Revista Spiral nº37

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ARTÍCULO ESPECIAL

¿CÓMO FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO CAMBIANDO NUESTROS HÁBITOS ALIMENTARIOS? Frenar el cambio climático es el gran reto al cual la humanidad debe enfrentarse. Los causantes del calentamiento global no son sólo la industria y el transporte; nuestros hábitos alimentarios también tienen un coste ambiental (cultivos, envases, refrigeración, transporte, cocción…). La carne es uno de los alimentos que tiene mayor coste ambiental. La lucha para frenar el calentamiento global también pasa por mejorar nuestra alimentación.

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En 2006, la FAO presentó un informe, La larga sombra del ganado, en el cual demuestra que la ganadería genera más emisiones de gases que los automóviles. Esta afirmación parece extraña. ¿Qué es lo que hay detrás de la ganadería industrial para que haya devenido insostenible?

se conoce como ganadería intensiva, la cual consiste en engordar al ganado en poco espacio y en poco tiempo, para obtener un mayor beneficio económico. El resultado es una carne barata, pero que ocasiona innumerables sufrimientos a los animales, nociva para la salud y para el planeta.

La ganadería industrial es un problema insostenible ecológica y económicamente, debido a la gran cantidad de animales que se “producen”, por la alimentación que se suministra a los mismos y por las condiciones de vida en las que se les mantiene. La larga sombra del ganado, dirigido por el economista agrícola Henning Stenfield, demuestra que la ganadería es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero y que, a la vez, el aumento del consumo de carne es la principal causa de deforestación.

¿POR QUÉ LA GANADERÍA CONTRIBUYE A AUMENTAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL?

En la actualidad, personas de todas las clases sociales consumen carne a diario, lo cual hace algunos años era inimaginable. Sin embargo, este aumento disparatado del consumo de carne conlleva consecuencias nefastas para la salud, para los animales y el equilibrio del planeta. El aumento de la cantidad tiene como contrapartida la disminución de la calidad, un gran coste medioambiental y la vulneración sistemática de los derechos de los animales. En las granjas de hoy el ganado no pasta en campos. Una nave de hormigón llena de animales confinados, alimentados a base de piensos de soja transgénica, es la granja europea de hoy. Este sistema

Primero: la existencia masiva de ganado. Actualmente existen casi 1.250 millones de reses sólo de ganado bovino. Antes, nunca había existido tal cantidad de ganado. En estado salvaje nunca habrían nacido tantos animales. La domesticación ha hecho posible esta proliferación, determinada por la selección artificial. Los animales nacen por voluntad humana y dependen del hombre para que les alimente. La sobrepoblación de ganado ocupa el 30% de la superficie terrestre del planeta en pastos. Se destruye masa forestal para convertirla en pastos, y como el ganado debe alimentarse, más masa forestal es destruida para convertirse en cultivos para elaborar piensos. Para producir un kilogramo de carne, el ganado debe consumir previamente una media 10 kg de proteína vegetal. El consumo cárnico ha conllevado que el 78% del total de los cultivos globales (33% de la superficie terrestre) se destine a la fabricación de piensos. Si la demanda de carne no fuera tan alta, no sería necesario criar tantos millones de reses,

tampoco sería necesario alimentarlas y los cultivos que se destinan a la fabricación de piensos podrían destinarse directamente al consumo humano. Se podría erradicar el problema de los 850 millones de humanos malnutridos y se podría alimentar a todo el mundo con menos cultivos. Pretender que los seis mil millones de seres humanos que compartimos la Tierra podamos acceder al mismo nivel de consumo cárnico supondría un auténtico déficit en tierras y agua, ya que no existe superficie suficiente para alimentar a tanto ganado. Frenar el consumo de carne es frenar la demanda de tierras, es decir: frenar la deforestación.

La ganadería industrial es un problema insostenible ecológica y económicamente, debido a la gran cantidad de animales que se “producen”, por la alimentación que se suministra a los mismos y por las condiciones de vida en las que se les mantiene.

Escultura de la exposición artística urbana Cow Parade.

Otro problema derivado de la superpoblación de ganado está en el sistema digestivo de los rumiantes, causa de la emisión del 37% del total de las emisiones de gas metano (CH2), un gas hasta 23 veces peor que el CO2. Estos animales siempre han producido metano, pero jamás había existido tal cantidad de reses. El desequilibrio cuantitativo ha generado un aumento de metano en la atmósfera que ha sido tomado muy seriamente por el gobierno neozelandés, el cual ha implantado la Flatulence Tax, un impuesto a los ganaderos por la contaminación de metano. Segundo: la concentración del ganado en granjas industriales Antiguamente, el ganado pastaba en campos y su estiércol era aprovechado como abono. Hoy, las grandes concentraciones de ganado generan excesos. La acumulación de desechos en poco espacio supone demasiado para ser absorbido por la tierra. El estiércol no

debería ser un problema, ya que es materia orgánica y debería aprovecharse como abono. Pero el exceso y la alimentación desnaturalizada del ganado no permiten este proceso natural. Para que el engorde sea más rápido, animales herbívoros que deberían tener una alimentación fibrosa son alimentados con piensos proteínicos, que contienen más proteínas de las pueden metabolizar; debido a esta alimentación no adecuada, sus desechos no sirven como abono. La acumulación de estiércol libera grandes cantidades de nitrógeno, que en su reacción con el oxígeno forma el óxido nitroso (N2O) que es hasta 200 veces más nocivo que el CO2. El 65% del global de emisiones de este gas derivan de la ganadería. Otro gas que se forma a partir de la evaporación de orina es el amoníaco (NH2), que causa acidificación del suelo y lluvia ácida. El 68% de las emisiones globales de amoníaco proceden de la ganadería. El consumo de carne de sociedades

como la nuestra es pernicioso para la salud. Sabiendo el daño que la dieta desequilibrada causa al planeta tenemos aún más razones para aprender a alimentarnos mejor. Reducir la ganadería significa reducir los campos destinados a cultivos. Este puede ser el primer paso para empezar la supresión de los cultivos transgénicos y recuperar masa forestal; además, permitiría que millones de cereales destinados a forrajes se destinaran al consumo humano. Los desequilibrios ocasionados por los excesos de la carne nos permiten afirmar que un vegetariano es un activista en defensa de nuestro planeta y de aquellos que sufren malnutrición.

Helena Escoda Casas Asociación Animalista LIBERA! Más información en www.liberaong.org

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