza ció n . Precisam ente por ello, el vin o estuvo y está presente aú n en la s d istin tas m an ifestacio n es religiosas hasta el cristian ism o . De esta form a, la s costum bres cu ltu rale s co tid ia n as se ven reforzadas e incluso “o ficializa d as” por el ritual sagrado; en la p rá ctica cató lica sin ir m ás lejos, la “sangre de Cristo” juega un papel trasce n d e n tal com o vehículo m ágico de retorno a Dios.

texto V fotos « VICTORINO PALACIOS Y JOSÉ ROORÍGUEZ


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videntem ente, la existencia de vid im plica necesa­ riam ente unas formas de organización, cultivo y transform ación particulares: a ello nos referiremos en las líneas que siguen. Querem os incidir en la medida de lo posible en las gentes que utilizaban estos lagares o torcularía, dando im portancia al quién por encim a del qué, sin olvidar en ningún caso que la sim ple conservación de estas estructuras excavadas en roca constituye de por sí un elem ento patrim o­ nial de prim er orden: son algunas de las m uestras más a n ti­ guas de la elaboración de vino en Álava, si no las más tem pranas. El hallazgo y análisis de estos lagares son un buen exponente de que, a falta de docum entación escrita, no esca­ sean los testim onios m ateriales que nos hablan del pasado m ás oscuro, siempre que nos acerquemos a ellos con respeto y rigurosidad. El ayuntam iento de Labastida quedó gratamente sorprendi­ do, de una parte, y sensibilizado e ilusionado, de otra, por el gran número de lagares excavados en roca localizados en su jurisdic­ ción, totalm ente enraizados con una de las actividades producti­ vas y económicas más tradicionales y reconocidas no sólo del municipio labastidense sino también de toda la comarca alavesa de la Rioja, la vitivinicultura.

EL ORIGEN DE

LJkBASnDAHAY QUE BUSCARLO EN E L BARRIO DE LA MCnA, EN TORNO A L CERRO QUE OCUPA HOY lA ERM ITA’ D EL CRISTO. VERDADERA ACRÓPOUS CON RESTOS AÚN DE MURALLAS YSAETERAS ' QUE DEBIÓ DE ALBERGAR lA ANTIGUA FORTALEZA SO BRELA POBLACIÓN


LAGAR RUPESTRE QUE CORRESPONDE ALCONIUNTO DE ARTA(ONA

LAGAR RUreSTRE NÚMERO 3 D EL CONIUNTO DE ISKORTA CON SU PILETA CIRCULAR COMPLETA, SU CANAULLO YTORCO CU A D RAN G U LA PRESENTA, ADEM ÁS, ROZAS DE DECANTACIÓN

Al Gabinete de Arquitectura Rural, elaborador del inventario del patrimonio arquitectónico alavés en el apartado denominado ‘‘elementos menores", le fue encomendado por el Ayuntamiento de Labastida la viabilidad y elaboración de un proyecto integral que acometiese la catalogación, investigación, recuperación y puesta en valor del rico elenco de los lagares excavados en roca de su circunscripción. El proyecto expuesto por el Gabinete de Arquitectura Rural contempla tres fases distribuidas en el tiempo y espacio. La pri­ mera de las actuaciones, ya ejecutada, acoge a 12 complejos con sus correspondientes itinerarios señalizados y paneles inform ati­ vos, cuyos resultados se exponen en este artículo. Los nombres toponímicos de estos complejos son: Atxalde, Fonsagrada, Iskorta, La Torera, Las Piletas, Los Arenales, Marrate, Montebuena Norte, Montebena Sur, Mugazabal, San Cristóbal y Santurnia. La segunda etapa pretende ahondar en los mismos aspectos y directrices de la primera fase sobre el conjunto de lagares ru­ pestres localizados en una de las zonas más tempranamente ha­ bitadas, el denominado barranco Barrio - a l pie del antiguo castillo de Buradón- Esta segunda etapa contempla también la recreación del prensado de los hollejos y raspas de los racimos de la uva mediante el montaje de los dos modelos de prensas utili­

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zados por los antiguos vitivinicultores, ingenios que se han pro­ longado a lo largo de los siglos, llegando hasta bien entrada la pasada centuria. La tercera fase, más modesta a priori por la mayor sencillez de las estructuras inventariadas, trata de actuar sobre eí resto de los lagares excavados en roca esparcidos por la jurisdicción bastidense. Al final de las tres fases esperamos conocer y ofre­ cer una fisonomía más aproximada y fiel de los lagares excava­ dos en roca en aquellos aspectos que se exponen en este artículo. En conjunto, se han inventariado en la región de Rioja Alavesa alrededor de un centenar de lagares excavados en roca, todos al aire libre, 75 de ellos en el actual municipio de Labastida. En cualquier caso, nos vam os a centrar principalmente en las re­ flexiones fruto de la investigación histórico-arqueológica llevada a cabo durante el verano y otoño del año 2005 en aquellos doce com plejos de lagares -u n total de 28 unidades-, siempre en ju ­ risdicción de Labastida. Son elementos que han quedado feliz­ mente fosilizados en algunos promontorios, fuera del descontrolado proceso de explotación masiva con maquinaria llevada a cabo en las últim as décadas de fiebre vitivinícola. A través de ellos, daremos unas pinceladas históricas que buscan retratar la vida de las personas que habitaban la Sonsierra riojana -an te s Subserra navarra- durante los siglos IX y XIII, previa­ m ente a que el rey castellano Fernando III privilegiara mediante Fuero Real a Labastida sobre un asentam iento ya existente, mo­ dificando en pocos años y por completo el paisaje político-eco­ nómico anterior.

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ANTES DE LA APARICIÓN Y GENERAUZACIÓN a partir del siglo XIII del entramado administrativo concejil, los cartularios de los grandes monasterios y la documentación de carácter real se presentan como los mejores y casi únicos testimonios escritos que dan fe de la producción de vino en Álava durante las oscuras centurias altomedievales. Donaciones y escritos de compra-venta, princi­ palmente entre cenobios, iglesias, ermitas, seniores o milites no­ bles e incluso monarcas, son las referencias más comunes. De esta forma tan explícita: “ pan y vino deTabuerniga y la Subserra", pedía a mediados del siglo XII el poderoso cenobio de San Millán de la Cogolla los bienes más preciados que le correspondían en esta zona, según el documento denominado Falsos votos de San M illán. Se puede inferir una relativa especialización vinícola que queda contrastada por el gran número de lagares que se concen­ tran en la mitad occidental de la Rioja alavesa (70% ) para des­

LAGAR RUPESFRE DE MONTEBUENA NORTE. LABORES DE EXCAVACIÓN Y RECUreRACiÓN ARQUEOLÚGICA D ELA S ESTRUCTURAS TALLADAS EN PIEDRA. UTILIZADAS PARA LA OBTENCIÚN D EL MOSTO EN EL PROPIO ENTORNO DE VIÑEDOS


LAGAR RUPESTRE DELCOM PLEIO DE IO S ARENALES, EN EL QUE PUEDE VERSE LA PILETA. EL CANAL Y EL TORCO TRAS LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

aparecer por completo al este de Laguardia. donde curiosamente se documentan estructuras asociadas a ganadería, desde dólme­ nes prehistóricos hasta corrales adscribióles a los siglos XIX y XX. Esto no significa que allí no se cultivara vid, hecho bien conocido, más bien parece reflejar un policultivo agropecuario. Lo que re­ sulta innegable es que el fenómeno de los lagares excavados en roca al aire libre está muy limitado espacialmente -Labastida, Briñas, Ábalos, San Vicente de la Sonsierra y, en menor medida, Samaniego, Navaridas, Leza, Elciego y Laguardia- y tem poral­ mente al estar relacionados con formas de poblamiento tardoantiguas y/o altomedievales. En muchas de las noticias históricas, la aparición de términos como vineis, torcular, torcuiare, torcularía, troilare, etc., nos invi­ tan a imaginar esforzados habitantes labrando viñas con toscos aparejos y recogiendo la uva madura para convertirla en mosto mediante sencillos sistemas de pisado o prensado: “Alia vinea ad ilio troilare". De hecho, el ámbito de cultivo excedía am pliam en­ te las áreas de explotación actuales; las primeras referencias es­ critas de los siglos VIII-IX aseguran la producción de vino en zonas alejadas como Valdegovía o la ribereña meridional del Zadorra y Baia. En la mayoría de lugares, las viñas com plementa­ ban cultivos cerealísticos y hortalizas, dedicando para ello tierras


relativam ente marginales, de menor rendimiento. Sin embargo, únicam ente en el área anteriormente mencionada se presentan estas misteriosas estructuras para producir vino.

r r e s r r iQ o s m e 'D ie v x u e s

SI ESTOS LAGARES HAN FORMADO PARTE DEL DEVENIR de Labastida

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durante cientos de años, ¿cómo era el paisaje humano que los acompañaba tras el paulatino desplazamiento de (a frontera de reconquista hacia el sur?, ¿qué sabemos de sus habitantes entre los siglos IX y Xíll? La documentación histórica y la toponimia conservada sugieren la existencia de varios centros de cuito re­ partidos por el territorio -Remélluri.Tabuérniga.Torrontejo, Santa María de Toloño, Santa Eulalia, Santiago, San Cinés, San Roque, San Clem ente, Santimia, San Julián, San Pelayo o San Andrés- A su abrigo se asentarían pequeñas poblaciones débilmente estruc­ turadas y “granjas" de explotación agroganaderas, actuando así como auténticos focos organizadores y dinamizadores del territo­ rio. A través de ellos tam bién se captaban los excedentes cam pe­ sinos en forma de impuestos o diezmos que luego se canalizaban hacia núcleos de m ayor envergadura como San Millán, Leire o Iratxe, entre otros. Diversas necrópolis datadas entre los siglos XI y XIII, ju n to a restos de antiguas estructuras de culto prerrománicas y románicas dan la confirmación material a estos supuestos. Finalmente, pequeños castillos-vigía situados en los roquedos de la sierra de Toloño defendían y controlaban el territorio y, tal vez también, los intereses económicos de los grandes seniores. Inmersas de lleno en el esquema feudal, hablamos de modes­ tas aldeas sin jurisdicción propia, dependientes jurídica y econó­ m icam ente de señores laicos o eclesiásticos a los que entregaban parte de su trabajo - s i no el to d o - mediante diezmos y otras exacciones fiscales, generalmente en especie, además de otras prestaciones personales. La preocupante falta de restos de aqué­ llos lugares de hábitat se ha atribuido tradicionalmente a la pro­ pia dificultad de rastreados desde el presente, habiendo sido construidos mediante materiales perecederos y técnicas m uy toscas. En el entorno de ellos, pero no anexos, debemos ubicar los lagares excavados en roca. Si ya conocíamos dónde oraban, dónde entregaban sus excedentes y dónde se enterraban los po­ bladores altomedievales de Labastida, ahora también sabemos dónde y cómo trabajaban parte de sus tierras, los viñedos. La cantidad, dispersión y morfotipología de los lagares exca­ vados en roca parecen indicar que fueron utilizados por peque­ ños grupos, tenentes -arrendatarios que mantenían una cierta autonom ía a cambio de im puestos- o collazos -labradores inser­ tos en las tierras del señor de turno- que cultivaban viñedos de

LA ERM rrA DE REM ELLURI REPRESENTA LA EXISTENCIA DE UN CENTRO DE CULTO CRISTIANO EN LA ALTA EDAD M ED L\ TAL COMO QUEDA DOCUMENTADO EN SU NECRÚPOUS RUPESTRE. ESTOS PEQUEÑOS CENTROS DE PODER ACTUARIAN COMO ORGANIZAEX)RES D EL TERRITORIO MÁS CERCANO, CAPTANDO LOS EXCEDENTES DE LOS DÉBILES CAM reSJNOS QUE SE ASENTABAN A SU ABRIGO EN PEQUEÑAS ALDEAS


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UDS PE[1£)0S Y ODRES SERVIAN PARA ALMACENAR Y ■mANSPORTAR EL EXIGUO MOSTO EXTRAÍDO EN EL U G A R RUPESTRE DE LA PRORA VIÑA HASTA EL MODESTO HOGAR EN E L PUEBLO. HACE VARIOS CENTENARES DE AÑOS

escaso tamaño en las proximidades de los sitios de transform a­ ción en mosto. Existen lagares que se presentan relativamente aislados, aunque no podemos asegurar que lo estuvieran ante­ riormente y que, simplemente, sus compañeros no se hayan con­ servado hasta la actualidad: de cualquier modo, suelen aparecer en grupo, mostrando así lugares de intensa explotación vinícola, pero siempre guardando un tam año y capacidad menores, al tra­ tarse de pequeñas heredades diferenciadas pero dentro de una misma zona de cultivo. Así, cabe pensar por un lado que las can­ tidades pisadas eran escasas y, por otra parte, que el mosto "de lágrima" extraído se almacenaba directamente en pellejos y odres para transportar a las casas, prácticamente sin contacto con el hollejo; de este modo, junto a algunos lagares se han ha­ llado pequeños depósitos cuya función interpretamos como la de calentar la grasa o sebo y embetunar la piel para aum entar su aislamiento. Eran explotaciones fam iliares en las que m uy posi­ blemente existía una correspondencia directa entre la propiedad y/o el uso del lagar de transformación con el viñedo. O tra carac­ terística básica es que en ningún caso aparecen asociados a los lagares rupestres elementos constructivos de habitación, por lo que interpretamos que se trataba de lugares de trabajo y no de hábitat.



