GUATEMALA, PAÍS OCUPADO
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enseñaron a improvisar puentes y cables para cruzar los barrancos las técnicas para matar, en los combates de las montañas y en los poblados cómo desarmar las bombas cazabobos que no bien se abre la puerta le estallan a uno en la cara. Oficiales de inteligencia del ejército, nos daban instrucción política: ellos nos explicaron que había unos cubanos comandando las guerrillas en Guatemala. Los boinas verdes también nos enseñaban los métodos del camouflage. Respecto a los prisioneros, nos aconsejaban suprimirlos cuando no los pudiéramos cargar. Si se nos hacían incómodos, nos decían que los matáramos ahí nomás. Cuando eran cabecillas, no: había que preguntarles los datos, recogerles los papeles, los mapas, las armas, esposarlos y llevarlos a los superiores. A los cabecillas no hay que matarlos porque los tienen que interrogar primero. Los interrogan ellos, los superiores. Nos-
más profundos. También aprendimos
;
otros, no."
Ruano Pinzón acababa de tivos. Él es el
testigos
de un
desertar del ejército. Tiene sus
único sobreviviente de terrible asesinato
no
los
mo-
cuatro soldados que fueron
olvidado."^
De
los
que cargaron
3 Un día antes de las elecciones que consagraron Presidente de Guatemala a Julio César Méndez Montenegro, veintiocho dirigentes revolucionarios fueron
capturados y desaparecieron. Eran militantes políticos, estudiantiles y sindicales: Leonardo Castillo Flores, Víctor Manuel Gutiérrez, Humberto Pineda, Fernando Arce Behrens, Francisco Amado, Carlos María Sosa, Juan de Dios Castillo, José Luis Meda, David Aguilar Mora, Víctor Palacios, Marco Tulio Molina Licona, Carlos Enrique Galindo, Iris Yon Serna, Ricardo Berganza, Rogelio Hidalgo,
Mario Lemus, Emilio Vázquez, Marta Palacios, Eunice Campirán, Emma Judith Amézquita y otros Los familiares no pudieron saber dónde estaban, vivos o muertos, en qué cárcel o en qué fosa. Pasaron los meses y los guerrilleros obtuvieron, mediante medidas directas de presión, promesas del gobierno de Méndez en el sentido de que se iniciaría una investigación. La investigación no se hizo nunca. Pudo conocerse, sin embargo, el destino de algunos de los veintiocho
Yon Serna, por ejemplo, sobrina de Yon Sosa, había sido muerta a garrotazos a orillas del Motagua. Se supo también que la mayor parte de los veintiocho habían sido ametrallados en el almacén de guerra del Cuartel de Matamoros y sus cadáveres arrojados al Pacífico. El testimonio de Ruano Pinzón confirma esta versión. A continuación transcribo el relato que me hizo, durante una entrevista clandestina en algún lugar de los suburbios de la ciudad de Guatemala. Una sola aclaración previa: el hombre llamado Manuel a quien Ruano Pinzón recuerda, era Víctor Manuel Gutiérrez, el célebre dirigente sindical, invicto todavía en la memoria de su pueblo. Ruano Pinzón me dijo: "Éramos cuatro los inferiores que andábamos con los oficiales, como pistoleros, aquella noche; andábams con el Tercer Jefe, el coronel Máximo Zepeda desaparecidos: Iris