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DOSSIER SOBRE EL MATRIMONIO, AMOR Y ROMANTICISMO:

EL AMOR CORTÉS bastardos. Pero los bastardos de los nobles no serían el verdadero enemigo del recién nacido sacramento matrimonial: apenas medio siglo después de las reformas de Urbano, aparece en Francia el amor cortés, ese movimiento poético y literario que expresaría por primera vez la pasión rebelde y transgresora del amor y que habría de cambiar las prácticas amorosas de la época.

•¿Por qué un cohete? La vez pasada pusimos imágenes no tan comunes sobre el matrimonio pero era una abstracción bastante obvia del tema. Ahora un cohete, como en Gilmore Girls 7x01 (de las series favorita en /A). | Foto: http://www.flickr.com/photos/calsidyrose/

En /AUTONOMÍA 82 (bit.ly/Autonomia82) hablamos de cómo el matrimonio tardó once siglos en conformarse como un sacramento religioso y, por ello, una actividad regulada por el derecho canónico. En efecto, el Papa Urbano obtuvo una gran victoria con sus reformas: los clérigos dejaron de tener mujer, los nobles comenzaron a tener una única esposa legítima, si bien es cierto que en más de una ocasión se supo de hijos bastardos de nobles: Guillermo el Conquistador fue uno de esos bastardos de la nobleza que se hizo de un reino por su propia mano. La literatura también los representa: el famoso rey Arturo Pendragón era hijo de Uther, general romano a cargo de la conquista de las islas británicas, y de Igraine, esposa de Gorlois, duque de Cornualles. A su vez, Arturo engendraría a Mordred fuera del matrimonio, y entre sus caballeros se encuentra Lanzarote del Lago, cuyo hijo ilegítimo es conocido como Sir Galahad. La bastardía es un tema común en la literatura caballeresca, donde aparece como el reconocimiento subrepticio de una práctica común entre la nobleza feudal, a pesar del puritanismo de Urbano: desde el caballero hasta el rey, no hay quien no tenga hijos legítimos e hijos

Dos personajes históricos son centrales para el amor cortés: Eleonor de Aquitania y su hija, María de Champaña. Ambas ejercieron una enorme influencia a pesar de su condición de mujer, que las excluía de la vida política: la primera gobernaría el condado de Aquitania, se casaría con el rey de Inglaterra y sería la madre del célebre rey Ricardo Corazón de León. La segunda, casada con el duque de Champaña, educaría en su corte a las mujeres nobles, quienes encontrarían en el amor la forma de instruir y guiar a los caballeros, esos soldados profesionales que se divertían en torneos y en la conquista de mujeres. Como explica Georges Duby, en aquellos tiempos era una práctica común entre los jóvenes caballeros el que conquistaran a cuanta mujer pudieran, ello les servía como entrenamiento para las futuras conquistas territoriales: las mujeres eran el campo de juego de los soldados. ¿Y el matrimonio? La mujer noble tenía que permanecer virgen para poder asegurar la legitimidad de los hijos de su esposo: la virginidad tiene un valor jurídico, no uno moral. El hombre podía tener cuantos hijos bastardos le dieran sus conquistas. ¿Puede hablarse de amor entre los caballeros, sus esposas y sus conquistas? Parece poco probable: el caballero se une a la primera para tener descendencia legítima, para acrecentar su patrimonio y para hacer alianzas con otras familias nobles; se une a las segundas movido por el deseo sexual y el afán de mostrar su vigor y su astucia. Las cortesanas de María de Champaña habrían de cambiar esas condiciones: el amor adquiere un carácter místico y un código de comportamiento, y la infidelidad femenina recibe una permisión reglamentada. Pues el amor cortés se desenvuelve como el medio de la mujer para ser infiel sin ser repudiada. Así aparece en una de las historias más representativas de la época: Tristán e Isolda. El relato tiene varias versiones, en varios puntos divergentes, sino es que contradictorias entre ellas, pero coincidentes en un punto esencial: Isolda, esposa del rey Marc, ama a Tristán, sobrino del rey y quien le corresponde.