RECREACIÓN IDEAL DE SORM EN CREATIVOS PARA BODEGAS REMELLURI, LABASTIDA. EN ELLA APARECE UNA E S T R U aU R A DE ALDEA ALTOMEDÍEVAL, CON SUS CAMINOS DE TRÁNSITO, SUS CASAS DE TECHUMBRE VEGETAL, SUS HUERTAS Y SU NECRÓPOLIS DE ENTERRAMIENTO. ES EN ESTA ÉPOCA CUANDO DEBIERON DE CONSTRUIRSE LOS LAGARES RUPESTRES EN EL PROPIO SUSTRATO ROCOSO DEL ENTORNO NATURAL DE LAS VIÑAS YA QUE LOS MODESTOS HOGARES CARECÍAN DE ESPACIO Y MEDIOS TÉCNICOS PARA LA EXTRACCIÓN DEL MOSTO DE LAS UVAS


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AHORA BIEN, EL MODELO GENERAL PARECE ROMPERSE en dos casos ex­ cepcionales: Santurnia y Montebuena Norte. En el primero se han conservado perfectamente sobre la roca las huellas de dos estnjcturas anexas, pero bien diferenciadas: un pequeño lagar de pisado, si­ milar a la gran mayoría de los estudiados, y una espléndida prensa de viga-quintal. En Montebuena, se trata de una prensa de “capilla" rodeada por otros cinco lagares de pisado. El descubrimiento es de vital importancia, pues en esta ocasión la pasta sobrante del pisado es prensada de nuevo en segunda instancia para obtener un nuevo mosto. La pureza del segundo líquido es menor, pero el mayor con­ tacto con las pieles le otorga más cuerpo y color; además, el carácter industrial de los complejos hace aumentar el rendimiento notable­ mente. Entonces, ¿a qué se debe esta maravillosa anomalía que rompe con los sistemas más toscos imperantes? Parece que la idea de una distinta cronología -m ás avanzada- no es la adecuada, pues aparecen asociados a otros elementos de pisado, compartiendo es­ pacio. Más bien nos inclinamos por la hipótesis de una potente insti­ tución detrás de su ir^iciativa y promoción. Un ente socioeconómico mucho más poderoso que rompe la igualdad que se detecta en el resto de los modos de transformación; una figura capaz de sistema­ tizar la producción - y tal vez de aunarla en el caso de Montebuena N orte- mucho más allá de los modestos medios del campesino de a pie. Podríamos estar, en resumen, ante el reflejo material del es­ quema estamental de la Edad Media, unos muchos que pisan su es­ casa producción de uva y unos pocos potentados que disponen de medios más avanzados y de la capacidad de imponerlos.

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N u e v o

CUANDO FERNANDO III OTORGA EN 1242 EL FUERO REAL a Labastida, Álava cuenta ya con una docena de villas privilegiadas que han cambiado drásticamente la organización política y las estrategias económicas sobre el territorio. Lo mismo va a suceder en este entorno; el antiguo poblado de Labastida, beneficiado jurídica­ mente a partir de entonces, se va a convertir en el centro políti­ co, económico y social de toda la comarca, englobada en la jurisdicción de la villa. Las aldeas dispersas por su territorio van a ir paulatinamente perdiendo fuerza a favor de la "ciudad", que centraliza el com ercio y la distribución de bienes. Las gentes van a Ir convergiendo hacia allí, en busca de más libertad para sus quehaceres cotidianos frente a la presión y arbitrariedad de los señores. En este contexto, los lagares rupestres pierden (a partida, se van a ir abandonando paulatinamente por los tradicionales “lagos" situados en el casco urbano, bajo (as propias casas.

VISTA GENERAL DEL CGMPLEIO D£SANTURNL\ COMPUESTO DE UN L^GAR SIM PLE DE PISADO Y UN SEGUNDO L^GAR CON SISTEMA DE PRENSADO M ED IAN TI VIGA DE PAUNCA


HUELLA EN LA ROCA DE LOS ORinCIOS EN LOS QUE SE INSERTABAN LOS TRAVESANOS HORIZONTALES QUE ASEGURABAN LOS PIES VERTICALES DE LA ENORME PRENSA DE VIGA

La acum ulación de servicios tiene aquí una segunda lectura; es más fácil cuantificar y controlar la producción si la transfor­ mación se realiza en Labastida que de otra form a, cuando los campesinos generaban vino en los antiguos lagares y pagaban ya con el mosto sus impuestos a los nobles y monasterios. A este respecto, queremos cerrar el artículo con una noticia de 1332 que muestra bien a las claras la im portancia del cambio en los modos de producción y exacción: el cabildo de Calahorra reclama form alm ente a los clérigos y beneficiados de Laguardia, solicitando que les entreguen “ la cuarta parte de las vinazas de las huvas que vinieren e devan venir e pertenes(;er de la de<;ima a los lagos com unales de las dichas eglesias de laguardia e de sus aldeas [...] asi como el quarto del vino dellas [...] pues todo nas(;e e sale de las dichas de<;imas de las huvas et el vino non se puede colorar nin adobar sin las vinazas". La villa otorga nue­ vas oportunidades a los vecinos y moradores, pero tam bién or­ ganiza y centraliza de un modo más eficaz la producción y redistribución de bienes. El mundo conocido ha cam biado irre­ misiblemente. VICTDRIND PALACIOS MENDOZA / JOSE RODRÍGÜEZ FERNiKOEZ M iem bros del Gabinete de Arquitectura Rural

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Fichas Dara una visita de campo Los 12 co m p lejo s de la g are s ru p estres m á s im p o rtan tes del m unicipio de L ab astid a

texto, fotos, pianos y p e rfile s « ViCTDRiND PALACIOS Y JD SÉ RODRÍGUEZ / d ib u jo s« ANGEL MARTÍNEZ


i r Carretera a Haro TORERA (U TM : 30 T 51S147 /

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Carretera a Laguardia LOS ARENALES (UTM: 3 0 T S18120 / 4714655) MONTEBUENA NORTE (U TM : 30 T 517458 / 4714673) MONTEBUENA SUR (UTM ; 3 0 T 517761 / 4714393)

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S A N C R I S T Ó B A L (UTM: 30 T S1 805 6 / 4716269)

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Carretera a Peñacerrada ®

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A T X A L D E (UTM : 30 T 5 1 8 2 1 6 /4 7 1 6 0 2 5 )

® FONSAGRADA (UTM: 30 T 518150 / 4715143) (ÌD LAS PILETAS (UTM : 3 0 T 5I 8 2 2 0 / 471S4S9)

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Carretera a Vitoria-Gasteiz SANTURNIA (U T M ;3 0 T S 1 5 4 S O / 4717653)



ELEM EKIOS CONSnTUTIVOS DE LA PRENSA DE PORTICO Y HUSILLO: P6rUco O HusUlo O Brazo giratorio O Matafonna para prensado O Pileta de prensado O Canai Ibrco 0 depòsito

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M O N T E B U E N A

N O R T E

EXTBAORDINARIO CONJUNTO DE SEIS LAGARES dispuestos a lo largo del afloramiento rocoso, con tipologías y formas de producción distintas. El n.° 2 consta de pileta en planta ultra semicircular, originada por la colocación de dos canales de evacuación en los extremos del torco, cuadrangular de bordes redondeados. El n ° 1 muy deteriorado, conserva la mitad de la pileta circular y del torco oval, con marcas de talla. Lo más novedoso del grupo se encuentra en el lagar n.° 3, que cuen­ ta con una prensa que utiliza el sistema de pórtico y husillo. Pileta cuadrangular con el tercio inferior redondeado y rebajes laterales para facilitar la evacuación con realce central de prensado. Canal en media caña bien definido y torco cuadrangular. Franqueando a la pileta aparecen dos profundas rozas longitudinales de anclaje para el pórtico de la prensa de husillo. Son muy significativas las marcas de puntero grueso repartidas por toda la estructura. El n.° 4 consta de pileta de pisado cuadrangular con rebajes laterales para la evacuación del mosto, dos canales bien definidos en media caña y torco cuadrangular roto. Débiles marcas de talla, principal­ mente en la pileta. En el apéndice sur, a nivel inferior, encontramos los lagares n.“ 5 y 6. Presentan una tipología similar entre sí, pero diferente al resto. No exis­ te en ellos una verdadera pileta rehundida, sino que los rebajes latera­ les sustituyen a los bordes exteriores realzados, configurando la super­ ficie de pisado. Todo ello está bien definido en el n.° 5. Desaparecen los canales por contacto directo de las piletas y los torcos cuadrangulares, de marcada profundidad. En el n.° 5 existe un pocilio cuadrangular con canal directo al torco, pasando por un rebaje cuadrangular.


ELEMENTOS CONSITTUnVOS DE LA VIGA DE PAUNCA; # Pórtico O Pórtico Intennedio de apoyo O Viga

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Husillo Brazo giratorio Contrapeso

Tablones o marranos O Plataforma para prensado O Riostras de sujecclón ® Pileta de pisado O Canal ® Torco

S A N T U R N I A UNO DE LOS COMPLE)OS MÁS COMPLETOS Y ATRACnVOS de la RÍO]a Alavesa. Consta de un lagar simple de pisado (n.° 1) y un segundo con sistema de prensado (n.° 2) que se complementan en su actividad. 1. Presenta pileta circular parcialmente perdida, canalíllo en media cafla y torco bien definido de forma cuadrangular. 2. 1-agar con prensa de viga asociada, basada en el mecanismo de palanca de primer grado o de equilibrio. Se conservan los negati­ vos de los apoyos verticales de la prensa, la pileta poco definida, canalíllo y torco, y el punto del contrapeso. Acompañando al conjunto se presentan algunos orificios, dos alineados con los apoyos, quizás vinculados a ellos, y otros sin función determinada.

OPERACIONES DE ELABORACIÓN 1. Fosado en el lagar y obten­ ción del primer mosto. 2. Prensado con la viga de palanca de la pasta rema­ nente del pisado y ob­ tención del segundo mosto.

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T O R E R A

CONJUNTODE CUATROLAGARES DE PISADO repartidos por los bordes de la estratégica meseta rocosa de la Torera que se encuentra en una eminencia del terreno con amplias vistas hacia el valle. Todo ello ha hecho pensar que se trate del nombre “Torrera” que aparece en la documentación. El n.° 1 consta de pileta con planta ultra semicircular, originada por la colocación de dos canales de evacuación en los extremos del tor­ co, precedidos por dos concavidades de decantación. Torco rectan­ gular, con esquinas bien marcadas y concavidad central de sedi­ mentación. El n.°4 aparece desgajado del bancal por una profunda grieta. Consta de pileta de pisado cuadrangular y ausencia de canales, resbalando el líquido directamente hacia el torco cuadrangular por la pendiente. Constatamos un orifìcio circular junto a la pileta (O) de naturaleza y función indeterminadas y dos curiosísimos agujeros diminutos -uno en el borde exterior y otro en la pileta- unidos por un sistema de canalillos, ajeno a la actividad del lagar. Los lagares n.« 2 y 3, toscos y poco definidos en su elaboración, aprovechan las irregularidades presentes en la roca para conformar la pileta. Se suprimen los canalillos por comunicación directa de pi­ leta y torco. El torco del n.° 2 aparece fracturado, mientras el del n.° 3 puede considerarse como falso torco.

[LAGAR 4|

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L A S

P I L E T A S

coM PLEjO DE DOS LAGARES DE PISADO. El n.® 1 presenta pileta circular, concavidad de sedimentación previa al canalíllo en media caña. Torco oval fragmentado. En la estrecha franja de separación entre pileta y torco existe una roza de escasa entidad. El n.o 2 costa de pileta circular, ausente el canalíllo por enlace directo de pileta y falso torco. Se aprecia un leve retoque en el borde interior de la pileta. Complementa ei conjunto dos rebajes acompañando a los torcos para facilitar la aproximación a ellos. En el asociado al n.®1 se obser­ van marcas de puntero o punta gruesa.

(LAGAR II

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[LAGAR 2)

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CONIUNTO DE TRES LAGARES DE PISADO y un sugerente depósito dispersos en el llamativo circo rocoso de Iskorta. El n.° 1 dudoso al carecer de torco y canal, presentando una pseudo pileta semicircular truncada. )unto a ello aparece un pequeño orificio cóncavo de función y factura desconocidas (•). Los lagares n.°* 2 y 3 se conservan completos. El n.° 2 consta de pileta redondeada, dos canalíllos en medía caña y torco oval con depresión central de decantación. El n.° 3 presenta pileta circular con roza en la mitad interior para facilitar la circulación hasta una depresión de decantación que precede al canalillo, en medía caña. Torco cuadrangular con roza al fof;ido para una segunda decanta­ ción. Pequeño orificio cóncavo ¡unto al canal de función y naturaleza desconocida (O). Se aprecian en los n.“ 3 y 4 marcas de talla de instrumental indirecto de punta redonda (puntero). El n.° 4 es un curioso depósito de forma oval con orificio central de decantación.


M C A A II

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L O S

A R E N A L E S

COMPLEIO DE TRES LAGARES DE PISADO, dos de ellos |n.“ 1 y 3) muy similares: pileta circular, canalillo y torco perfectamente oval. El n.° 1 cuenta con un pequeño agujero en la zona alta de la pileta, posiblemente surgido a posteriori. El torco parcialmente roto. El pun­ tero grueso ha dejado su impronta en la superficie de la pileta. En el lagar n.®2 apreciamos una estructura original de pileta circular y torco cuadrangular, careciendo de canalillo de comunicación. Con posterioridad aparece una ampliación de la superficie de la pileta con cuatro pequeños orificios repartidos por su nuevo perimetro, sin poder responder con exactitud a su función, tal vez relacionados con un reaprovechamiento del lagar primitivo.

íTílll~THf___


A T X A L D E GRUPO DE TRES LAGARES DE PISADO, dos CO ndgUO S (n.°®1 y 2) C O tl esquema similar pileta redondeada, pequeño canal y falso torco a me­ nor cota, con la función de contener un reciente de recogida móvil. El lagar n.° 3 consta de pileta circular y canalíllo hacia un torco per­ dido. En los n.« 1 y 3 se aprecian leves rozas en la pileta para ayudar a circular el mosto hacia el canal.

S A N

C R I S T Ó B A L

LAGAR SIMPLE DE PISADO, con pileta redondeada, canal en me­ dia caña y torco de forma rectangular, con esquinas redondeadas y leve depresión circular en el centro para decantación. Vinculado al lagar, se encuentra un pequeño depósito cuadrangular que bien pudiera servir para calentar grasa y embetunar los pellejos u odres de transporte.

F O N S A G R A D A LAGAR siMfiE DE PISADO con pileta clrcular y roza en forma de T en su parte central, sin que pueda definirse su naturaleza y uso. El canal desagua hacia el borde mismo del bancal, a una altura de más de dos metros respecto al suelo. No existe torco ni parece que lo haya habido en ningún momento. Por ello, creemos que la recogida se efec­ tuaría a nivel de suelo, ayudados de un recipiente transportable.


M A R R A T E LAGAR SIMPLE DE PISADO que consta de pileta con planta ultra semicircular, dos canalillos en media caña y torco oval con fondo cóncavo y leve depresión circular en el centro del mismo para de­ cantación. Marcas visibles de talla a puntero o punta gruesa en el fondo de la pileta.

i M U G A Z A B A L . LAGAR SIMPLE DE PISADO, compuesto por pileta circular, mal conservada, dos canalillos separados en media caña y torco oval con depresión central para decantación. Junto al lagar aparece una roza rectangular mal conservada, sin po­ der relacionarla con el conjunto.

