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SÁBADO 27 DE AGOSTO DE 2011

opinión

Opciones y Decisiones Las pequeñas diferencias Francisco Javier Chávez Santillán IDAC (Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C.) y el Instituto de Cambio Cultural de la Universidad de Tufts llevaron a cabo la “Encuesta de Valores México” con la finalidad de entender qué valora el mexicano en su vida diaria y cómo percibe su entorno. Se trata de un esfuerzo que busca concientizar a la sociedad mexicana sobre sus valores, y cómo éstos influyen en la realidad del país. Sus resultados fueron publicados el pasado 2 de febrero

de 2011. El estudio concluye que los resultados revelan una dualidad. A pesar de que la encuesta muestra que los mexicanos tienen valores positivos respecto a su espíritu emprendedor, el ahorro y a la competencia, la percepción de incertidumbre en la que se encuentran inmersos, evita que se maximice el capital social con el que cuenta el país. Digamos que percibirse en un contexto incierto afecta desde la disposición a ser corruptos hasta las decisiones de ahorro. En tal caso, el supuesto fundamental radica en que lo ideal sería que las instituciones crearan un ambiente que proporcionara a los individuos los incentivos para tomar la decisión más conveniente. Veamos algunas de las evidencias recabadas: 1º.- En el entorno ético y legal.- El valor de respetar las reglas. Ante la pregunta: Dar obsequios o dinero para agilizar un trámite de gobierno: ¿es o no un acto de corrupción? ¿Merece o no un castigo? – Las respuestas son en un 79% de acuerdo; el 9% está en desacuerdo y el 12% queda intermedio; a pesar de reconocer que hacerlo es corrupción y que sí se merece un castigo. En situaciones como: quedarse callado si le dan un cambio de más, el 80% reconoce que es incorrecto; y que meterse en la fila y no pagar el transporte si se puede, son un acto de corrupción; además, inventar una excusa para no quedar mal, es un acto equivocado; todas estas respuestas con 78% y 66% en grado de afirmación. El valor de exigir cuentas. La visión que los mexicanos tenemos de la autoridad se caracteriza por valorarla como “arbitraria”, así opinan más de la mitad de los encuestados; en cuanto a si son respetuosas con los individuos, solamente un 26% así lo piensa, mientras que el 39% lo niega; ante el enunciado de que actuar mal no tiene castigo para el culpable en el país, un 29% así lo confirma; pero un 41% lo niega, y un 30% queda intermedio. Sin embargo, un robusto 83% opina que a las autoridades se les deben exigir cuentas, y solo un marginal 5% difiere de ello, quedando un 13% en la zona media. 2º.- Entorno Social.- En cuanto al valor de cumplir la Ley. – Ante la opción de si es de tontos cumplir la Ley cuando no hay consecuencias de incumplirla, un 29% está de acuerdo; el 40% no lo acepta; y un 31% se queda en una posición intermedia. Igualmente, sería de tontos cumplir la Ley cuando la mayoría no la cumple, quedando las posiciones en porcentajes muy similares al anterior. Y, finalmente, respecto de si las leyes del país son fáciles de cumplir, el 41% opina que sí; lo rechaza un 27% y que en posición neutral el restante 31 por ciento. Tocante al valor de aplicar justamente la Ley.- La gran mayoría de los mexicanos opinan en un 71% que las leyes del país protegen a los poderosos; añadiendo el hecho de que la autoridad no es imparcial y que, finalmente, las leyes están hechas para proteger a los poderosos. Lo que confirma una visión negativa de las élites. Y respecto de si se respeta el valor de la igualdad de responsabilidades, ante la Ley.Un 57% opina que los ricos se aprovechan más de los demás; de igual forma la mayoría, con un 46%, tiene una mala imagen de que la riqueza se genera bajo el supuesto de una suma cero (digamos “tomo todo” y “queda nada”); fijando así una postura como de destino inevitable: para que haya ricos, tiene que haber pobres; el 46% versus el 24%, con la imagen de la riqueza como una cobija, si la jalan de un lado, descobijan al otro lado. Y sobre el tema de la responsabilidad de las élites.- Un fuerte 65% opina que los pobres merecen más ayuda que los demás; y un 40% está a favor de que los ricos tienen mayor obligación que los demás; o el 43% que conviene en que los ricos tienen más obligación de ayudar a los pobres. Y, entre rubros adicionales sobre los valores en el ámbito del Trabajo o Entorno Laboral, vale la pena comentar, por ahora, observar las posiciones frente a la solidaridad con el resto de los mexicanos: un 73% se identifica bien con su ciudad; el 72% se identifica bien con los mexicanos; un 69% dice identificarse bien con su colonia; y un 63% se identifica bien con sus vecinos. Es interesante observar que a mayor educación del encuestado se identifica en menor grado, un 64%, con el resto del país, mientras que los individuos sin estudios se identifican positivamente, en un 83%, con el resto de los mexicanos. De lo anterior se desprenden conclusiones muy reveladoras que son dignas de asimilar, para desarrollar mejor el potencial que tenemos como individuos y como país, ante el resto del mundo. En primer lugar, hay que digerir eso de que sí creemos en el valor de la Ley, pero que si no se nos coacciona o si no es efectivo el sistema de aplicación y exigencia de la misma, es aceptable transgredirla. Esta postura nos lleva a una enajenación de vida con apego a normas, y nos lesiona con los efectos de la corrupción, la culpabilización reprimida y la inoperancia final de las instituciones legalmente constituidas. En segundo lugar, hacer exigible nuestros derechos ante las autoridades, es un imperativo de civilidad y ciudadanía del cual no debemos renunciar, so pena de que seamos sojuzgados por grupos de poder sin escrúpulos, y que al final sólo buscan su provecho personal. En tercer lugar, la solidaridad es competencia y responsabilidad de todos; pero, en un contexto de desigualdades marcadas y de inequidad, es preciso que pugnar por cerrar esas brechas extremas y esas deudas sociales; pues ello demerita la calidad de vida de todos. Finalmente, de nada sirve pretender distinguirnos de los demás, si al final corremos una suerte común. Hay que asumir que progresar y crecer es imperativo, en bien de todos. n

