Festival de relatos populares jardin azuyao 2016

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Cristina animaba a su hermana con estas palabras: - Con paciencia y esfuerzo pronto terminarás tu casita.- Ojalá sea pronto, le respondió.- sabes que tengo que volver pronto a mi trabajo en la ciudad.Ambas con el rostro contenido entre las manos, miraban con triste fijeza unas débiles llamas que ardían cerca de ellas. En un desesperado intento por reaccionar Carmen dijo a su hermana mayor: - ¡Mírame! ¡Necesito darme un baño! ¡No puedo dormir así! - Es muy tarde ya, tendrás que hacerlo mañana – dijo Cristina - Si es necesario me voy al río-. Respondió entre alegre y desafiante. Cristina no era la clase de mujer que acostumbrara a complicar las cosas, así que luego de una ligera reflexión, acertó a decir: - Vamos a casa de mi hija, ahí nos bañaremos, sabes que ella acostumbra a dormir muy tarde, así que no le importará recibirnos a estas horas. – Se fueron pues las dos mujeres. El resto de la familia, ajena a la novedad, dormía tranquilamente.

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uego de tomar una ducha caliente, Carmen peinaba sus largos cabellos; Cristina por su parte estaba distraída en mirar frente al espejo los pliegues de su cara.

De retorno a casa, ambas conversaban de manera animada. - ¿No tienes miedo?- dijo una de ellas - ¡Es medianoche! - ¿Yo? ¡para nada! Además conozco este camino muy bien- comentó la aludida. Una débil brisa soplaba en el ambiente. A lo lejos se oía el aullido de los perros. Sus voces iban rompiendo el silencio de la noche. - ¿A dónde van? ¿Quieren que les acompañe? –dijo de pronto un hombre con aspecto de haber venido de un campo de guerra. - Gracias , pero no hace falta, ya casi llegamos – contesta Carmen - No me cuesta nada, yo voy por el mismo camino que ustedes- agregó con cierta insistencia.

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