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IMONTEBUENA

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ü\GAR SIMPLE DE PISADO, con pileta ligeramente ovalada, canal poco marcado y falso torco cuadrangular, con la función de contener un recipiente de recogida móvil.

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Huta (ie las Caravanas, Ruta (ie la Seda, Mongolia, CTiina, Xinkiai^, Timan, Tibet, Nepal, Pakistán, La India: del Norte, Cachemira, Sikkim, del Este, del Siir.., Sri Lanka, Indonesia, Birmania, Laos y Camlx)ya, Vietnam, Uzbekistán y Kii^iizistán, Irán, Armenia, Siria y Jordania, Isla de Soqotra, i^ipto, Mamtecos, Snr de Argelia, Libia, Niger, >Ialí y Biirkina Faso, Senegal, Guinea Conakry y Bissau, Togo, Ghana y Benin, Camenal, R.D. Congo, Namibia, Botswana, Huta del Nilo, Sudán, Etiopía, Djibouti, Tanzania, ^lozambique, ^Madagascar, Groenlandia, Alaska, Terranoya, Canadá, P.N. EEUU, Ruta Maya, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Brasil, Bolivia, Pen^, Chile y Argentina, Patagonia, Australia, Nueva Zelanda...

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el pAtriMONio d e La v id A tu ta L y d e Lo/ o fic io / trA dicioN A Le/ □ CONFERENCIA

ALiM^NtAcióM □ CONFERENCIA

[4 octubre, sábado, 10:00 h.]

"La alimentación tradicional de agricultores y pastores. Comer y beber en los caseríos desde la Edad Media hasta el siglo X X ". . a c a r g o d e j u a n j o h id a l g o

VISITA GUIADA

[4 octubre, sábado, 12:00 h.]

Bodega de chacolí

a c a r g o d e j u a n j o h id a l g o

“ Tejerías, tejeros y uso tradicional de la teja

/e rre n W □

a c o m pa ñ a d o s po r s u p e la u r ku ltu r ta ld ea .

y m o LIh o /

CONFERENCIA DE CAMPO Y VISITA

[11 de octubre, sábado, 11:30 h.]

“El complejo terrón y molinero de Uxinluze, paradigma de una potente industria siderúrgica en Orozko". Se visitarán las terrerías y molino de Uxinluze. A

cargo

H e verA T

sáb ad o 18:30 h.]

□ EXPOSICIÓN

[del 10 a l 19 de octubre]

Toponimia de Orozko para recoger las aportaciones y correcciones de los visitantes.

9A 2:tA iN A reN jA lA -^ ie /tA d e La cA /tA iíU □ VISITA

[26 octubre, domingo, 10:00 h.]

Ericeras (kirikiño-hesi) recuperadas. Romería con música y almuerzo, . NOTAS:

[17 octubre, viernes, 19:00 h.]

Todas las conferencias seíán en el museo situado en la plaza deZubiaur. en Orozko.

"Generalidades de la explotación de las neveras".

Cuando se trate de visitas o conferencias-visita o fiesta de la castaña, la salida se hará desde el mismo Museo.

A CARGO DE F E U X M U G U RUTZA.

□ CONFERENCIA

OROZKOKO G A R R A FA K U LTU R A E IK A R T E A .

a c arc o d e s u p e la u r ku ltu r ta ld ea

DE M* J O S É T O R R E C IL U .

□ CONFERENCIA

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A C ARGO DE F E L IX M U G U R U TZA.

[12 de octubre, domingo, 11:30 h.I

Tejería de Usabeí

[19 octubre, domingo, 09:00 h.]

Nevera de Neberabarri en Itxina (Gorbeial + Degustación de limonada de garrafa en el refugio del Goikogane M.T.

"Baserritarren munduak eta tradiziozko lanbideek Orozkoko toponimian utzitako ondarea".

A CARGO D E F E L IX M U G U R U TZA.

□ VISITA GUIADA

□ VISITA GUIADA

t o p o H ÍM iA □ CONFERENCIA [18 octube,

[10 de octubre, viern es, 19:00 h.]

a c a r g o d e n ik o

A S T O B IT Z A Y PED RO M A R TÍN (O ROZKOKO G A R R A FA KU LTU R A E LK A R TE A ).

A CARGO DE A U N IA

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tejeTA T □ CONFERENCIA

[17 octubre, v ie rn e s, 20:0 h.]

"Fabricación de limonada en garrafa ".

[17 octubre, viernes, 19:30 h.]

Todas la conferencias serán en castellano, a excepción de la del sábado día 18 que será en euskera.

"Las neveras de Orozko en la documentación histórica"

A CARGO DE PED R O M A R I O JÁ N G U R EN .

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silucK i( )iies. ([ue en n uiclv )S ( (is o s p( k o difiereii de nuestro nuindocic tucil. Ü steioníK iiiiie n t o e s in á s ( on^|)leto en (ikjuno de lo s (isi)C( tos. ( o in o s o n los (|ue tPíiSí ie n d e (ie s t0 s (is |)e ( t o s ijs e in iro d u u ' e n e ! nuiiKk ) de k ) (iníinic ( >iw )S e s n u is (k'S( <>n(K i(k >. I \ t ( ) ( kTk)S testiii\oniosre( o q i(k )se n k ise xííivcK iones, u |)( )f (jué no, oído (k ‘ su erk '. nosofret en un o s dutos (]ue so k iu u ’nk’ lUK e t'cilki s<i1 x t le(Tlos.


Este es el caso (le algunos hcillcizgos pucsfos al (lescuhierk) en el poblado de La I ioija, en las excavaciones *r.arqueológicas llevadas a eal)o entre los años 1975/1959. Allí se pudo obtener intbrmaci(')n ír'-»c5iíg.'í sol)re una serie de ritos, cultos y 5imlX)lisiTi05, que lian aportado un importante l)agaje de conociniiento sobre este mundo de las ideas ij los conce|)tos, ( (liH'/imH-IX-SIXUKlK'llk'cll c|ue como veremos en este caso concreto, tienen su perduración en momentos actuales. ■ i

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IMI M C l'i'ü illil-

iu d lvid ii(> (l('< d |iil< kiij. /\ji(irc< iii<i

( icrl<idiM<i;v ic id c h n c r|H i


ero vamos a centrarnos en uno solo de los ejemplos. Son varios los tes­ timonios que se pudieron obtener, que están indicando la existencia de un ritual y posiblemente un culto al cráneo, O lo que en terminología arqueológica, se denomina como de las "cabezas corta­ das". Bien es cierto que lo que se ha po­

dido obtener es la constancia de su existencia pero no de la parte de su ritual y culto concreto. Estos testim onios docu­ mentados son, unos de carácter físico y otros plásticos, mediante representacio­ nes grabadas. Todos los casos correspon­ den a la últim a fase del poblado, en un Hierro Medio de carácter celtibérico.


Ya en las fuentes antiguas, los auto­ res Diodoro, Polibio, Justiniano, Estrabón, y Livio, citan reiteradamente la costum­ bre céltica y galo-romana de conservar las cabezas cortadas de los enemigos, que las llevaban al combate colgadas del cuello de sus caballos. En algunos yaci­ mientos europeos, especialmente france­ ses (Roquepertuse, Clanum , Saint-Blaise) se han encontrado cráneos dispues­ tos intencionadamente en situa­ ciones que están indicando un culto determinado. Quizá el paradigma de esto, sean los cráneos colocados en unos nichos de las pilastras late­ rales de una puerta del ya­ cimiento francés de Roquepertuse, junto con el hallazgo de varias escultu­ ras que representan cabezas cortadas. En nuestro caso es en la ex­ cavación del poblado de La Hoya, en Laguardia (Álava), donde tene­ mos testimonios, de este hecho, hace 2.300 años. La decapitación se presenta en uno de los individuos muertos en el ataque que sufrió el poblado, por parte de gentes desconocidas, que lo asolaron e in­ cendiaron posteriormente. Es una de las varias personas encontradas sobre las ca­ lles del poblado, muertas mediante acción violenta. La cabeza de este individuo apa­ reció a cierta distancia del cuerpo. Este hallazgo fue posible gracias a que esta irrupción de un grupo indefinido, en el poblado, se gestó como una operación de castigo, ya que no lo saquea­ ron, puesto que en la exca­ vación aparecieron las casas con todos los ajuares - c e ­ rámicas, herramientas, jo ­ yas, e tc.- en su posición original, enterrados bajo los escombros del incendio. Otro elemento que está in­ dicando un ritual en torno al crá-


neo, es el conjunto localizado en el interior de una de las casas. Sobre el sue­ lo se encontraba colocada una bóveda craneal humana, que tenía, a poca dis­ tancia, depositado un recipiente cerám i­ co, de elaboración modelada. Una interpretación a este conjunto puede considerarse como una ofrenda ritual de algún producto contenido en el interior del recipiente a una “cabeza cortada”, sin que pueda añadirse ninguna otra valora­ ción. Como testim onio gráfico, existen dos ejemplos que indican como este fenó­ meno tiene su plasmación en dos repre­ sentaciones reflejadas mediante grabado, y que decoran las superficies de dos pe­ queñas estelas. Una apareció sobre la acera de una de las plazoletas, delante de un edificio, que puede considerarse sin­ gular por su distribución interior y hallaz­

gos especiales. La otra se localizó embutida formando parte de los muros de este mismo edificio. En la primera se identifica la silueta de una persona al pa­ recer desnuda, con cinturón y correaje y con algunas armas alrededor. La segun­ da, traza la silueta de una persona, con cinturón, sobrepuesta a una serie de fi­ guras de animales y a otros signos de di­ fícil interpretación. Pues bien, en ambas, a las figuras les falta la cabeza. Con estos testim onios parece lógico pensar en un ritual y quizá un culto al cráneo. Más difícil es poder llegar a de­ ducir y precisar cuales pudieron ser és­ tos. Es interesante ver como, separados por 2 .300 años, se m antiene un culto que en un momento determinado debió cristianizarse, trasladando unos poderes a unas personas consideradas santos, o

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nos paramos a tratar de entender lo que representan en sí, es decir nos queda­ mos con el aspecto externo del rito, pero escasas veces tratam os de profun­ dizar en su origen. Actualm ente, uno de los muchos existentes en el espacio en el que vivim os, es el del culto al cráneo, representado en las reliquias que gozan de gran popularidad por su tradición y poderes. Por citar algún ejemplo detengámo­ nos en los más próximos. Casos con unas características y un rítual similares. En los tres casos son otros tantos cráneos, correspondientes a supuestos santos, que se adjudican a San Gregorio, San Guillerm o y San Víctor, y que se encie­ rran en unas urnas de plata repujada con forma de cabezas. Conozcamos algo so­ bre ellos. Las fechas documentadas, en el caso concreto de la devoción a estos santos, parecen remontarse al siglo XI.

San C lrego rio O s íie n s e RLim NAIAII

lo que en otros momentos pudieran ser personas destacadas. En este caso, igual que en otros muchos, símbolos, rituales, y creencias, poseen un hilo conductor que, en muchos casos, sirve para ras­ trear su origen en momentos prehistóri­ cos. Y esto es así por que muchos de los cultos que hoy en día consideramos como algo tradicional, por que los he­ mos conocido “ de siempre", pocas veces

La basílica levantada en honor de este santo, se alza en el monte de Piñalba, so­ bre el pueblo de Sorlada. Este cardenal y obispo de O stia fue enviado a Navarra por el papa Benedicto IX, ya al final de su vida. Esta relación que tuvo con el Camino de Santiago, y la visión de su im­ portancia, le impulsó a construir varios puentes. Fue maestro de Sto. Domingo de la Calzada y de S. Juan de Ortega. La razón de esta devoción viene de, cómo en el siglo XI, libró a Navarra de una pla­ ga de langosta que asolaba los campos y que por ampliación esta protección se amplia a otros insectos. A su muerte se le enterró en el lugar donde cayó muerta la muía que llevaba su féretro. A raíz del milagroso descubrí-


miento de su sepultura, se construyó en ese lugar, una iglesia en el siglo XIII, reali­ zándose posteriores reformas, sobre todo las ampliaciones entre los siglos XVII y XVIII, que es cuando se levantó la actual basílica, con su impresionante aspecto. Su fiesta se celebra el 9 de mayo, y el más próximo y siguiente a ese día, la ro­ mería. En estas fechas tiene lugar el ri­ tual de hacer pasar agua por el cráneo, que recogida, se utilizará para bendecir los campos en evitación de plagas y po­ der asegurar así, una abundante cosecha. Para recoger esta agua, llegan devotos desde lejanos lugares, constando en los libros de cuentas de muchos pueblos, el dinero que se le pagaba a la persona que iba a recoger el agua, por los gastos que esto ocasionaba.

San G u ille rm o

También conocido como San Guillen. La advocación y culto de este santo, está ligada al pueblo de O banos.Y lo está, por encontrarse enterrado en una ermita próxima, levantada sobre el mon­ te Arnotegi. Una leyenda, cuenta su historia, liga­ da a su relación con su hermana Felicia, hija de los duques de Aquitania. Ésta, en un viaje a Compostela, ganada por el fer­ vor de los romeros y los milagros del cie­ lo, decidió llevar una apartada y humilde vida, fijando su residencia en el se­ ñorío de Amocain, ocultando su al­ curnia y abandonando riquezas, dedicándose al servicio de nuestro Señor. Descubierto su paradero por su hermano Guillermo, intento rescatarla y devolverla a su anterior vida de corte y lujo. Ante la tozuda negativa a seguir con su nueva vida de ascetismo, Guillermo en


un ataque de Ira, acabó con su vida. Enterrada en Labiano, este lugar se con­ virtió en meta de devoción. Guillermo avergonzado y arrepentido peregrinó a Santiago de Compostela, donde la peni­ tencia impuesta por su execrable acto, consistió en tener que vivir en un santua­ rio a Santa María. Eligió el alto de Arnotegui, donde se encerró, sin atrever­ se a regresar a su feudo de Francia. En la ermita penitenció su crimen, llevando una vida consistente en socorrer a los po­ bres, consolar peregrinos y edificar a los hombres, mereciendo fama de santo. Sus restos descansan allí. Hoy esta leyenda, dramatizada, es representada por los ve­ cinos de Obanos todos los años, con el nombre de “El Misterio de Obanos”. El día de la fiesta, el jueves de Pascua, tiene lugar el ritual de costumbre. Tras la misa, es llevada la reliquia al atrio de la iglesia. Allí el sacerdote, coloca un embu­ do sobre la cabeza-relicario y vierte al in­ terior, para que bañe el cráneo del santo, agua y vino. Estos líqui­ dos son recogidos en unas tinaja s de cerámica, repartiéndose a los fieles.