Por Pável Ernesto Závala Medina

En la versión de Béroul, el amor entre la reina Isolda y el caballero Tristán nace por un desafortunado incidente: en el viaje de Irlanda a Bretaña, condado de Francia, Isolda prepara un brebaje de amor para poder sobrellevar el matrimonio con Marc; por error, Isolda da a beber la pócima a Tristán creyendo que es vino. El resultado: se amarán irremediablemente durante tres años. Isolda se casa con Marc, pero ama enardecidamente a Tristán: sus encuentros ilícitos les llenan de dicha y de angustia, temen ser descubiertos. La versión de Béroul lleva a la pareja a vivir en el bosque pues Marc les ha impuesto la pena de muerte por su traición. Pero la pócima pierde su efecto, y los amantes desean ver al otro en el lugar que merece: él quiere que ella vuelva a ocupar el lugar de reina que le corresponde; ella desea que sea otra vez el campeón del rey. Elaboran un plan para demostrar la inocencia de Isolda y recuperar el favor de Marc. Al separarse, ella le entrega un anillo a Tristán para que su mensajero pueda demostrar que es su enviado. La historia termina con Marc perdonándolos y readmitiéndolos en su corte: ella como reina y él como su mejor guerrero. Sin embargo, Béroul sugiere que los encuentros amorosos entre los amantes se siguen presentando: aún se reúnen por la madrugada a conversar. La versión de Thomas es menos locuaz y fantástica: Tristán e Isolda se aman sin necesidad de un brebaje. Cuando las sospechas de Marc son demasiadas, su sobrino huye para que Isolda no sea presa de reprimendas. Tristán termina en la corte de un noble normando cuya hija es llamada Isolda de las Blancas Manos. Él la toma por esposa movido más por el consejo de sus nuevos compañeros y por el parecido con el nombre de su amada. Pero no la desea, no puede consumar su matrimonio porque ella no le despierta ninguna pasión. Un elemento en común en la versión de Thomas y de Béroul, es que Isolda le entrega un anillo a Tristán para que este pueda acreditar a su mensajero. Thomas termina su relato con la muerte de Tristán, quien espera a Isolda con la cura para un mal mortal. Muchos de los gestos, actitudes y acciones que aparecen en las diferentes versiones de Tristán e Isolda serían repetidos por la nobleza: el caballero corteja a la dama, generalmente casada, hablando de su amor y su desdicha por no poseerla; esta le regala una prenda que le autoriza a seguir con sus galanteos, tras lo cual el caballero tiene que demostrar su valor, pero también su vir-

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tud: debe abstenerse, como Tristán, de tomar a otras mujeres, y lograr grandes hazañas militares; la unión final de los amantes es más que la satisfacción del deseo sexual, es una unión mística. Era una práctica común entre los varones el regalar a sus damas bagues d’amour, anillos de amor, con inscripciones en francés medieval que manifestaban su completa fidelidad y completa entrega a una de ellas: frases como “Otra no tendré” o “Mi única estrella” eran las más populares. Pero más allá de las reglas y pasos para alcanzar la unión amorosa, es importante destacar, tanto en la leyenda como en la realidad, el hecho de que amor y matrimonio no van de la mano: Marc representa el matrimonio y la familia, Tristán el amor, la pasión rebelde y transgresora que no se realiza dentro de esos dos valores tradicionales y socialmente aceptados; Isolda elige conscientemente, al menos en la versión de Thomas, al segundo sobre el primero, a pesar de las desdichas que eso le causa. Una conclusión más puede ser extraída de la leyenda: pese a que los encuentros entre Isolda y Tristán son frecuentes durante, al menos, tres años, ninguna versión dice que hubiesen tenido hijos: pese a ser presa de una pasión, son lo suficientemente racionales y precavidos para que Isolda no termine embarazada. La pasión rebelde y transgresora desea evitar cuanto sea posible los embarazos no deseados. @moduspavel

PRÓXIMA EDICIÓN: EL ROMANTICISMO Y CONCLUSIÓN


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