stage dive deep

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mecanismos, solo se encargan de ello. Pero no es así con los primates superiores, como los monos. Ellos van dando tropezones a través de sus intentos iniciales, elaborando la relación y los requisitos. Así que, me alivié al saber que no era solo yo. O incluso solo los humanos. Los simios también meten la pata en la primera cita. Y ellos no tienen ni siquiera condones o tirantes de sujetador con los que tratar. De todas formas, el punto es, que los libros eran extensos en hechos extraños sobre los animales haciéndolo, pero cortos en los detalles sobre el tipo de amor o la lujuria a primera vista que acosaba cada uno de mis momentos despierta, y una buena parte de mis momentos no-despierta también. La nueva compañera de cuarto de Christy, Imelda, me miró por encima del borde de su bebida azul brillante. Dios sabe lo que había ahí para que sea de ese color. Me mudé al viejo apartamento de Anne hacía solo dos semanas. Sin embargo, al parecer, estas dos ya se unieron al punto de una posesividad espeluznante. El bar fue una elección de Imelda. —Chris dice que conoces a los chicos de Stage Dive —dijo. Mi ex compañera de piso se movió nerviosamente. 44

Me encogí de hombros. Fotos de Anne y Mal juntos rondaron en Internet un par de veces. Era prácticamente un secreto abierto en Portland estos días. Aunque no iba a hablar de los asuntos de mi hermana. Nunca. Y Christy era muy consciente de esa política. —Creo que es mentira —continuó la chica, de pie tan cerca que su aliento caliente golpeó mi oído. Me resistí a la tentación de retroceder. —Piensa lo que quieras. Sus ojos se estrecharon. —¿Por qué no bailamos? —sugirió Christy en un tono vivaz tan falso como podría sonar—. Rápido, ¡tómense la bebida! Hicimos lo que dijo. Luego de repente, Imelda alzó las manos en el aire agitándolas sin cuidado. Cogió la mano de Christy y comenzó a arrastrarla a través de la multitud. Christy a su vez agarró mi muñeca, arrastrándome a su lado. De acuerdo entonces. Nuestra progresión a través de la multitud no fue suave. Codos y otros variados fragmentos de cuerpos chocaron conmigo, haciéndome tambalear de un lado a otro. Una mano me agarró el culo. —¡Oye! —gruñí, girando alrededor. En el oscuro mar de gente que nos rodeaba podría haber sido cualquiera—. Idiota. Cuando me di la vuelta, Christy y su nueva mejor amiga habían desaparecido. Las luces estroboscópicas me cegaron. Apenas podía ver una


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