San V íc to r d e O aun a GAINA ALAVA Fue un santo anacoreta alavés, naci­ do en el pueblo de Elorriaga, en Álava. Según la leyenda, se cuenta que estando labrando con sus mulas, se le desmandaron, llevando a Víctor tras ellas hasta la ermita de San Bartolomé situada en la cum ­ bre del monte que hoy lle­ va el nombre de San Víctor, cercano y al sur del pueblo de Gauna. En la ascensión, una de sus


Ví( hcdcdiii

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caballerías resbaló y golpeó con la pata una roca donde manó agua; hoy a esta fuente se la conoce como Fuente de la Herradura ó de San Víctor. En este monte llevó una vida de ana­ coreta, dedicándose a una vida de ora­ ción y penitencia, viviendo en olor de santidad hasta su muerte. Las noticias de su existencia se re­ montan al año 1049. En 1587 se encon­ traron sus restos dentro de una pared, "en una caja que echaba suavísimos olo­ res". Su cráneo se conserva en el interior de un relicario de plata, barroco, de co­ mienzos del siglo X V II. La ermita dedica­

da a él se encuentra en el monte a una altura desde donde se domina la Llanada Alavesa. La fiesta se celebra el 5 de ju ­ nio, y este día y el primer sábado de sep­ tiembre, se repite anualm ente el ritual de hacer pasar agua, que se introduce a través de un embudo, por el interior del relicario y que bañando el cráneo sale por la boca. Esta agua se considera que posee virtudes para curar enfermedades de la cabeza, así como también para bendecir los campos. Es abogado de los dolores de cabeza, así como patrono del equipo de fútbol del Deportivo Alavés. El ritual es similar en los tres casos. El agua es sacralizada al pasar y bañar los cráneos de los santos. Incluso sus pode­ res son parecidos, donde aparte de curar los males de cabeza, tiene el poder, me­ diante la bendición de los campos, de evitar las plagas y asegurar las cosechas. Aún hoy en día, unas veces por devoción y otras por costumbre, son numerosas las gentes que acuden a recoger el agua, para su posterior utilización. La gran diferencia, entre esos dos tiempos, lo conocido en La Hoya y el cul­ to a estos santos, estriba en algo impor­ tante. En el primer caso únicamente conocemos, y solamente en parte, los rastros residuales de un fenómeno, en tanto que en el segundo caso el conoci­ miento es total, tanto del ritual como de su proyección social. Es interesante ver cómo, separados por Z.300 años, se mantiene un culto que en un momento determinado debió cristianizarse, trasladando unos poderes a unas personas consideradas santos, o lo que en otros momentos pudieran ser personas destacadas. En este caso, igual que en otros muchos, símbolos, rituales, y creencias, poseen un hilo conductor que, en muchos casos, sirve para poder rastrear su origen hasta momentos pre­ históricos. ARMANDO LU N D S UNDALUZE Arqueólogo


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En el l í m i t e del r e c i e n t e m e n t e d e c l a r a d o P a r q u e Nat ural d e Aizkorri-Aratz d e s t a c a n l as e s p e c t a c u l a r e s " P e ñ a s d e Egi no” . Su e s t r a t é g i c a s i t u a c i ó n , j u n t o a la N-1, p e r m i t e q u e s e a n a d m i r a d a s p o r los n u m e r o s o s c a m i n a n t e s q u e , d e s d e la p r e h i s t o r i a , h a n t r a n s i t a d o p o r e s t a i m p o r t a n t e ví a de c o m u n i c a c i ó n . A m e d i a a l t u r a del d e s t a c a d o r o q u e d o , u n a m i r a d a a t e n t a n os p e r m i t e d i s t i n g u i r u n a c a v i d a d a b i e r t a al sur. Es la f a m o s a Cueva de los Gentiles. texto « CARLOS DRTIZ DE ZÁRATE fa tü s « FELIX MUGÜfíüTZA



LA LEYENDA DE LA PARTERA DE EGINO

Esta oquedad, junto con la "Cueva de los Gentiles” (Okondo), es uno de los pocos lugares de nuestra tierra alavesa que hace re fe re n cia a estos m ítico s personajes. Nos hallam os ante uno de esos lugares donde la historia y el m ito se funden en un apasionante abrazo, arropados por un Id ílico p a isa je natural.

Cuenta una leyenda que en esta Cueva de los Gentiles de llarduia habitaba una fa­ milia. La mujer estaba apunto de dar a k luz. Llegado el momento del parto fueron a buscar a la partera de Egino. Ella acudió solícita, como era habitual en ella. Al entrar en el recinto le llamó la atención el aspecto de la morada pero, especial­ mente, el pan negro que allí poseían. Al marchar, tras prestar sus servicios no pudo resistir la tentación de apoderar­ se de un trozo de aquel pan tan peculiar. Su objetivo era enseñárselo a sus amigos y vecinos y, de paso, probar su sabor. Evidentemente no era un pan cualquiera. En cuanto se lo metió al bolsillo de su delantal, comenzó a sentirse indispuesta. A pesar de sus esfuerzos una fuerza invisi­ ble le paralizaba, impidiéndole salir de la cueva. Nunca le había ocurrido nada iguaL Impotente y desconcertada ante aquella situación pidió a los moradores que le ayudaran. Ellos le preguntaron di­ rectamente: - "¿No habrás cogido algo de la cue­ va?" Ella lo negó con rotundidad. Pero ellos insistieron: - "¿Es verdad que no has cogido nada?" Después de varias negativas, al final, avergonzada, la partera tuvo que recono­ cer que había escondido en su delantal un trozo de aquel pan negro. Había cedi­ do a la curiosidad. - "Pues esa es la razón por la que no puedes salir de aquí. Déjalo en el tugar en el que se encontraba y no tendrás problemas para regresar a tu casa". Y así fue. Una vez que dejó el trozo de pan, pudo marchar felizmente a su hogar.


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ILARDUIA Para acceder a esta mítica cueva, parti­ mos del pueblo de llarduia, por encon­ trarse dentro de su jurisdicción. llarduia es un pueblo cercano a la cal­ zada romana que atravesaba estas tierras de Burdeos a Astorga. En 1025 aparece con el nombre de “ Hillardui”. En sus puertas ya no es tan habitual encontrarnos con el "demonio", uno de los nombres con el que se conocía al eguzkilore. Otros apelativos que recibía eran “cardo de sol" o “cepillo''. Antaño era muy frecuente colocarlo en las puer­ tas de las casas para que no entrase el demonio o para ahuyentar los rayos de las torm entas. Comentan en el pueblo que, tiempo atrás, solía acercarse un mendigo a pedir por el pueblo. Como era habitual, en cada casa rezaba un padre­

nuestro. En aquella morada en que veía un eguzkilore en la puerta, decía; "en esta casa no entra el demonio”. Desde este pueblo nos acercamos hasta la impresionante cueva de La Leze, lugar al que también se le denomina “jentilzulo" o "Bragueta de San Pedro". Una posición específica de la sombra en esta cueva indicaba a los vecinos llarduia, en tiempos pasados, las doce del medio­ día: era el reloj natural que les señalaba el momento de ir a comer. Este extraordinario fenómeno de la naturaleza ha dado pie a numerosas creencias. Una tradición asegura que esta cueva es un brazo de mar. Según algunas versiones, aquí habitaba una bruja. Cerca de La Leze se hallaba la aldea de Lezea, de la cual surgió su apellido to ­ ponímico, entroncado con los linajes más nobles de la Llanada Oriental, y con inte-


Tesantes huellas en la parroquia de llarduia, como por ejemplo una capilla, que data de fines del XVI o principios del XVII, con escudo en su muro interior. La parroquia de esta aldea, San Pedro, al desaparecer la población, se convirtió en ermita, y se fundó una cofradía: la de San Pedro de Leceas, que agrupaba a los “ Nobles Cofrades Hijosdalgo del contor­ no" desde “tiempo inm em oriar según datos de los estatutos de 1570. Se re­ unían en comida de hermandad el pri­ m er domingo después de la fiesta de San Pedro Ad Vincula. A principios del siglo XIX tenía cofrades de llarduia, Andoin,

Urabain, Egino y Ziordia. La torre de los Lezeas debió estar cerca de la cueva. Según parece, en esta cueva o en la de los Gentiles se debieron reunir las Juntas de las antiguas hermandades ala­ vesas de la Edad Media. La fuente que nos encontramos junto al río está construida con algunas piedras de la antigua ermita de San Pedro de Lezea. Aseguran que la cabeza de piedra que allí aparece corresponde a este mis­ mo santo, el primer papa de la historia. Cuando antaño se acercaban a beber agua, la tradición popular mandaba la­ varle la cara "al santo".


ALLARAN Un camino nos sube desde La Leze, en dirección este, hasta las viejas canteras. No tardamos en llegar a la base de dos monolitos de piedra. La tradición poste­ rior les ha puesto nombre: Lenegua y Bigarrena.Al norte de los mismos encon­ tram os un lugar histórico, destrozado por una vieja cantera: es el lugar de Aliaran, acentuado Aliarán. Aliaran fue un poblado fortificado que se encontraba en una magnífica po­ sición con respecto al camino que avan­ zaba hacia Navarra por la Burunda. Se hallaba en un recoveco de la peña, al lado de los dos monolitos. Se trataba de un considerable refugio, orientado al me­ diodía, protegido en todo su perímetro. Este asentamiento humano permane­ ció durante un amplio espacio de tiempo: desde el Eneolítico-Bronce hasta la Edad Media, pasando por la Edad de Hierro. Aquí aparecen los mismos restos arqueo­ lógicos que en la fortaleza de San Adrián o en el castillo de Marutegi (Arala). En la parte superior de los dos mono­ litos parece que se asientan unos pues­ tos de vigilancia. De uno de ellos, del que se encuentra enfrente de la Cueva de los Gentiles, afirmaban los mayores de Egino, que era la “cabaña de la cabrera". Un poco más al sur, se encuentra la Fuente de Aliaran.

CUEVA DE LOS GENTILES

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La Cueva de los Gentiles se encuentra sobre Aliaran, en la peña IzabaL Para lle­ gar hasta ella tenemos que ascender por el camino que se dirige hacia al roquedo, y a los pocos metros encontraremos un acceso -u n tanto dificultoso para inex­ pertos- que nos conduce hasta allí. La boca está orientada al sur y es de am ­

plias dimensiones. Al final de la cueva se localiza un yacim iento del EneolíticoBronce y de la Alta Edad Media. Una descripción nos la encontramos en la Geografìa general del País VascoNavarro (1910) de Carreras Candi, el cual nos cuenta así su experiencia tras su lo­ calización: "Lo primero que llama la aten­ ción es una muralla de fábrica humana y de aspecto antiquísimo, que cierra en parte la angostura entre el picacho y el monte. Al lado de esta muralla, una em ­ pinada senda permite trepar hasta un re­ pecho, y pasado este, se yergue a cinco pasos una roca vertical de 3 metros que domina un abismo de otros 20 o 3 0... El hallazgo valía realmente la pena. En efec­ to, se nos presenta una bóveda de dos o tres metros de altura, natural sin duda en un principio, pero agrandada luego por un cincel humano. Debajo se extiende una amplia plazoleta circular, de 16 mts de diámetro, y en el fondo un pocito de 2 m ts de profundidad, cubierta por una bovedilla de barro cocido muy duro, y en parte derrumbada. Removiendo el suelo, aparece a cada azadonazo 3 o 4 huesos de diferentes animales, trozo de cerám i­ ca, etc. Envueltos entre cenizas y tierra desmenuzada. Lo que más desconcierta es la extraordinaria abundancia de ani­ males y la ausencia de todo hueso hu­ mano..." Según afirman en llarduia, antigua­ mente el acceso a la cueva era mucho más complicado. Un pequeño puente ayudaba a hacerlo. Para posibilitar que las cabras se refugiaran en esta cueva hace unos años dinamitaron parte de la roca que dificultaba el paso. Una vez que consigamos localizar la cueva y acceder a ella, en el interior nos encontramos con los restos del viejo alji­ be. Éste tenía una estructura cuadrada, con techumbre abovedada. La dificultad de encontrar agua en este terreno lo ha­ cía imprescindible. Se alimentaba de una filtración de la roca situada junto a éL Este aljibe lo rompieron los pastores, ya


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EL SOL RASGA LA RECIENTE TORMENTA SOBRE LA CUEVA OE LOS GENTILES


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que las ovejas se introducían en su inte­ rior y después tenían dificultades para sacarlas de allí. Afirm an los lugareños que en esta cueva localizaron en su día una piedra de molino manual, agujas de hueso y una ji­ cara. También dicen que había grandes huesos en su interior. Los datos arqueo­ lógicos nos hablan de dos raspadores, una lasca denticulada, un punzón de hue­ so, etc. localizados en las excavaciones de E. de Eguren entre 1913 y 1928. Antiguas tradiciones orales aseguran -e n concordancia con el nom bre- que aquí habitaron gentiles. Se contaba de ellos que eran m uy grandes, que vestían con pieles y que se alimentaban, además de la caza y pesca de los alrededores, con m iel silvestre que se deslizaba por una roca. Vigilaban desde lo alto del picacho que se encuentra enfrente de la cueva. El acceso a este punto de vigía lo tenían a través de un "puente colgante". Bajo una de las peñas de vigía nos ha quedado el significativo topónimo de Las

Cocinas, al resguardo de la peña. Se dice que en este lugar guisaban los gentiles. Al este del segundo monolito se encuen­ tra otra oquedad que también fue refu­ gio humano en tiempos pasados. Al lugar ubicado entre los dos mono­ litos se le denomina Las Callejas. Aseguran en los pueblos contiguos que los ocupantes de esta cueva hacían pan. En esta Cueva de los Gentiles "siem ­ pre estaba la mesa puesta con unos ho­ yos, a modo de platos, para poder comer".

