Erase una vez un niño que vivía en un pueblo llamado Almonte, se llamaba Pedro. Era muy pequeñito, se puso enfermo y cuando se
recuperó no podía andar, se había quedado paralítico. Pedro se
esforzaba todos los días para intentar andar, pasaban los meses y los años y parecía que nunca lo iba a conseguir pero un buen día
consiguió dar algunos pasos y eso le dio muchos ánimos. Siguió trabajando muy duro para conseguir recuperarse poco a poco hasta que consiguió andar y correr, ya lo había conseguido todo. José Manuel Pichardo