

Pieza gráfica para obtener el grado de licenciada en Arte & Diseño Gráfico Empresarial.
En mi interior
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Diseño e ilustraciones por: Jimena Nicoll Salazar Pineda
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Había una vez en el planeta Estimia un niño llamado Kosei, era curioso, aventurero y soñador.
Hablaba con su estrella sobre sus pensamientos y sentimientos, aunque no la podía ver porque se encontraba dentro de una caja morada, la cual no podía abrir.
Un día Kosei se encontraba tumbado en el pasto, admirando el cielo azul junto a su querida estrella.

— ¿No es fascinante el cielo? — mencionó Kosei.
— Si. Es divertido ver las nubes — dijo la estrella.
— Justo ahora puedo ver a un cerdito en el cielo — dijo Kosei entre risas.
— Seguro ese cerdito tiene prisa —mencionó la estrella.
— Es probable que su mamá se vaya a enojar si llega tarde — dijo Kosei sonriendo.
Kosei quedó en silencio por unos minutos.
— ¿Viste esa nube? — preguntó Kosei
— Sí, tiene la forma de un niño, pero no se ve amigable — respondió la estrella — ¿Kosei? ¿Te ocurre algo?
— Acabo de tener una especie de recuerdo… estaba en un lugar con otros niños, íbamos uniformados, pero uno de ellos se burlaba de mí… no es nada — dijo Kosei con un tono de voz un poco triste.

Kosei se quedó esperando que la estrella le hablara, pero esto no sucedió. La guardó en su morral y se quedó pensando en aquel recuerdo.
A la mañana siguiente, Kosei sale a caminar y se encuentra con uno de los guardianes de Estimia.

— Buenos días, soy Kosei.
— Buenos días, Kosei — respondió el guardián.
— Tú debes ser uno de los guardianes, ¿no?
— Sí, estaba de paso por aquí y pude sentir que algo no iba bien.
¿Qué sucede?
— Ayer empecé a tener recuerdos…
— ¿Cómo si se tratara de una vida pasada?
— Supongo. Después de eso, empecé a sentirme extraño y, cuando me di cuenta, ya no podía escuchar a mi estrella. — ¿Podrías ayudarme?
— Te sugiero que hagas un viaje a tres lugares. Explorar esos lugares te permitirá ver algo que quizá estés olvidando. Suerte.
Así es como Kosei emprendió su viaje.

El primer lugar al que visitó Kosei, se topó con un pequeño troll. Al verlo sentado solo, a Kosei le dio curiosidad hablar con él.
— Buenos días — dijo Kosei.
— Buenos días, soy Gromby.
¿Quién eres?
— Soy Kosei. ¿Por qué estás solo?
— Necesitaba despejar la mente.
— Entiendo, pareces estar triste.
¿Por qué?
— Me fue mal en un examen de Magia Elemental y mis padres se enojaron.
— Seguro te esforzaste — dijo Kosei.
— Sí...

— Felicitaciones, solo te fue mal en uno. Es un logro — dijo Kosei entusiasmado.
— Pero no es suficiente — dijo Gromby cubriéndose la cara.

— Entiendo que sea importante para ti y para tus padres, pero deberían valorar tu esfuerzo. Es normal que no hayas conseguido notas altas en todo, es parte del proceso.
— ¿Tú crees?
— Si.

— Y si vuelvo a fallar en el siguiente examen del mismo curso y mis padres se vuelven a enojar?
¿Qué haré?
— Aun así, no serías un mal estudiante ni un mal hijo.
— Quisiera que ellos lo vieran así.
— Deberías decirles cómo te sientes sobre eso.
— Lo haré, gracias.
Kosei y Gromby se abrazaron como despedida para seguir con su camino.
Dirigiéndose al segundo lugar, Kosei recordó un episodio de su vida pasada cuando no alcanzó la nota para un concurso de matemáticas y sintió que decepcionó a todos, lo que lo llevó a aislarse. Al notar su cambio de comportamiento, su abuelito le ofreció su apoyo.

— Me tomó un tiempo dejar de aislarme, aunque fue lindo que mi abuelito me haya hecho saber que estaba ahí.

En el segundo lugar Kosei se encontró con una aldea de honguitos, ellos eran muy unidos, trabajadores y consideran la amabilidad parte esencial en ellos.