LOS GENTILES Sobre los gentiles se han contado m u­ chas leyendas, aunque no todas coinci­ den en la descripción física de estos personajes mitológicos. La leyenda que nos ocupa los describe como unos cíclo­ pes, es decir, unos gigantes con un solo


ojo en medio de la frente. Los humanos, comparados con ellos eran unos simples enanos. Una leyenda, narrada en llarduia, cuenta que en una ocasión un hombre de Egino se aventuró por el monte, como en otras ocasiones; pero, para su desgra­ cia, esa vez se topó con unos gentiles que lo capturaron, con la intención de comérselo. Cuando llegaron a la cueva en la que residían, una vieja gentil exclamó gozosa por entre los roídos y negruzcos dientes: - ‘'¡Higadillos frescos quiero! ¡Higadi­ llos frescos quiero!" El hombre se dio cuenta de que su si­ tuación no era muy halagüeña para él, por lo que empezó a pensar en la forma de huir de allí. Calculó que si les pedía que le dejasen hacer sus ne­ cesidades, aduciendo pa­ decer un fuerte dolor de tripas, quizás tendría suerte y se podría escapar. Efecti­ vamente, ellos accedieron a su petición pero, intuyendo sus intenciones, le ataron una cuerda al pie y le señalaron la peña tras la que podría ocultarse. El vecino de Egino se fue tras la peña mostrada. Al cabo de un rato le pre­ guntaron: - “¿H as acabado?" Él respondió: - “Todavía no". La pregunta se la hacían de forma in­ term itente. Además, para asegurarse de que estaba allí, estiraban de la cuerda cada cierto tiempo. El avispado prisionero ató el cabo a una raíz e, inmediatamente después de que le hiciesen la última pregunta, co­ menzó a ascender por la montaña. Sus guardianes estiraban de la cuerda y com ­ probaban que todavía se encontraba allí. Cansados de su tardanza, le insistieron en sus preguntas, pero esta vez la respuesta

fue el silencio. Comprendiendo el engaño, se lanzaron a una feroz búsqueda, acom­ pañados de dos sanguinarios perros. Siguieron su rastro y, en un momento determinado, los dos perros comenzaron a dar vueltas, desorientados, síntoma in­ equívoco de que habían perdido la pista. Los enormes gentiles abandonaron la caza, pensando que ya estaría muy lejos. Sin embargo, muy cerca de ellos, conte­ niendo la respiración y con una amplia sonrisa, se ocultaba el vecino de Egino en lo alto de un árbol, a salvo de la mirada de sus perseguidores y del olfato de los sabuesos.

LOS HOJALATEROS La Cueva de los Gentiles está ubicada en un lugar semioculto. Numerosas tradi­ ciones orales nos cuentan-que, este em ­ plazamiento estratégico, ha estado habitado con frecuencia hasta tiempos recientes. Afirman que periódicamente solían acercarse unos hojalateros hasta este re­ fugio natural. Cuando la gente de Egino veía salir humo de la cueva, decía: “ya han venido los gentiles". Estos hojalateros iban de pueblo en pueblo, arreglando los pucheros y calde­ ros estropeados.

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Los habitantes de esta zona no les miraban con buenos ojos; más bien rece­ laban ante su presencia. No gozaban de buena fama. El recuerdo de estos personajes ha quedado reflejado en un ancestral Carnaval, recuperado recientemente en llarduia, Egino y Andoin, de manera con­ ju n ta y del que ya versamos en el núme­ ro 21 de esta publicación.

LOS PASTORES Los pastores de estas montañas rocosas han sido los herederos de aquellos per­ sonajes míticos que deambulaban por estas tierras. Mientras que las diversas culturas se introducían por este pasillo natural, ellos mantenían una cierta auto­ nomía existencial, protegidos por las es­ carpadas peñas. Su modo de vida ha perdurado durante muchas generaciones, ajeno al trasiego de las diversas gentes. Los pastores conocían los senderos para salvar este intrincado y peligroso dédalo vertical. Desde Egino hasta lo alto de las peñas ascendían tres sende­ ros utilizados por los pastores: de Oeste a Este, el primero pasaba junto a Coba Grande, el segundo junto a Coba Txikita, y el tercero, denominado "Senda del ganado", se encontraba más hacia el Este. Estos sende­ ros se arregla­ ban de vereda, en trabajo ve­ cinal, perma­ neciendo así en buenas c o n d ic io n e s. Por ellos as­ cendían a la parte superior de la peña, en donde

pastaban sus ganados, en especial las cabras. A llí elaboraban sus preciados quesos. El queso de cabra conllevaba una difi­ cultad: se secaba muy pronto, adquirien­ do una dureza que le llevaba a ser poco apetecido como intercambio comercial. Los pastores de esta tierra solucionaban el problema construyendo una chabola prácticamente sepultada bajo tierra. Cavaban un amplio agujero, y éste lo cu­ brían con maderas y césped. De esta m a­ nera quedaba semienterrada la edificación. En su interior colocaban los quesos en tablas. La humedad de la tie ­ rra retardaba su endurecimiento. Cuando los pastores deseaban venderlos, los ba­ jaban al pueblo y los ahumaban. Para realizar esta labor colocaban los quesos en un lugar cerrado y allí quemaban, en un caldero, hojas verdes y cortezas de arce. Los ahumaban un día por un lado y al día siguiente por el otro, adquiriendo un peculiar tono marrón. Este humo les daba a los quesos un sabor característico que gustaba a la gente. Prácticamente todos los vendían ahumados.

MARIA LA RUECA La Cueva de los Gentiles no sólo ha sido morada de estos personajes míticos, sino que también se ha atribuido la presencia de otro, no menos importante: “ María la Rueca", un personaje del que antigua­ mente hablaban mucho de él pero que hoy apenas es conocido. Al parecer es una versión de Mari. Decían los mayores que la habían visto peinándose en esta cueva, con su peine de oro. Contaban que María la Rueca volaba de noche desde el monte Aratz a la Peña de San Román, con sus cabellos al aire. Tenía forma de fuego, pelo largo y cabe­ za como de niebla. Un tiempo después regresaba, con el pelo recogido.


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Otras versiones afirman que pasaba de día, en forma de una nube blanca. Este numen se peinaba en la Cueva de los Gentiles, y desde aquí salía, con su larga cabellera, cuando surgían unas pe­ culiares nubes. Los mayores exclamaban: "¡Mira esas nubes, seguro que ahora sale María la Rueca!”. Desde allí se dirigía ha­ cia tas peñas de Andoin. Algunos recuerdan que sus mayores hablaban de un misterioso personaje, sin poder matizar quién que surcaba el cielo desde la Cueva de los Gentiles hasta la fuente de Giliturri, situada a medio ca­ mino de la vieja subida desde Andoin a Legaire. En esta fuente era donde abre­ vaban los bueyes, haciendo un alto en el camino. Este m anantial estaba muy rela­ cionado con las brujas. También hacía el viaje de vuelta.

LA PEÑA CAIDA Peña Caída era un risco que sobresalía de la pared rocosa. Tiempo atrás se derrum­ bó, dejando una visible huella a su paso. La tradición popular se resiste a ad­ m itir que fueron causas naturales las que hicieron que esta peña se desmoronara. Para unos la causante fue la Dama de Anboto; para otros, María la Rueca; pero todos coinciden en que el hecho sucedió cuando el numen en cuestión pasaba vo­ lando de norte a sur, de un monte a otro. Por algún motivo que la leyenda no sabe explicar, la dama chocó contra la peña de Andoin, produciendo este desprendi­ miento en el monte. Peña Caída se encuentra en la ladera norte de Entzia, junto al pueblo de Andoin, en el monte Karabide. Curiosamente este monte pertenece a Egino. La leyenda lo explica asegurando que un año los veci­ nos de Andoin querían disfrutar de los Carnavales, como era costumbre en el pueblo, sin embargo se encontraron con

un grave problema: no tenían dinero para el evento. Como no estaban dispuestos a renunciar a aquella fiesta, pidieron presta­ do el capital necesario al pueblo de Egino, poniendo como fianza el monte Karabide que entonces era de su propiedad. Fue pa­ sando el tiempo y, como no pudieron ha­ cer frente a la deuda, los vecinos de Egino se quedaron con el monte. Resulta sorprendente cómo la propie­ dad queda unida por el m ito. María la Rueca, en sus idas y venidas, crea un cor­ dón um bilical entre este monte Karabide y el pueblo de Egino.

EL HILO DE LA VIDA No es una excepción que aparezca en nuestra mitología Mari con una rueca. Azkue recoge en Euskalerriaren Yakintza (1935-1947) un dato en Olaeta según el cual "Mari Urraca suele estar siete años en Anboto, y otros siete en Gorbeia. Cuando de Anboto va a Gorbeia, lleva la rueca en la cintura con cerro de estopa y, según va, hila moviendo el huso. Lleva por detrás colgando un vestido de dos varas de largo. Cuando va de una parte a otra hay trueno y relámpagos aterradores". Una de las versiones sobre la cons­ trucción del dolmen de Sorginetxe (Arrizala) nos asegura que las piedras fueron traídas por una lamia, mientras hilaba, desde la cueva de Lezao, lugar en el que moraba. Con frecuencia, a la labor de hilar se le ha atribuido un sentido mágico. En al­ gunos lugares del mundo se llegó a re­ nunciar a este trabajo por el peligro misterioso que encerraba. La rueca es un símbolo del tiempo, de la duración de la vida; es uno de los atri­ butos de las grandes diosas madres luna­ res. Ellas hilan la tram a de la vida. Ejemplos los tenemos a lo largo de la historia de la humanidad: la egipcia



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Neith, la griega Atenea, las sumerio-semitas Istar y Atargatis, etc. A lo largo de la historia, diversos pueblos han creído que la vida humana estaba determinada por diosas maternales, y que concluía cuando ellas cortaban una cuerda o hilo. Las diosas del destino con frecuencia son triformes o forman grupos de tres, al igual que la luna en sus tres fases. Hacen referencia al nacimiento, la vida y la muer­ te. De igual manera, las Parcas romanas o las Moiras griegas son tres hermanas; Cloto, la más joven, vestida de azul claro, con una corona de siete estrellas y una rueca que desciende del cielo a la tierra, hila los destinos humanos. Las otras dos hermanas son Láquesis -e l pasado- y Atropos -la cortadora del hilo de la vidaLas narraciones mitológicas relacio­ nan hilar y tejer. Así, las Nereidas tienen un huso de oro; y las hadas gaélicas hilan y tejen para los humanos elegidos. Otro tanto ocurre en nuestra mitología con

Mari; la vemos hilando en su caverna de Gaiztozulo (Aloña) o en la cueva de Anboto. A veces aparece usando un carnero como devanadera, en sus labores de hilado. En la cueva prehistórica de Lazaldai (Zarate), la mitología del lugar habla de "la Vieja que hilaba". Todos estos núme­ nes femeninos nos retrotraen hasta una época de estructura matriar­ cal; la mujer regía los destinos de la tie ­ rra y los del cielo. Incluso en la iconografía cristiana nos podemos encontrar a la Virgen María con el uso en la mano, haciendo referencia a la primitiva Eva, a la que también se le representaba hilando. Existe un baile que todos hemos con­ templado numerosas veces: el de la “dan­ za de las cintas", “zinta-dantza" o “baile de las hilanderas". Los dantzaris, al son de la música, van entretejiendo sus cin­ tas en torno a un palo central. Algunos ven en este baile tradicional un fuerte simbolismo: el madero sería el "Árbol de la Vida" en torno al cual tejen y destejen las "Grandes Madres de la Naturaleza”. El que a nuestro personaje se le deno­ mine "Maria la Rueca" no es indiferente. Es una imagen muy gráfica. Su presencia, cruzando las alturas, nos recuerda nues­ tra condición de mortales, y que es el cie­ lo el que rige nuestro destino, en el inicio y en el finaL Nuestra vida pende de una hebra muy fina. Cerrar los ojos no evita la cruda realidad, la cual se nos impone to ­ zudamente. A nosotros sólo nos queda vivir con pleno sentido el presente. Y cuando Mari deje de tejer porque ha que­ dado la rueca vacía de nuestro hilo, sólo nos resta desear que podamos sentirnos satisfechos porque ha merecido la pena nuestra existencia, tanto para nosotros mismos, como para los que la han com ­ partido a nuestro lado. CAKLDS DRTIZ DE ZARATE Sacerdote y Etnúgrsfa


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arrazako ardien XVII. Herrialde-arteko A /di iaketa eta esneíB B írol Idiazabai Jatorrizko Deiturako IV. Artzaín-Gazta L e h ú ktfa . Ruperto Casanueva oroim enezko saria. HoBBhsstáitza Fuuek izango ditugu: gazta eta baserriko produktuen salm enta eta e ra k m is e ^ eraliusliela

i i XVII ConoKso Iríerprovincial de ganado owno de raza latxa y exposición de las meíores ovejas en control lechero. IV Concurso de queso de pastor D.O. Idiazabai m em oriai Ruperto Casanueva. D esarrollo de las siguientes actividades: venta y exposición de quesos yp ro d u c to s caseros, exposición etnográfica, exposición ologràfica, exposición de m aquinaria agrícola, exposición de artesanía, exposición de tu s k a l Artzain Txakurra, presentación sobre la im poftancla del pastoreo y su problem ática actual dem ostración a s tro n ó m ic a . V Concentración de bandas de Txistularis, Herri KIrolak infantil-fam iliar.

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Dem ostración de elaboración de queso, cala comentada Plaza Juan de Urrutia.

U saÉQ ZiEasii Zelanda berriko ile-m ozte e r a k u s ta liM :^ ibíspo Etxeguren plazan

Denwstración de esquileo tradicional y neozelandés Plaza Obispo Etxeguren.

Ofnenaldia jasoko duten artzaírteí harre/a. Juan U n plazan.

Recibim iento a los pastores homenajeados. Plaza Juan de Urrutia.

'diki eta gotazaharra. Juan Uri ut ia ptoianParkean :o á E É k ¿ d a ititn k o aokerarLarrínaga ru ía rd e a . Juan U rrutia p l a ^ . A t^

a ra b ii'rai'i üiT>enaldia. Ju a a U rru lia plazan

Degustación de nuevos productos derivados de la oveja latxa: ardiki y gaztazaharra. Plaza Juan de Urrutia. Desafío Corte con m otosierra. Parque m unicipal. Degustación de carne de oveja labca. Calle Larrinaga. Alarde de Txistuiafis, Plaza Juan de Urrutia

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ARTZAIN TXAKUR L E H IA K F T A J ü S Íü T B a in te tW :o ~ ir n r i h n i f n T h i auíiaan (udal ondoan).

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XIII CONCURSO DE PERROS DE PASTOR M em orial Ju sto Furundarena. Frente a la Campa de Picaza (jun to a las piscinas m unicipales).