El eterno debate fiscal Ricardo Rodríguez Vargas l próximo 8 de septiembre el Ejecutivo Federal deberá entregar a la Cámara de Diputados el paquete económico que consta de: propuesta de Ley de Ingresos de la Federación (LIF), propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), los Criterios Generales de Política Económica y la Miscelánea Fiscal. No se esperan grandes sorpresas, quizá alguna propuesta para simplificar impuestos y al final el debate se centrará en como asignar mayores recursos a las entidades federativas. Dos cuestiones fundamentales se van a seguir postergando: la enorme dependencia de los ingresos petroleros y la mala calidad del gasto público en México. Con relación a la parte de los ingresos se puede afirmar que aproximadamente una tercera parte de los ingresos del sector público en México provienen de un recurso natural no renovable cuyo precio es altamente volátil en los mercados internacionales: el petróleo. Así, este hecho dificulta la operación del Gobierno Federal en el corto plazo y pone en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas en el mediano. Establecer si México recauda mucho o poco, si sus tasas impositivas son muy altas o bajas o si debe recaudar más de un impuesto que de otro no es una cuestión trivial. La respuesta a estas cuestiones puede darse desde muchos ángulos, uno de los cuales es contrastar dichos aspectos con los de otros países con igual o mayor nivel de desarrollo. Los países de la OCDE recaudan en promedio 24.7 por ciento del PIB por concepto de ingresos tributarios, pero el rango es muy amplio: países como Dinamarca, Suecia o Nueva Zelanda recaudan hasta el 46, 34.4 y 34.0 por ciento de su PIB respectivamente por este concepto. En comparación, México recauda únicamente el 17.5 por ciento del PIB - este cálculo incluye ingresos petroleros, si éstos se eliminan la recaudación es del 10.3 por ciento - e incluso si se compara con países de ingreso similar su recaudación es menor: Polonia tiene un PIB per cápita de 16 mil dólares y recauda el 20.1 por ciento del PIB. Esto sugiere que aún existe margen para aumentar la recaudación y disminuir la dependencia de los ingresos petroleros. Otro aspecto interesante es la incidencia de los impuestos, es decir, que tanto contribuyen éstos a lograr una sociedad más justa en términos de distribución del ingreso. El estudio más reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) respecto a la política fiscal y la desigualdad en América Latina presenta resultados nada halagadores sobre la capacidad de los sistemas fiscales en la región para lograr una sociedad más equitativa. Se resumen los datos sobre la desigualdad y la redistribución fiscal en algunos países de América Latina y de economías europeas integrantes de la OCDE. Una comparación de los índices de Gini correspondientes, antes y después de impuestos y transferencias, refleja que los sistemas fiscales latinoamericanos contribuyen muy poco a la reducción de la desigualdad social. Así, el coeficiente de Gini en los países de la OCDE es, en promedio, de 47.6

