Si bien durante mucho tiempo la escuela estuvo caracterizada por su inmovilidad frente al avance vertiginoso de la tecnología, en ese año por la imposibilidad de asistir presencialmente, ocasionó que aquella, en lo que refiere a las tecnologías, sufrieran un rápido proceso de apropiación, con aciertos y errores, que seguramente deje algunas huellas. En ese tiempo la tecnología se convirtió en el canal de comunicación fundamental para sostener la continuidad pedagógica. La pandemia apuntó directamente al corazón de la escuela moderna, a su razón de ser, había que llevar la escuela a casa, seguir educando a expensas de las tecnologías como mediadoras de la enseñanza, como única posibilidad de sostener la enseñanza, como una forma de pensar la continuidad pedagógica. El espacio virtual sustituyó al espacio presencial. El vínculo pedagógico y su sostenimiento en entornos virtuales, al no poder producirse dentro las escuelas, hizo que se recrearan espacios de encuentros pedagógicos por WhatsApp, grupos cerrados de Facebook, campus virtual de la escuela (plataforma del INFoD), etc. Generalmente tuvimos que recurrir a más de una alternativa para que los alumnos pudieran “elegir” de acuerdo a sus posibilidades e intereses. Es decir, se generó un entorno socio-técnico que habilitaba otro tipo de interacciones. La presencialidad se “hizo cuerpo” de otros modos: en la palabra escrita justificando una producción; en la realización de un trabajo artístico con posterior digitalización, en la
participación activa en un aula virtual por Google meet, entre otras. En relación con los tiempos, tuvimos que aprender a diferenciar, a regular y a organizar tiempos y espacios destinados a actividad laboral, a la actividad familiar y obviamente a la actividad escolar. Tuvimos también, que compartir recursos digitales con la familia. El vínculo escuela-familia fue, una vez más, objeto de revisión. Si nos remitimos a la clase “La repercusión de las vanguardias en Latinoamérica. Modernismo en Brasil, manifiestos.” Fue planificada para realizarse en dos jornadas de dos horas reloj cada una y con un guion establecido que no sufrió mayores alteraciones. Si recuerdo que se generó un fuerte debate cuando descubrieron que Brasil fue el último país de América Latina en abolir oficialmente la esclavitud, en 1888. No obstante, en los hechos, esto se consiguió a principios del siglo XX, porque los libertos no conseguían trabajo y entonces aceptaban condiciones laborales de explotación. Si bien el aula se organizó de otra manera, allí me encontraba yo, hablando frente a una pantalla y ellos de acuerdo a sus posibilidades, también frente a un dispositivo con la posibilidad de apretar el botón levantar la mano o “Hand Raise” cuando querían intervenir. Otros preferían escribir en el chat en lugar de expresarse oralmente. En ese sentido creo que, aunque existe una potencia individualizante de los medios digitales, por momentos se sentían menos temerosos de intervenir si lo comparamos con las instancias presenciales.
Arte, Educación y Tics: Prezi vs. H5P