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Lils MM’i'ujíiis soil inii\ ir(‘cu(Mil(s (mi la iiiianriit \ a(l()l('sc(Micia. \ «(Mi(M'alni(‘iil(‘ s(' contagian por conlacto (!(' un íaiiiiliar o comparici-o. auiu|uc taml)irii piK'ílt'ii ('xtíMuk'rsc d(' mía lorali/ación a otra. La in<i\oría son onisioiiadas por ('I papo\a\ iriis o \ ¡rus d(‘l papiloma liiimaiio (IIP \). (|uc iiiíccla la pii'l \ las mucosas, \ cuu) ('lodo (‘s la aparición (k‘ \(‘rru^as.

no repn'sentan un problema médico, ni son causa de ninguna enfermedad. Tampoco pue­ den afectar a un órgano interno ni ocasionar cáncer de piel. Sin embargo, en ocasiones pueden ser dolorosas y adqui­ rir un tamaño que las haga funcional y estéticam ente inaceptables. Del mismo modo, no existe un tratam iento específi­ co del papovavirus, aunque los dermató­ logos suelen, según el caso, extirpar las verrugas mediante la destrucción local del tejido afectado -electrocirugía- o se­ carlas con crioterapia, una técnica que utiliza nitrógeno líquido a bajas tem pe­ raturas. También pueden desaparecer es­ pontáneamente. También las terapias naturales se han acercado a este problema de la piel, caso de la homeopatía, oligoterapia y fitote­ rapia. De hecho, los médicos homeópa­ tas eran ya denominados "médicos verrugeros" en el siglo XIX, y su principal remedio incluye al árbol de la tuya en su tratam iento. Por el contrario, la oligote­ rapia incide en elementos como el cobre, oro o plata para mejorar nuestras defen­ sas y combatir la aparición de verrugas.

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lU A N A M A R I U G A R T E E N s u C A S E R ÍO D E L E Z A M A ( A M U R R IO ) . E S U N A D E LA S PO C A S PERSO N A S Q U E A Ú N TRATAN LAS V ER R U G A S M E D IA K T E R m J A L E S R E L A C IO N A D O S C O N L A M A G IA S IM P Á T IC A PÁGINAS ACTU ALES:

VERRUG A D E UNA P A C IE N T E D E A M U R R IO Q U E E S T Á S IE N D O T R A T A D A M E D L V 'T T E L A "M A G L \’ Y E L SA B E R D E JU A N A M A R I U GARTE


Vdciilás (!(' (Ml liis manos. |)U('(Í(mi ¡ipaivccr ('ii las piaulas d(‘ los |)i(\s -iiiiiv dolorosas". (mi las codillas. (mi la aira (‘ incluso (mi los <i¡(‘iiibl('s. La [)i‘olií(M’ación de \('n*ii<>;as se sucl(‘ relacionar con un csüido bajo de las (k'lcnsas d(' nnosli'o parlicnlai’ sistema inmimoló^ico. Por (‘lio. los \iiHis si(Mn|)iv nos aíeclai-án más cnanto más (k'bilitíidos (‘st(‘mos.


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Por último, la fitotera­ pia consiste en el uso de plantas medicinales que, como la celido­ nia {Chelidonium m ajus) -conocida como hierba verrugera- o el diente de león, sean eficaces en el tratam iento de dichas excrecencias. Además, son de sobra conocidos los abundantes remedios caseros que tradi­ cionalmente se han empleado en los ho­ gares vascos. Entre ellos, cabe destacar el ajo, la cebolla cruda, la leche de higos, la baba de caracol, el caldo de berza, la pa­ tata cruda, el aceite de ricino y hasta otros más exóticos como la piña. Sin embargo, son igualm ente abun­ dantes aquellos remedios de carácter popular que incluyen algún tipo de ri­ tual más allá de lo puramente terapéu-

tico . cercano a lo seudomágico. y necesitado de elem entos sim bó­ licos m uy relacionados con lo mágico-religioso. En este senti­ do, m uchos de los inform antes nos han hablado sobre determ i­ nados métodos para quitar verru­ gas que tienen que ver con lo que acabam os de com entar, ayudados de conjuros mágicos que, por cierto, nada tienen que ver con la ingesta o aplicación de sustancias quím icas. Los rituales o conjuros mágicos empleados varían un tanto en su metodología según la cul­ tura a la que nos refiram os, siendo más habitual la utilización de elem entos m i­ nerales y anim ales en los rituales de la cultura de la verbena y de índole vege­ ta l en la cultura del té de roca, de la Ribera y de Izki. Veamos ahora, de m a­ nera más detallada, algunas singulari­ dades territoriales.

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de la Ribera Esta cultura utiliza el boj {Buxus sem pervirens) com o planta para hacer el ri­ tual, al m enos en la zona en que fue recogido de algunos inform antes, entre


Tudela y Tafalla. Para ello, lo que hace es recolectar hojas de dicho arbusto, tantas como verrugas, y a continuación, frotar cada una de ellas con cada una de las hojitas de boj, recitando la si­ guiente cantinela: “tengo ve­ rrugas, pero no las quiero", y se dice que se vayan. Así, suce­ sivam ente, verruga a verruga, sin olvidarse de ninguna. Una vez acabado este ritual lo que se hace es buscar un sitio apar­ tado y enterrar las hojas de boj utilizadas. A medida que se vayan secando éstas, se irán secando tam ­ bién las verrugas. Aquí podemos ver cómo el elemento mágico es la seque­ dad, y lo que a uno le suceda le sucede­ rá al otro.

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Esta cultura también utiliza otro elemen­ to vegetal para quitar las verrugas, el enebro, en sus variedades Juniperus communis y Juniperus oxicedrus. Para ello se recogen las bayas de estas especies, tan­ tas como verrugas se tengan, pero en este caso no se frotan sobre ellas ni se

canta cantinela alguna, sino que se entierran. Para que sea efectivo hay que buscar un sitio alejado por el que no va­ yamos a pasar nunca y mantenerlo en secreto, ya que nadie debe desenterrar las bayas, ni siquiera de forma accidental, pues no funcionaría. En otro pueblo cer­ cano, Markinez, hacían el ritual de ente­ rrar una manzana o una patata clavada con un palo para quitar las verrugas. Este método se ha recogido en las zonas de Antoñana y Obekuri.

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de la Verbena

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En esta cultura se da más importancia a los elementos anim al y mineral que al vegetal para elim inar las verrugas, espe­ cialmente en la comarca de Tolosaldea y zona deA steasu.A sí, se dice que para ha­ cer desaparecer tan inoportunas excre­ cencias cutáneas hay que buscar y atrapar un sapo, anim al que, como es bien sabido, presenta una piel de aspecto verrugoso. A continuación, se debe de m eter al anfibio en un tarro y colocarlo bajo la cama de la persona que tiene verrugas. Se dice que, a medida que el sapo vaya ‘‘secándose" y, obviamen­ te, muriéndose, las verrugas irán desapareciendo del cuerpo del afectado. También se utilizaban anim a­ les en el valle alavés de Kuartango -u n a cultura m ixta y todavía poco estudiada desde el punto de vista etnobotánico, y que

nada tiene que ver con la de la Verbena-, concretamente en el pueblo de Andagoia, y el protago­ nista era el caracol, un molusco cuya baba siempre se ha tenido como agente curativo. El ritual consistía en coger uno de estos gasterópodos por el casco y pa­ sarlo sobre la verruga en cuestión, tra­ zando tres cruces. A continuación, había que m eter al caracol en un bote y espe­ rar a que muriera, momento en el que la verruga acabaría secándose y despare­ ciendo. Otro ritual utilizado en esta misma cultura para quitar las verrugas es el que requiere coger tantos granos de sal gorda como verrugas se tenga. Dichos granos


A CUTUKA DI' LA VKIIHIA V LTILIZA MAS KLKMKMOS l)K ()|{|(iK\ AMMAL'i VIINKIiAI.

deberán envolverse en un pañuelo que se dejará, in­ tencionadamente y a la vista, en un cruce de cam i­ nos. Cuando alguien pase por el lugar, recoja el pa­ ñuelo y lo abra relevará a aquel de su carga verrugosa y se convertirá en el nuevo portador de las odiosas pro­ tuberancias. De esta manera tan singular, las verrugas, en vez de desaparecer, lo que hacen es pasar de un individuo a otro como por arte de magia. Un caso paradigmático es el de Laudio, una localidad del valle del Nervión que participa de varios ámbitos culturales desde el punto de vista de la etnobotànica: del de la verbena, del de Karrantza y del de Valdegobia. Una mez­ cla de caracteres que le enriquecen de sobremanera. Es por ello que debemos citar dos rituales diferentes que los más mayores de Laudio aún recuerdan. El primero de ellos tiene relación también con las bayas de enebro, y fue recogido por José Miguel Barandiaran en 1921 en sus Fragmentos folklóricos. Según esto, el que tiene verrugas ha de colocar debajo de una piedra otras tantas bayas del citado ar­ busto, procurando apartar la vis­ ta de ellas en el momento de

realizar tan delicada operación. A conti­ nuación, el sujeto debe alejarse lo más deprisa posible a la vez que entona una cantinela: “Verrugas tengo, verrugas ven­ do, aquí las dejo y yo voy corriendo". Como en anteriores casos, a medida que las bayas de enebro se van corrompiendo y secando, también las verrugas van des­ apareciendo. El segundo de los rituales requiere de otro elemento vegetal, el junco [Scirpus lacustris), y para explicarlo re­ currirem os a una experiencia personal que el propio codirector de esta publi­ cación -F é lix M ugurutza- ha tenido a bien relatarnos:

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“Voy a retrotraerme a una época en la que empezaba a alternar los pantalo­ nes cortos que tan a la vista dejaban aquellas feas verrugas de mi rodilla con los largos, símbolo inequívoco, por aquel entonces, del paso a una edad más ma­ dura. Sería por tanto, en torno al año 1977. En la casa de al lado de la de mis pa­ dres vivía el laudioarra José ibarra

Landaluze (1924-2000), muy aficionado a conservar las antiguas tradiciones y ri­ tos populares. Un día, sabiendo de los di­ ferentes intentos de mi madre por elim inar aquellas feas verrugas asentadas en mi rodilla y mano izquierdas, José nos dijo que tenía un remedio infalible y que él se encargaría de todo para ponerlo en práctica al día siguiente. Y así se hizo. Por la mañana temprano apareció con varios juncos en su mano. De cada uno de ellos extrajo dos trozos de diferente longitud y, a su vez, diseccionó por el centro y longitudinalmente cada uno de aquellos fragmentos, de tal for­ m a que su corazón esponjoso y blanco quedara al descu­ bierto. Alternando ambos trozos de cada junco, co­ menzó a frotar cada verruga con la parte Interior de la planta, de tal modo que se dibujasen tres cru­ ces sobre ellas. Así, una por una, todas las verrugas fueron sometidas al m is­ mo ritual, preser­ vando los juncos usados dentro de su puño cerrado. La parte más mági­ ca de aquella liturgia - a la que tanto mi madre


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como José se referían con el nombre de “santiritu" {zaintiratu: 'esguince', 'torcedura', de zain ‘tendón' y tiratu 'estirado')consistía en que, una vez concluido el proceso, él los subiría al monte Arraño, detrás de nuestras casas, para esconder­ los bajo una piedra. Según aseveraba José, al pudrirse o secarse éstos, desapa­ recerían definitivamente las excrecencias que afeaban mi pierna y mano. Tan sólo debía cumplirse una condición: que yo no pasase bajo ningún concepto por las proximidades de aquel lugar, cuya ubica­ ción precisa no me podía facilitar por exigencia intrínseca del ritual. Las verrugas no desaparecieron ni con los juncos, ni con ácidos aplicados, ni con pomadas que nos recetaron los médicos. Como suele suceder, lo hicieron ellas so­ las, espontáneamente, una vez dejé de preocuparme por ellas. Algo tendrían que ver los ya definitivos pantalones largos...". El zaintiratua incluye también otra se­ rie de rituales más complejos, relaciona­ dos con la curación de esguinces y enfermedades de tendones. Limítrofe con Laudio se encuentra la Tierra de Ayala, un vasto espacio aún poco estudiado en el campo de la etno­ botànica, pero que presenta valores real­ mente paradigmáticos en este terreno, como vamos a ver a continuación para el caso que nos ocupa en este trabajo so­ bre las verrugas.

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de Juana Mari No es una curandera al uso, ni sana en­ fermedades o dolores musculares. Su campo de acción son las verrugas, y se dice que las quita después de hacer no se sabe bien qué tipo de ritual mágicoreligioso. Como ella hay más en muchos rincones de la Euskal Herria rural, pero su "arte" está en decadencia ante una so­ ciedad cada vez más protegida por una adelantada ciencia médica y, todo hay que decirlo, cada vez más recelosa de este tipo de prácticas y de la eficacia que se le supone a la oración como método de comunicación con Dios, su Madre o los Santos benefactores de la Iglesia. Nació en Bergantzagoiti, un barrio de Baranbio cercano al antiguo municipio de Lezama -p arte de la Tierra de Ayala, y desde 1976 integrado en el de Amurrio-, y fue al casarse cuando llegó al caserío en que hoy vive con su marido, en el ba­ rrio Urtaran de esta última localidad. Con ellos vivía su suegro, Juan Zubizarreta, un hombre natural de Urrexola (Orozko) que, entre otras cualidades, tenía la de hacer desaparecer las verrugas de quien se lo pidiera. Un secreto que deseaba traspasar a otra persona de confianza que prosiguiera con la misma actividad, alguien que como él tuviera una sensibi­

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lidad especial, una manera de hacer el ri­ tual con verdadera fe en lo que hiciera, una persona, en sum a, con un cierto don para poder desempeñar una labor solida­ ria y gratuita de por vida para quien o quienes vinieran a solicitar su ayuda con­ tra las verrugas. Y aquella persona que buscaba Juan Zubizarreta no era otra que su propia nuera, Juana Mari Ligarte, en quien depositó todo el saber necesario para que el poder emanado del ritual fuera efectivo e hiciera desaparecer las verrugas del paciente. Con ese deseo acudían al caserío de Urtaran personas de toda la comarca, pero también de localidades más distan­ tes, e incluso desde Bilbao. Hoy, a pesar de los adelantos médicos, continua el goteo de gente que acude en busca de una solución que borre de su cuerpo para siempre las m olestas y antiestéticas ve­ rrugas. Tampoco es extraño ver algún baserritarra de la zona con el fin de solicitar sus “poderes" para liberar de verrugas la ubre de alguna de sus vacas de leche. Juana Mari clasifica las verrugas en dos tipos: las de "sin sangre" y las de “con

sangre". Las primeras son aque­ llas más finas y alargadas, que parecen colgar de ojos, cuello y axi­ las, com o si estuviesen secas, y de ellas dice que no se quitan, o al menos que no puede quitarlas ella con su méto­ do. Las segundas, más gruesas y redon­ deadas, son las que sí desaparecen tras hacer el ritual heredado de su suegro. Juana Mari no necesita ver a su pa­ ciente, ya que con saber el nombre y sus dos apellidos le basta; eso sí, el nombre de pila debe de estar completo, tal y como aparece en los registros. También es im­ portante la complicidad de éste con el método, y debe de creer en su eficacia para poder curarse de sus verrugas. No se trata de un juego ni de una broma, sino de algo mucho más serio como es todo lo que requiere de la magia simpática. Luego, se ayuda de un elemento vegetal como es el enebro para realizar la ceremonia acos­ tumbrada, un ritual que ha mantenido in­ mutable y en secreto desde que hace más de 50 años se lo confiara su suegro. Juana Mari no utiliza las bayas del enebro, sino sus espinosas ramas, un ar­ busto que ahora crece con mimo en el jardín de su caserío, pero que antes -no s recuerda- tenía que buscar en el monte de Lezama, en las laderas que suben ha­ cia el San Pedro y Txibiarte. Después de manipular una o varias de las ramas, e in­ vocar el nombre del paciente, eleva al


