actividad poética algo que va creando sucesivamente su me tro· y su ritmo, su ley; Valéry afirma que la verdadera poe sía sólo sale a la luz en lucha contra el obstáculo constitui do por la métrica y el lenguaje tradicionales». Pues bien, de acuerdo con la estética de la formatividad, el artista, for mando, inventa efectivamente leyes y ritmos nuevos, pero esta originalidad no nace de la nada, sino como libre res<> lución de un conjunto de sugestiones, que la tradición cul tural y el mundo físico han propuesto al artista bajo la forma inicial de resistencia y pasividad codificada. , De todo lo dicho se desprende otro aspecto de la doctri na estética de Pareyson: la producción artística consistirá en un intentar, un proceder a través .de propuestas y esb<> zos, pacientes interrogaciones de la «materia». Pero esta aventura creadora tiene un punto de referencia y un térmi no de comparación. El artista procede a través de intentos, pero sus intentos están guiados por la obra tal como habrá de ser, que bajo forma de llamada y exigencia intrínseca a la formación orientan el proceso productivo: «el intentar, por lo tanto, dispone de un criterio, indefinible pero suma mente sólido: el presentimiento de la solución ... la intui ción de la forma».
3.
La forma formante y el proceso formativo
Nos enfrentamos con el concepto de «forma formante» que introduce en la estética de Pareyson graves problemas filosóficos; y, prospectando un concepto de «obra» como guía a priori de la propia realización empírica, deja paso a nu merosas d.iscusiones de carácter metafísico, esa metafísica de la figuración a la que el autor se refiere en el transcurso de la obra. Llegados a este punto podría pensarse que, en el convencimiento de una legalidad autónoma de las formas, se anula la personalidad concreta de cada artista en particu lar: es muy fácil, en efecto, permanecer en un principio de sorientados ante afirmaciones como aquélla según la cual la obra existe preliminarmente como «brotes», germen que ya lleva en sí posibilidades de expansión de una determinada forma, con lo que el brote es la obra in nuce. Pero la meta física de la figuración aparece aquí equilibrada por el carác ter «personalista» del pensamiento de Pareyson (hasta el punto de que este segundo aspecto prevalece decisivamente
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