Revista ISCEEM No. 29

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García Martínez, Andrei

La Pedagogía de la pérdida: un necesario acontecimiento epistémico de saber

relevancia que ella encierra se encuentra en sus finalidades: enseñar al sujeto no a perder, sino a ganar a través de la reflexión para develar lo que se encuentra soterrado en lo que se nos dice como saber válido y único, a cuidar de sí, a darse cuenta de la totalidad que socialmente nos determina (acto de conciencia), a descubrir los marcos contextuales y el modo en que eso nos delimita a vivir en plenitud o menguando nuestra existencia. Algunas de las repercusiones que implicaría para la pedagogía la ausencia de la pérdida tienen que ver con que en la sociedad actual el sujeto tiene como punto de partida que es alguien perdedor, subalterno, temeroso, situado en dos mundos, el de la pérdida y el que sigue después de ella; ignora que las pérdidas no naturales son creadas de manera intencionada, desconoce que hay biopolíticas que bajo una lógica cruel están dirigidas a crearlas, utilizando los argumentos que provienen de los saberes que la tanatocracia legítima; no sabe que todas esas pérdidas tienen como propósito controlarlo de la cuna a la tumba. De omitirse el tema de la pérdida desde lo que aquí enuncio, el orden de las cosas seguirá –en este sentido– como hasta ahora: unos ganando –ellos, los del poder– mientras millones siguen perdiendo –nosotros, los demás.

Conclusiones La pedagogía, como un campo de saber muy amplio y con profundas implicaciones, desde hace mucho tiempo se encuentra sujetada por el poder de la tanatocracia que le ha hecho perder el rumbo. Por su parte, la pérdida, más allá de ser el cese natural de la existencia, ha sido apresada también por aquella forma de gobernar fundada en la muerte, la tanatocracia. Ambas (pedagogía y pérdida) comparten, por lo tanto, la característica de haber sido atrapadas, perdiendo con ello su sentido. La pedagogía ha sido convertida en la disciplina que vigila a los sujetos, que delata su creatividad, que tiene por función hacerlos obedientes, callados, sumisos, funcionales. Por su parte, la pérdida ha sido transformada en un proceso constante, desdichado, provocado desde una lógica cruel que genera biopolíticas destinadas a dominar y controlar a la población para que siga funcionando dentro de un sistema fundado en la ganancia económica. Todo ello justificado desde el orden del discurso del saber

dominante que normaliza los acontecimientos y los comportamientos. Por eso la Pedagogía de la pérdida es imprescindible como una arista en el campo de lo pedagógico que, con base en el pensamiento crítico, reflexivo, desmonte la voluntad de saberes que sostiene al sistema social actual. Parte de la idea de que es necesario un posicionamiento que se coloque en las tensiones y oposiciones al orden del discurso dominante para recuperar parte de lo que hace siglos ha perdido: la veracidad, la confianza, la libertad, la laicidad, la certidumbre, su objeto y su sentido. La finalidad es que los sujetos se formen con base en un proceso ético, creativo, propositivo a partir de la toma de conciencia de su contexto afectado por pérdidas y lo que a él subyace. La Pedagogía de la pérdida se hace necesaria por la exacerbada violencia que se vive en México, por la magnitud de las circunstancias que vivimos en América Latina, por los acontecimientos de exterminio que se están dando en el planeta y que están poniendo en riesgo la sobrevivencia de la especie humana y de las especies naturales. Por lo pronto, queda la puerta abierta para que se sumen otras miradas en la construcción de esta propuesta que se encuentra en ciernes.

Revista ISCEEM, 3a. Época, Año 15, Núm. 29 (2020), pp. 57-70. ISSN 2007-2929

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