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LOS KNh:HI{()S l)L SU JARDÍN

r cielo una plegaria -dos o tres padrenues­ tro s- y abandona el lugar, dejando hacer al sol la últim a de las tareas: el secado de la rama utilizada durante el ritual. Una rama que Juana Mari dobla y quiebra sin llegar a romper, de tal manera que pueda mantenerse en su propio arbusto -sin que la sabia circule más por el interior de su ta llo - hasta su secado final por efecto de la acción del sol. Un curioso ritual que nadie debe de ver mientras tiene lu­ gar, de lo contrario no tendría el poder que se le supone. Incluso, para ser más rigurosos, ni siquiera debería de estar en el jardín de su casa, ya que es un lugar de paso habitual y demasiado cercano al ámbito familiar, lo cual podría actuar o estar ya actuando en contra del propósi­ to que se persigue. Pero Juana Mari tiene ya sus años y los hijos no quieren que vaya sola al monte, en largas caminatas, en busca de enebros perdidos. Además, está un poco desilusionada con aquella gente que nunca más vuelve para decirle si se le han ido o no las verrugas, aunque fuera mediante una sencilla llamada de teléfono. Por el contrario, están los agra­ decidos, los que sí desean que su benefactora sepa lo felices que están después de ver desaparecer sus verrugas. Este es el premio que más aprecia Juana Mari, con ello se siente pagada y con las fuer­ zas cargadas para continuar adelante con su labor, un don que, como ella dice, no sabe porqué lo tiene.

ANÁLISIS

Y

conclusiones Una vez expuestos algunos de los nume­ rosos tratam ientos utilizados en distin­ tos lugares de las diferentes culturas etnobotánicas con el propósito de quitar las verrugas, debemos de analizar, ahora, qué elementos son comunes a todos es­ tos casos. En primer tugar tenemos siem­ pre un elemento -an im al, vegetal o m ineral- que representa a las verrugas y, salvo en el caso del sapo, se especifica que el número de elementos vegetales o minerales ha de ser igual al de verrugas representadas. En segundo lugar, existe casi siempre la necesidad de encerrar o enterrar al elemento o elementos que representan a las verrugas -tarro , pañuelo o bajo tierra-, lo cual nos indica que estos ele­ mentos representadores de las verrugas, una vez sometidos al ritual, son peligro­ sos y poderosos, ya que, potencialmen­ te, son capaces tanto de trasm itir como de hacer desaparecer las verrugas, bien haciéndolas regresar a su antiguo dueño si los elementos empleados en el ritual fueran desenterrados o abiertos antes de tiempo, bien pasándoselas a otro que, de manera inconsciente, los hubiera liberado. Así, el elemento mágico se des­ ata y es capaz de trasm itir el m al que


representa. Esto nos da a entender que dichos elementos, aun enterrados, m an­ tienen un área de actuación que los in­ formantes no especifican, pero que bien podría llegar a algunas decenas de me­ tros en derredor. Del mismo modo, es curioso ver cómo, si se hace bien el ri­ tual, en el momento en que el elemento representador y portador del mal de las verrugas -baya, hoja, rama, sapo y cara­ c o l- se seca y muere, también se seca y muere la excrecencia en la piel del pa­ ciente sometido al ritual. Y llegados a este punto, debemos valorar la impor­ tancia que el sujeto portador de verru­ gas juega en todo el proceso de curación, en tanto en cuanto “creyente” que es o no del mismo proceso. Aquí, como en otros trastornos y enfermedades, la au­ tosugestión y el deseo de curarse de la persona afectada es tan im portante o m ás que el propio tratam iento, y sin esa implicación en lo que se está haciendo o fe en quien lo realiza y en el ritual que se emplea, es muy fácil que no se logren los resultados esperados, ya que estos métodos de curación se basan en creen­ cias tanto de tipo religioso -cruces y oraciones- como mágico - la magia sim pática-Estam os, por tanto, ante una idea que permanece en este pensamiento de tipo mágico, y es que el elemento repre­ sentativo de las verrugas tiene la capaci­ dad de absorber el espíritu o la esencia del mal conteni­ da en las verrugas

y de llevarse ese mal. aunque no de eli­ minarlo por com pleto, razón por la cual han de permanecer encerrados u ocultos mientras dure el proceso. Este tipo de creencia de encerrar el mal recuerda otros m itos como el de la lámpara de Aladino, el más famoso cuento de las M il y una noches. El genio permanecía encerrado en el interior de una lámpara de aceite que, si se frotaba adecuada­ m ente siguiendo un ritual, el genio se li­ beraba con todo su poder, una fuerza que podía utilizarse de forma positiva, pero tam bién negativa. O el más cerca­ no de los gaítzagorrís vasco o enemiguillos, dim inutos geniecillos que se guardan en un alfiletero y que, una vez liberados, no cesan de realizar trabajos para su amo a condición de que no les falte nunca quehacer, ya que si esto ocu­ rriese se ocuparían en desm ontar todo lo realizado. Ciertam ente, el hecho de encerrar genios y fuerzas benefactoras o malhechoras aparece en los m itos desde antiguo, y la moraleja determina que deben permanecer encerradas sin tentar jam ás a la fortuna, ya que podría volver­ se contra nosotros. Sin duda alguna, el mundo del pensa­ miento y de las creencias populares es mucho más rico y profundo de lo que a primera vista nos pudiera parecer, ya que se muestra una de las caras más antiguas del subconsciente humano, el mismo que pintaba en las cuevas representaciones animales y de otro tipo. El sólo hecho de pensar que hay elementos que puedan representar sim bólicamente a las verrugas, a pesar de no tener nada que ver con ellas, es suficiente­ mente ilustrativo de todo un co­ nocimiento popular que debió de existir, heredado a través de los si­ glos -incluso de los m ilenios-, y que hemos perdido en casi su totalidad. ¡Verrugas tengo, verrugas vendo, aquí las dejo y yo voy corriendo! DANIEL P(REZ / JUANJD HIDALGD


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L O S D A N T Z A R tS D E L A U D IO , A IT Z IB E R T E M P R A N O Y A IT Z IB E R F U E N T E S , C O N LA ERM ITA D E SU N O M BR E A L F O N D O . C U A N D O A FIN A LES D E L FR A N Q U IS M O C O M E N Z Ó A U TILIZ A R S E, E L N O M BR E A IT Z IB E R S IR V IÓ T A N T O P A RA M U JER ES C O M O PARA H O M B RES

Aunque pueda parecer extraño, de no haber sido por el franquismo y el académico José María Satrustegi, en una convergencia de polos diametralmente opuestos, jamás ninguno de nosotros habría escuchado el humilde nombre de Aitziber. Y sin embargo, infinidad de personas se llaman así en cualquiera de los territorios vascos.

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UN NOMBRE GENTIL texto y fotos « FELIX

La libertad plena para el uso de los nombres vascos lograda en 1932, en plena República, se vio sesgada con la prohibición expresa y radical de aquellos “...expresados en un idioma distinto al castellano...” emitida por el nuevo régimen franquista en 1938 y los que. según se dice en la citada prohibición, “...entrañan una significación contraria a la unidad de la patria”.


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en el régim eajáfctatorial y la tradición onomástica anterioit'q^, a pesar de aquella férrea negativa, hubo de dejar la posibilidad legal de aceptar las di­ ferentes advocaciones de María, eso sí, en rigurosa grafía romance. La ínfima fisura se convirtió en gran brecha, sin duda merced al irrefrenable deseo po­ pular de usar nombres vascos: de esa época son los cientos de María Bego­ ña, María Icíar, etc. que inundaron el país. Se encendía además la bombilla para poder conseguir un gran número de nombres femeninos a través de topónimos, nombres de lugar, siempre que se demostrase que existía un templo dedicado a María en cualquiera de sus ma­ nifestaciones, eso sí, siempre que su fervor popular tuviese cierta relevancia. Aquella posibilidad estaba, como decimos, restringida tan sólo a los san­ tuarios marianos. Pero paulatinamente un nombre por aquí y otro por allá fueron sorteando la exigente burocracia, una burocracia cada vez con más frentes abiertos y con menos exigencias de sus superiores a medida que declinaba el vigor del dictador. Así las leyes se relajaron y pronto quedaron abiertas las espitas: un nuevo acuerdo permitió la admisión de los nombres -aunque en grafía castellani­ zante- de todas las advocaciones marianas y los nombres que no tuvieran traducción. Es ahí cuando Euskaltzaindia encargó con cierta premura al acadé­ mico José María Satrustegi la elaboración de unos listados de nombres -n o ­ m enclátor- a tal efecto. Sería la base para los futuros nombres eusquéricos de pila sin contradecir las pautas de la legislación franquista. Se incluyeron los nombres más extraños, desconocidos hasta entonces, y con preponderancia de los navarros por ser su autor de dicho territorio. De ese modo comenza­ ron a proliferar los bebés bautizados con nombres hasta entonces propios de montes, bosques o parajes con ermitas, por muy humildes que estas fueran. El ansia de un pueblo oprimido que soñaba con reafirmar como fuese su identi­ dad nacional hizo el resto. A la vista de los resultados, quizá deberíamos hablar más de una explosión del uso de los nombres vascos que de una expansión. De todos aquellos nombres de lugar en los que había una erm ita dedica­ da a la Virgen, probablemente la más modesta y humilde sea la de Aitziber. Y tam bién por ello, desde nuestra perspectiva actual, uno de los nombres más íntim os y con más encanto de nuestro país. No cabe duda alguna de que si el sacerdote j. M^ Satrustegi no hubiese sido nativo de la zona (Arruazu, 1930) ni hubiese ejercido como párroco du-


rante treinta años en Urdiain - a donde pertenece la ermita de A itziber- no disfrutaríamos hoy en día de un nombre tan sugerente. Sin embargo, incluso los lugareños se escandalizaron ante aquello que pretendía ser un pequeño agasajo para con sus paisanos. Más de uno se echó las manos a la cabeza ante la posibilidad de que el nombre de aquel paraje pudiera convertirse en nombre de mujer. Un nombre, al igual que sucedía con similares como Ainhoa, Eneritz... que se calificaba no por pocos de “impronunciable". Incluso llegó a decirse que “la criatura que lo llevase habría de ser bonita, ya que el nombre no lo era así". Es más: el nombre Aitziber resultaba tan fuerte en su sonoridad para los oídos de la época que muchos creyeron era masculino. A ello contribuía su final en -e r, más propio de los nombres masculinos -Ander, Xabier, Alexander, Iker, Asier...- e inexistente en los nombres femeninos a excepción de los relacionados con el término eder ‘bella, hermosa' como lo son Haizeder, Maider, Marieder, Eider... También el desconocimiento que tanto los padres y madres como los encargados de los registros tenían al respecto tuvo que mucho que ver en aquel anecdótico error. Así es como, curiosamente, A itzi­ ber comenzó a utilizarse para criaturas de ambos sexos y, desde entonces, no son pocos los varones que pasean por el mundo, orgullosos, el nombre de pila creado a partir del topónimo de Urdiain.

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~ E rm tc i ¿ tpj d ia . Una vez más la cultura popular atri­ buye a los gentiles lái^ ificació n de la ermita de Aitziber. Aunque sobre decir­ lo, los gentiles son unos seres mitológicos, similares a los humanos pero dota­ dos de una inusual fuerza. Viven en la barbarie -de aiií el término gentil ‘montaraz’, ’sin evangeli­ zar’- , en cuevas y bosques, con cierto contacto con los humanos pero sin mezclarse jam ás con ellos. Por su legendaria fuerza, las tradiciones populares se ha valido de ellos para explicar las construcciones que a los ojos del vulgo parecían extraordinarias: puentes, ermitas, grandes rocas, curiosidades geológicas, monu­ mentos megalíticos... En realidad, la ermita de Aitziber era la parroquia de una antigua po­ blación llamada Sarabe y que quedó despoblada ya en el siglo XIV. A pesar de lo apartado que hoy puede parecemos el lugar, por tan bucólico valle pasaba una ruta comercial de gran importancia ya que era muy frecuentada por arrieros que sacaban la mercancía navarra hacia el puerto marítimo de Pasaia. Aún suele ser un recorrido habitual para caminantes y montañeros, pero no cabe duda de que desde la construcción del ferrocarril a fines del XIX su importancia se ha visto reducida a mínimos.