— Buenas tardes, soy Kosei.
— Buenas tardes, Kosei, yo soy Morita.
— ¿Por qué tienes los ojos entre cerrados?
— Oh es porque no puedo ver bien.
— ¿No tienes lentes?
— Tenía… hasta hace unas horas, me quedé dormida sobre mis lentes y se rompieron — dijo Morita apenada.
— ¿A dónde van todos?
— Se aproxima una tormenta, debemos apresurarnos en tener lo necesario para resguardarnos.
— Abuelito, ¿qué te pasa?
— ¿Qué te pasa a ti? ¿Por qué hablas con él? — Ah, no traes tus lentes.
— Este ser enorme seguro viene a destrozar nuestra aldea. Solo mírenlo: esos ojos y grandes manos esperando a que bajemos la guardia para robarse nuestros cultivos.



Este lugar es bonito y la gente parecía amable, pero me he dado cuenta de que no todos son tratados igual y ser juzgado por mi apariencia me entristece.
Mi estrella solía decir que debemos ser congruentes y tratar a todos con amabilidad. Si dicen ser amables, deberían serlo sin importar su aspecto.

En camino al tercer lugar, las palabras duras hacían eco en su mente. Aunque había defendido con valentía su creencia de que juzgar por el aspecto físico no estaba bien, un velo de tristeza cubría su corazón.

Recordaba las miradas y palabras no amables, lo que lo hacía sentir solo y desvalorizado. Era inevitable para Kosei no pensar en ello y en su vida pasada, sintiéndose cada vez peor de no poder comunicarse con su estrella.
En medio de este bosque oscuro, donde los árboles susurran secretos y las sombras parecen bailar, he llegado finalmente al final de mi viaje, aunque no es como imaginé.
¿Y esas pequeñas lucecitas parpadeando? ¡Serán luciérnagas!
Parece que aún no llego a mi destino, las luciérnagas tendrán que ser mi guía.

—Hola, ¿me podrían llevar...?
—Sabemos a qué te refieres y con gusto te llevaremos, solo síguenos, pequeño.
—Muchas gracias.
Señalan hacia adelante, como estrellas fugaces que conocen mi destino mejor que yo mismo.

Siguiendo su luz, cada paso que doy resuena con un eco de esperanza. Las luciérnagas, con su danza silenciosa, me guían a través de la penumbra, iluminando mi camino y susurrando en el lenguaje mágico de la luz que no estoy solo.
Ahora, frente a mí, un espejo aparece. Me acerco, titubeante pero curioso, y en mi reflejo veo más que mi rostro; veo mi historia, mi viaje, mis miedos y mis sueños.

Aquí estoy, el verdadero yo, no solo lo que otros ven o esperan.
Ahora entiendo que esos recuerdos eran parte de mi vida pasada.
Aunque me afectaron, me ayudará a ver las cosas de manera diferente y estaré listo para enfrentarlas de nuevo.

Gracias, pequeñas amigas luminosas, por guiarme hacia la verdad en mi corazón. Ahora sé que mi valor está en mi interior, ardiendo firme y claro. ¡Qué brillante es esa luz!

La caja en la que se encontraba su estrella empezó a tambalearse. Kosei la sacó de su morral y miraba asombrado cómo la caja se mantuvo flotando por unos segundos en el que a su vez irradiaba una luz brillante.
Ya en el lugar habitual y favorito para descansar y admirar el cielo, Kosei conversa con su estrella.

— Extrañaba esto — dijo Kosei sonriendo.
— Yo igual — dijo la estrella.
— Debo confesar que entré en pánico cuando empezaron a venir esos recuerdos, creí que se irían de la nada justo como llegaron, pero no fue así.
— Te siento diferente — dijo la estrella.
— He cambiado y estoy dispuesto a enfrentar los nuevos obstáculos que puedan surgir, aunque ahora me gustaría que fuera junto a ti — dijo Kosei, decidido.
— Así será, nada en el mundo me gusta más que estar en compañía tuya — dijo la estrella.
Fin.

En el distante planeta Estimia, Kosei, un niño aventurero y soñador, emprende un viaje místico para descubrir la causa detrás del silencio de su estrella, que misteriosamente ha dejado de hablarle.
Con la ayuda de un guardián, Kosei se aventura hacia lugares desconocidos en busca de respuestas y la posibilidad de reavivar la conexión perdida.
Cada paso en su camino revela más sobre la desconexión con su estrella y lo acerca a la solución de su misterio.