Que hacemos con estos músicos

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El músico y su dinero 103

¿Qué hacemos con estos músicos?

Un mayordomo es un siervo. Es una persona que cuida los bienes de otro. Es alguien que normalmente no tiene nada propio; y sin embargo lo tiene todo, porque disfruta de todo lo que tiene su amo. Si es un buen mayordomo y gana la confianza de su amo no hay nada que el amo limite a ese siervo fiel, pero si el mayordomo es infiel, irresponsable y corrupto, utilizando los bienes de su amo para su propio beneficio, será despedido en el momento en que su señor lo sepa. Muchos ministros han sido «despedidos» por ser mayordomos infieles y corruptos en el manejo qe los bienes y las propiedades del Señor de señores. El es nuestro a~o, y todo lo que «t,enemos» (que no es nuestro) viene de El y le pertenece a El. A usted y a mí sólo se nos ha encargado la tarea de ser buenos administradores de sus bienes y propiedades. Como mayordomo (siervo) no espere nada para usted. Conténtese con que tiene abrigo y sustento, como le dijo Pablo a Timoteo, y el Señor se encargará de lo demás. Mientras tanto vaya metiendo en su espíritu la verdad de que no tendrá heredad, para que pueda quitar sus ojos de ella, y de esta manera funcionar como un bien mayordomo. Probablemente alguien que esté leyendo esto diga: «Marcos, ¿cómo explicas entonces ese versículo donde dice que el obrero es digno de su salario?» Qué bueno que me preguntó eso, porque sólo va a confirmar más el hecho de que los obreros no tenemos heredad. Ese pasaje se encuentra en Lucas 10. Jesús está por enviar a setenta obreros para predicar el reino de Dios. Les está dando instrucciones prácticas de cómo se van a comportar. Entre esas instrucciones les habló acerca de su «salario», que tanto alegan muchos ministros de música (y de otros ministerios también). Vamos a ver el pasaje:

Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos [ya con esto nos advirtió cómo iban a ser las cosas. Bueno, sigamos]. No llevéis bolsa, ni alforja, ni cal-

zado; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá avosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario (Lucas 10.3-7).

Hasta donde yo puedo ver, el famoso «salario» del que tantos hablan es solamente «comer y beber en la casa donde estemos», en otras palabras «sustento (comida) y abrigo (casa)>> (l Timoteo 6.8) Jesús está enseñando que cuando usted y yo tenemos la dicha y el privilegio de ir a algún lugar para enseñar, lo único que debemos esperar de las personas a quienes les ministremos es sustento y abrigo, nada más. Aquellos que usan este pasaje para reclamar y exigir alguna ofrenda monetaria están aplicando mal este versículo para su propia conveniencia y satisfacción personal, y no son fieles mayordomos sino corruptos. Tienen gran necesidad de recapacitar en el verdadero significado de la palabra «siervo». Cansa el escuchar a muchos decir esta frase: «El obrero es digno de su salario», porque ni son palabras que debe hablar el obrero, sino ~l amo de todas las cosas. El fue quien las dijo primero, y El sabe encargarse de nosotros mejor que nadie. ¡Cambie su vocabulario! En toda casa donde hay servidumbre uno de los problemas que se enfrenta es con los siervos que se apropian de lo que hay en ella para su uso personal (en otras palabras, se roban las cosas). Cuando es confrontado el problema, en ocasiones hay arrepentimiento y restitución, y con ese siervo se puede seguir trabajando. Pero el siervo que piensa que los amos tienen más de lo que necesitan, y que el tomarse esta o aquella cosita para llevársela a su casa es totalmente justificado es un siervo que no durará en esa casa. Normalmente, los siervos que tienen esa


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