E l c c u t iild . Probablemente por la importancia de las rutas que confluían en las cercanías se construyó un castillo roquedo en lo alto de la escarpada peña de Laiene que cierra por el sur el vallecito de Sarabe. El gran Barandiaran que trabajó mano a mano en su excavación con J. Satrustegi, lo data en torno al siglo Xlt. La marca más visible para identificar su ubicación es un agujero que atraviesa la roca de lado a lado. Para los lugareños es Jentilen leihoa - la ventana de los gentiles- y en donde, dicen, solía verse una gentil sentada peinándose. Próximo a la ca­ vidad se observa un aljibe - e s ­ pecie de pequeña piscina para el almacenamiento de agua en el castillo - excavado en la roca. Se conoce com o Jentilen gela, el dormitorio de los gentiles. Según una leyenda recogi­ da en Urdiain por Barandiaran y Satrustegi, allí vivió el últim o de los gentiles


de la zona. Impedido por su vejez, le daban de comer valiéndose de una pala de madera de las que son usadas para meter los panes en los hornos. Junto al enorme aljibe, existe un pequeño túnel excavado en ia roca y que formaba parte de tan insólita fortificación. Como cabía esperar, se dice en Urdiain que fue la cocina que usaban los gentiles: Centilensukaldea. Curiosamente la documentación histórica conservada no hace referen­ cia en ningún momento a dicho fortín. Sin embargo las puntas de flecha, monedas, cerámicas... -datadas en el período X I-X III- así como el topónimo Gaztalekoaitza (Gazteluko haitza) no dejan lugar a dudas. Parece además que la posición estratégica de Urdiain y sus alrededores ha sido reconocida en diferentes épocas históricas. Por eso pretendió crearse en uno de sus cercanos oteros una nueva población en 1355 como refuerzo defensivo. Pretendía construirse con 132 casas y ya estaba decidido hasta el nombre: Villafuert. Claro está, no se llevó a cabo. También la imagen gótica de la Virgen de Aitziber, fechada en el segundo cuarto del XIV, dejó la ermita para buscar la fortaleza y seguridad del lugar, protegida tras los gruesos de la parroquia de Urdiain. Descansa así alejada de los peligros que entrañaba el solitario paraje de Sarabe, tan célebre en otro tiempo por sus malhechores. Aunque no debería confiarse demasiado ya que, dicen, en la última reforma hecha en la iglesia aparecieron bajo el pavimento huesos como de humanos pero de un tam año mucho mayor; pocos dudaron entonces de que allí también, como en Aitziber y Sarabe, habían habitado los omnipresentes gentiles. FELIX MUGURUTZA MDNTALBAN Miembro de la Comisiún de Onoingstica de Euskaitzaindia

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REVISTAS

Y _L_LAJ^ O S

ASKECI. N.*> 3 / 20 0 8 E D IT A «

Asociación Cultural Askegi

Con la presente son ya tres los ejempla­ res publicados por esta revista que cen­ tra sus artículos en el municipio de Iruña Oka y en todo lo que haga referencia a la omnipresente sierra de Badaia. Campanas, topo­ nimia, leyendas o el eterno conflicto entre el lobo y el pastor entre otros más temas salen a nuestro encuentro a través de sus páginas, impresas en buen papel e ilustradas con innumerables fotografías que harán, si cabe, más agradable su lectura. Animamos desde estas líneas a los colegas de Askegi para que continúen con tan intere­ sante labor de resistencia y enfrentamiento ante esa ola de incultura que cada día, a pesar de los medios de los que disponemos, campea más a sus anchas. Esperemos que no lo haga por el bello municipio de Iruña ni por sus gélidas mesetas de Badaia.

RECIBIDOS

URTUME. N.° 2 / 2008 EDITA« Asociación Cultural Urtume

Con ésta son ya dos las revistas publica­ das por esta prolífica asociación cultural del municipio de Zuia (Araba). En sus casi 170 páginas, se presen­ tan con buen gusto, infinidad de fotogra­ fías y una excelente impresión nada menos que 16 temas que atañen a la vida cotidiana, de ayer y de hoy, desarrollada en el frío valle de Zuia. Entre tanta letra y bellas fotografías cabal­ gan con soltura entrevistas personales, refe­ rencias históricas, leyendas tradicionales y hasta ritos y creencias en torno a la Navidad. Referencias a la riqueza forestal del lugar, ritos unidos al paisaje o un encuentro con la siempre agradecida profesión de las parteras. Esta publicación que, con su segundo núme­ ro deja de ser una anécdota para convertirse en un prometedor corredor de fondo en el mundo de nuestra historia.

EL LEYENDISTA DEBARRA JUAN VEN AN CIO DE ARAQUISTAIN EN EL CONTEXTO SOCIO-LITERARIO VASCO DEL SIGLO XtX A UTOR« Vicente Arrizabalaga Loizaga / EDfTA« Debako Ostolaza Kultur Elkartea / Deba Bilduma

Sorprende la capacidad para el trabajo de ciertas agrupaciones culturales y más aún sus resultados. Ha llegado a nosotros una obra DnacioxK dedicada al ¡lustre debarra J.V.Arakistain perteneciente a la colec­ ción Deba bilduma y con la que cada dos años su asociación editora pretende dar a la luz trabajos de investigación sobre Deba. Ello de por sí ya sería un gran logro. Pero lo realmente atractivo del proyecto es que es la misma asociación quien convoca y gestiona unas becas con las que poder gestar los trabajos que luego serán publicados. No es nuevo en nuestras páginas el infatigable Vicente Arrizabalaga, gasteiztarra de adopción aunque hijo de la guipuzcoana villa de Deba. Es él el autor de la obra publicada y fruto de la beca correspondiente. Si bien su rigor y dedicación a la investigación en los archivos garantizaba el éxito sea cual fuere el tema elegido, Vicente se ha decantado por la obra del escritor Arakistain, famoso especialmente por su obra Tradiciones vasco-cantabras (1866), modelo de literatura romántica, y que tan grandes acogida y popularidad alcanzaron en su época. Ésta y otras obras son minuciosamen­ te exploradas a través de las más de 200 págs. de este interesante volumen. &lAMVn BOAHM

JU A N VCNANOO K A KAO U BTAM EN aCONTDOO 90CK>.U1B U n O VASCO

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OFICIOS TRADICIONALES X I

LA ROM ANIZACIÓN

AUTOR « Carmelo Urdangarin

AUTOR « Varios autores

DIBUJOS« Juien Zabaieta______________

EDITA« Diputación Foral de Alava / Guías del

EDITA« Diputación Feral de Gipuzkoa

Museo de Arqueología de Álava

Son once ya los volúmenes de esta colección de oficios tradicionales, muchos de ellos desapareci­ dos ya del panorama actual, tanto en su aspecto artesanal como industrial. La labor de Carmelo es incuestionable e impagable, ya que su metodología de trabajo se basa en minucio­ sas entrevistas a los verdaderos conocedores y protagonistas de estos oficios olvidados o en desuso, muchos de ellos en edad avanza­ da, y cuyos testimonios conforman un bagaje de gran importancia para el fortalecimiento de nuestra memoria histórica como pueblo. En este volumen se incluyen temas tan diver­ sos como la fabricación de txistus, mario­ netas o abarcas de cuero, la restauración de muebles y relojes, la encuadernación, la talla de madera o el oficio de maquinista naval en­ tre otros, todos ellos tratados de forma ame­ na y sencilla pero muy completos en cuanto a información, con fotografías y detallados dibujos de un admirable Julen Zabaieta.

Ha llegado a nuestra biblioteca una obra que sin ser novedosa (año 2000) no deja de ser interesante como para hacer una reseña. Se trata de un libro guía elabo­ rado para dar cuenta de los materiales del museo pertene­ cientes a la época de la Romanización. Además de unos oportunos apartados his­ tóricos para repasar las diferentes etapas de aquella gran culturización, se ofrecen fichas de los diversos materiales con la informa­ ción oportuna y referencias bibliográficas al respecto. Las fichas han sido elaboradas por diversos expertos en la materia, así como sus textos, si bien la dirección del proyecto ha corrido a cargo de Amelia Baldeón -directora del Museo- y Elisa García. De ese modo, tras sus más de 300 páginas editadas tendremos con esta obra una visión muy bien enfocada, ilustrativa y actualizada de todo aquello que concierne a la romani­ zación en Alava.

LA PÉRDIDA DE LA TOPONIMIA VASCA EN EL VALLE DE SOMORROSTRO AUTORES « Goio Bañales y Mikel Gorrotxategi / e d ita « Salgai Editorial, S. L

Fruto de la labor de investigación del documentalista Goio Bañales y del conocimiento en la materia de Mikel Gorrotxategi. llega a nues­ tras manos una preciosa obrita digna de los mayores elogios. Pre­ »lewwen sentada en un novedoso y atractivo formato de tapa dura, recorre a través de sus 60 páginas por el devenir y curiosidades de muchos de los nombres de lugar del valle de Somorrotro. Si no fuese por la gra­ vedad que supone para la pérdida de ese patrimonio para el euskera, diríamos que es una publicación de anécdotas, a cuál más curiosa, y en la que vemos los derroteros de nombres sustituidos, transfor­ mados, traducidos por otros. Así sonreímos y a la vez nos preocupa­ mos ante el cambio sufrido en los topónimos Labariega, Lamigeriega o Elduatxe entre otros muchos más, y que se conocen hoy como Borrega, La Mies Nueva o El Bache respectivamente. Las concisas notas al píe de página dan una gran solidez a la, insistimos, preciosa publicación. La pérdida d * la toponim ia vasca w i al \^ lla d « Som orroatro


s

Desde su prim era edición en 1810, cada otoño, ei prado Theresienw íese anexo a las m urallas de Munich acoge a m illones de visitantes para celebrar su afam ada fiesta del folklore y la cerveza: la Oktoberfest. A pesar de lo que su nom ­ bre indica -'fe s tiv a l de octubre’- exceptuando su p rim era edición, siem pre se ha celebrado en septiem bre para gozar así de una m ejor c lim alogía. En la foto, una lugareña posa frente a unas barricas de cerveza wiesnbier, con m ayor graduación alcohólica y especialm ente fabrica­ da por los cerveceros de Munich para el festival. Foto enviada por: Nicoia Roedor, suscriptora de Grafelfing (Alemania)


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L^lobo El r i 't o r n o ' ^ A I t o . N c i a t f t i i ^

JJEstelas: las piedras qu« hablan

E1 retomo del lobo

Rappe) en el Salto del Nervión I La cueva de Mariazulo I Gastarlas y enceras I Perderika Belaustegigoitia i Urduña: la ciudad y la memoria

La sierra de Arrola i La tore de Mariaka I Santxotena t La Petroniia I Roben Laxait i El roble deAtxondo I Santa María del Yermo

La meteorologia en el Alto Nervión La ciudad romana de Iruña-Veleia I El bacalao I Los barrios de Orozko I El empedrado de Santo Tomás de Zeberio I Ara de Cordeliz

' á h it u t a AGOTADA iii- g o d e )c» b o lo s

Cumbres del Alto Nervión

Mes»yJuntis:lugir» tradicional«dereimién

Geología de Gorbeia i Minas de Baranbio I Madres Agustinas de Artziniega I Arqueología medieval en Lendoño I La gota fría I La patata

Bolatoki: el juego de los bolos

Centenario del monumento delTxartazo I José Paulo Ulibarri I Avestnjces I Contaminación lumínica I Menhires en Gorbeia I El pintor Joaquín Barbara

Etnografía de las raquetas de nieve I Cuevas artificiales en Aíava I Graffiti romanos en Sálvada I El curandero de Katuxa I La torre deArtziniega

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-VfLoberas: vestigios de una lucha milenaria Pico del fraile y Naranjo de Bulnes I Neandertales en Axlor I El chocolate I Cofradía de San Roque de Laudio I El castillo de Orduña

Etimologías: ios nombres e<i versión original Jesús de Calindez I Batalla romana en Kuartan« I los Enazti i Barrenadores I Ferreria ce El Pobal I Trashumancia en la Tierra de Ayala I El bonito

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Tierra de Ayala; paso hacia Compostela La judería de Vitoria I Nombres de pila I El barrio de Aldama I Aratar: la ruta de los gentiles I Los puentes de Bilbao I Intxaur-saltsa

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El santuario rupestre de Arenaza Brujas y lamias en Laudio I Túnel de San Adrián I Historia deUince en Gorbeia i Arbitrios y fielatos I LacercadeVilEaño I Los caracoles

V ik in g o s en Eu ska l H erria El árbol Malato i Hospital de San Antón I Las murallas de Orduña I LaPistiade Domaikia I Anboto, ruta por Atxondo i Pastelerías y confiterías en Bilbao

Tram pas de caza Ayala:Alta Edad Media i Carrastatxu, paseo por Gorbeia i Sa^delosArbide I Perrería deTon^nda i Pastor centenario i Casas de sidra I Carrafa de Orozko

Ritos funerarios en Euskal Herria Emiitasjuraderas I El balneario de Orduña en el XIX I Gorbeia, el medio subterráneo I Minas en Arditurri I Aiako Harria I El hongo tmfa

La teja, usos tradicionales Laudio, tradición tejera I los Txistus Gancedo i ElBadady i Murales en Murueta I El puente Bizkaia I Agotes I El jamón i Eneko, Iñigo, Ignazio, Iñaki

La boina y lo s vascos La Encartada, una fábrica-museo i San Juan y Santa Eulalia I Hacer la colada i ¡Agua va! i Armas vascas para un Imperio i Kortazar etairukutzeta \ Petnjs.Penj,Betiri,Kepa

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Explotación y transformación del monte Simon Whitburn, tumba de minero I Centinelas deToiofto I Crui de Castillo i La metereología tradicional f El jaspe delValle de Llodio I Miren y Maria

Pipas tradicionales de arcilla La vieja del monte i Un cuadro de José Arrue recuperado i Dragones y seipientes i La cueva de Baltzola \ la bellota, alimento de humanos i Mendaur

El Fuego Nuevo en la cultura vasca Las vírgenes de laAntigua i La estación ferroviaria de Llodlo i El poder de !a escritura I Ruta ttiegalítica por Etxalar I Megalitismo didáctico I LastorresdeNaiKlaresdelaOca

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El Yermo, la romería de los vizcaínos Eusbra Enkarterrin I Silbatos de hace 24 siglos ! Grandes mamíferos cuaternarios I Las fiestas de Bilbao en 1876-1877 I El haya I Aitor,Amaia,Asier

Los cerNles, primeros cultivosen Euskal Herria Laudio; añoranzas vizcairus i Septiembre mágico en Emio i ¿Dónde estuvo la torre de Orozko? I la cueva de ^ozalagua I BarratKOS istoray Berrabia i AinhoayArantzazu

HKer cal, un oficio vecinal desaparecido Hacer cal, trabajo de vecindad I Conocer Bilbao i Contencioso en Sierra Sálvada I El puente de Bitorika i Sieaa de Kodes I Estibaliz

Banderas vascas; ikumna y Arrano Beitza Nombres con significado ofensivo I La Casa del Cordón i La ennita de Magdalena, Zuberoa I El pino radiata I Xabier. el santo navarro

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Fwtivismo«nKanpeni, actividad por el hambre Viejocamavat rural enAspárrena i El unicornio en Euskal Herria i lekeitio,entreelmaryla tierra i Afanekoani, la leyenda de pastorcilla i Oxuey Usoa, nombres de altos vuelos

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MAYO VI S e m an a del Pintxo A lavés MAYO Vtl Ed ició n de la Fie sta de las Flo res Fe stival Internacional de Juegos

Kaldearte

3 2 Festival Internacio nal de Ja z z AGO STO Fie stas

de Vitoria-Gasteiz S E P T IE M B R E M agialdia: XXI Jo rn ad as internacio nales de magia M ercado m ed ie val

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OFICINA DE TURISMO Tel.: 945 16 15 98 / 99 Fax; 945 16 11 05. e-mail: turismo@vitoria-gasteiz.org / web: turismo.vitoria-gasteiz.org

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