496 Queda para el norte, bien para el oeste, así. Calilegua. De noche está ardiendo! Es el Familiar, sabía decir mi papá. La fábrica tenía que comer gente todos los años. Uno o dos. Caía en el bagazo. (…) Un turno entra a las cinco de la mañana, sale a la una de la tarde. Entra el otro, sale a las nueve de la noche. Entra el otro, sale a las cinco de la mañana. Y el que entra de noche ya se ha dormido. (…) La misma fábrica lo come. Tiene que comer uno. Es del Familiar la fábrica. Va paleando, paleando, paleando y se ha dormido. Viene el bagazo y lo ha enterrado. (…) Lo han sacado, han paleado, han paleado, paleado y ahí lo han encontrado. Y ahí para las cañas, ahí se pierde. Ese ya lo lleva. Apenas la ropa aparece. (…).
El contexto económico y familiar configuró las percepciones de Teresa sobre la figura que vivía en el ingenio, condensando, además, símbolos de su lugar de origen. En su memoria, apela al imaginario mito-práctico, hilvanándolo con la explotación obrera y los poderes que provenían de la fábrica. En primer lugar, el relato ilustra que las fuerzas emanadas de la naturaleza (el fuego que irradiaba el cerro Calilegua, en las inmediaciones de Ledesma) se conjugaban con una fábrica, a sus ojos, soberbia y poderosa. Segundo, que la furia del fuego que se desprendía del cerro donde habitaba el Familiar no era una construcción inusual. Como hemos apuntado en otro sitio (Martínez 2011), entre los cajonistos, el territorio, además de ser un reservorio donde la memoria deposita la acción del hombre y la naturaleza, también condensa nociones sobre la historia, la geografía, la mitología y las prácticas culturales en un conjunto conceptual indiviso. Por ende, la gente de El Cajón echó mano a su experiencia cultural previa para dar sentido a un nuevo contexto, ilustrando cómo los
RBSE – Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, 11 (32): Agosto de 2012