puntos antes de impuestos y transferencias, cayendo a 28.2 puntos después de impuestos y transferencias, lo que implica una importante reducción en la desigualdad (41%) derivada de las políticas redistributivas. En el grueso de los países latinoamericanos examinados, por el contrario, los impuestos y las transferencias modifican al índice de Gini de manera casi nula, llevándolo de 51.6 puntos hasta apenas 49.6 puntos (una disminución de menos de 4%). Es decir, en tanto que en Europa la estructura impositiva y de transferencias contribuyen a una reducción de casi 20 puntos, y por ende a una sociedad con mayor igualdad, en Latinoamérica no sucede lo mismo, toda vez que la baja en el Índice es de únicamente 2 puntos, lo implica que las acciones de política orientadas a mejorar la distribución del ingreso en la región -si existen- tienen efectos prácticamente nulos. En México, por su parte, el Índice pasa de 51.0 a 49.4 puntos después de impuestos y transferencias, lo que implica una baja de apenas 1.5 puntos (3.1%) lo que, por un lado, constituye un resultado francamente pobre en términos de los objetivos redistributivos y, por otro, pone de manifiesto la ineficiencia de la estructura fiscal del país. Por su parte, un estudio del Banco Mundial (BM) atribuye la escasa capacidad redistributiva de los sistemas fiscales latinoamericanos a tres factores estructurales: I) El bajo volumen de recursos que son transferidos a la sociedad debido a la escasa recaudación; II) El carácter regresivo del sistema tributario; y III) El gasto en transferencias no está bien encauzado. El estudio destaca el carácter altamente regresivo de las transferencias en América Latina, donde los sectores de más alto ingreso son quienes en realidad se benefician del gasto en salud, educación, por mencionar sólo algunos rubros, a diferencia de Europa, donde las transferencias tienen un carácter netamente progresivo -se benefician los más pobres-, puesto que los sectores de menores ingresos obtienen un mayor beneficio fiscal. Para el caso concreto de México resulta necesario incluir estos elementos en el análisis y discusión de cualquier propuesta de reforma fiscal, ya que los resultados históricamente pobres mostrados en materia de redistribución del ingreso reflejan la urgente necesidad de no sólo de elevar la recaudación y replantear el actual sistema impositivo, sino de rediseñar el esquema transferencias, de modo que el gasto esté bien encauzado y cumpla a cabalidad con una de sus funciones fundamentales: lograr una sociedad más justa y equitativa. De hecho, es aquí donde nuestro sistema fiscal enfrenta su principal reto: lograr la implementación de una política de gasto eficiente, toda vez que los esfuerzos que se han realizado en nuestro país para incrementar la recaudación se han enfrentado -de manera permanente- con una fuerte oposición derivada de la percepción, no necesariamente infundada, de que en nuestro país los ingresos tributarios son sujeto de un uso francamente cuestionable. n rrodrig@gmail.com


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