Gombrich, e h , los usos de las imagenes (2)

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Los placeres del aburrimiento

improbable que en el siglo XIIl los chicos tuvieran libros de texto, e incluso si hubieran existido, Vasari nunca podría haberlos visto. Pero precisamente por esa razón el texto de Vasari merece ser considerado como una parábola en la que se expresan sus ideas acerca de la vinculación entre la necesidad creativa que se manitIesta en el arte de los nifios y la adquisición de maestría que convirtió a Cimabue en el presunto fundador de la tradición del Renacimiento. Para Vasari, las precoces inclinaciones del joven. presagiaban las destrezas que posteriormente habría de dominar, Es ciertamente gratifican te contemplar los garabatos reunidos en este volumen como una expresión del instinto de juego que nunca nos abandona, ni siquiera cuando crecemos'. Básicamente hay dos tipos de juegos que les gusta permitirse a estos escribientes: uno de ellos se deriva de la escritura yel otro de la producción de imágenes. Es el acto de escribir lo que desarrolla ese placer por las habilidades manuales analizadas por la profesora Colette Sirat", un placer que se manifiesta en un amplio espectro que abarca desde las simples guirnaldas y espirales hasta las elaboradas florituras procedentes de los libros de caligrafía. A veces, ciertamente, podemos seguir el proceso que conduce desde el mero placer por el movimiento rítmico hasta los intrincados nudos o imágenes hechos a base de líneas continuas (Fig. 297). Por otra parte, el juego de imágenes se reveló como algo mucho menos fácil de dominar; la imitación de la naturaleza es una habilidad que debe entrenarse a lo largo de afias de aprendizaje, cosa que nuestros escribientes rara-

Los placeres del aburrimiento Cuatro siglos de garabatos

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Publicado por primera vez en italiano como introducción al libro de Giuseppe levola,

Piaceri di noia: eunttro seco/i di scarabocchi llell'Archivio SI arico del Banco di Napo/i (Mihín, Leonardo, 1991), págs. 7-18

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Entre los libros histórico-artísticos más inesperados de los últimos afias se encuentra la amplia publicación de garabatos de los libros de contabilidad del Banco di Napoli. Los modestos autores de estos dibujos no se lo habrían creído si les hubieran dicho que, con el paso de los siglos, algunos de sus entretenidos y en ocasiones conmovedores pintarrajos en los márgenes de los documentos se reunirían y publicarían en un majestuoso volumen. Para ellos, la idea de «arte» estaba relacionada sin duda con la maestría, y nunca aspiraron a ser maestros. Por tanto debemos el placer de contemplar estos frutos del aburrimiento a ese cambio radical que vino a identificar la actividad artística no tanto con la destreza como con la necesidad de crear, y que durante los últimos cien afias ha despertado el interés por el arte de los «primitivos», de los pintores dominicales o de los psicóticos y todas aquellas gentes sin adiestramiento como nuestros escribientes. Sin embargo, no debemos pensar que la existencia de cierta vinculación entre la necesidad creativa y el logro de la maestría tendría que esperar tanto tiempo para ser descubierta. La encontramos descrita explícitamente en lo que podría calificarse de Carta Fundacional de los estudios histórico-artísticos, la obra Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores, publicada por primera vez en Florencia en 1550. En la primera de estas biografías, la vidade Cimabue, leemos que sus padres consideraron que el chico tenía tanto talento que lo enviaron con un maestro de escuela para que aprendiera a escribir y la gramática. «Pero en lugar de atender a las clases pasaba el día entero, como si se sintiera impulsado por la naturaleza, pintando en sus libros y en otras hojas de papel hombres, caballos, casas y otras muchas fantasías» l. La fortuna, según nos cuenta Vasari, favoreció estas inclinaciones porque los pintores de Bizancio acababan de llegar a Florencia y Cimabue a menudo hacía novillos en la escuela para verlos trabajar, iniciando así finalmente la gran tradición que había de culminar en Miguel Ángel. No es necesario decir que el arranque de lo que con seguridad es una biografía puramente legendaria no tiene ningún valor histórico. Es muy 212

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297 Garabatos de los libros de contabilidad del Banco di Napoli, 1727, mat. 964

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