Dios en la creación / Jürgen Moltmann

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El conocimiento de la creación

«¿ Teología natural?»

miento se da sólo de forma rudimentaria. La theologia naturalis accesible en la historia del pecado y de la muerte es un recuerdo del primigenio conocimiento de Dios. ¿Qué función cumple en el marco de la teología cristiana la teología natural definida así? La relación de la teología natural con la teología de la revelación ha sido determinada de diversas maneras en la historia de la teología: teología natural como preparación, como confirmación, como meta, como sustituía, como concurrente, como enemiga de la teología de la revelación. Seleccionamos aquí tres funciones y descartamos las restantes posibilidades. 1. Función pedagógica. Permite a los hombres preguntar por la revelación del Dios verdadero. En este sentido, forma parte, según Tomás de Aquino, de los praeambula ad artículos fidei. 2. Función hermenéutica. Lleva a los hombres a entender lo que creen. En este sentido, pertenece al intellectus fidei. No prueba la fe en Dios, pero la hace inteligible. Presenta la pretensión universal ligada al término «Dios» 10. Tanto si se utiliza la teología natural como preparación a la fe o para la presentación inteligible de esa fe, la fe cristiana determina lo que ésta presupone como conocimiento natural, inmediato y general de Dios 11 . Precisamente por esto, el conocimiento natural de Dios tiene además otra significación completamente distinta: 3. Función escatológica. Si es un «resto» del conocimiento de Dios que se dio en el paraíso, es, al mismo tiempo, una anticipación del conocimiento de Dios en la gloria. El conocimiento cristiano de Dios no es inmediato, sino mediato a través de Cristo, de la palabra y del sacramento. El conocimiento cristiano de Dios tampoco es general, sino limitado al círculo abierto de la proclamación y de los creyentes. El conocimiento cristiano de Dios es conocimiento de Dios en la analogía. Precisamente por eso el conocimiento cristiano de Dios desea pasar de la fe en la palabra a la visión inmediata, cara a cara, de Dios (1 Cor 13, 12), de la mediación a la inmediatez, y de la particularidad a la universalidad. En este camino de esperanza despiertan los recuerdos relacionados con el

principio. Así, mediante la anticipación del conocimiento inmediato de Dios en el Espíritu, se recogen también los «restos» del conocimiento inmediato y general de Dios que se dio en el paraíso 12 . La realidad experimentable del mundo esconde en sí las huellas de la gloria. Todo conocimiento del mundo «como» creación es, pues, un conocimiento metafórico de este mundo como alegoría del mundo futuro. El conocimiento natural de Dios forma parte de la pneumatología cuando cumple esta función: la «luz de la naturaleza» es una muestra de la luz de la gloria13. Ella misma no es el foco originario de la luz sino que refleja la luz de la gloria futura. Esta muestra tiene el carácter de la luz mesiánica que revela el mundo presente en su indigencia, le hace vivo en su ansia de libertad y permite conocerlo como alegoría real y promesa del Reino. La distinción entre «teología natural» y «teología de la revelación» puede conducir a error. No existen dos teologías diferentes. Existe tan sólo una, pues Dios es uno. Pero existe esa teología una en diversas circunstancias y condicionamientos temporales. El respectivo modus praesentiae Dei determina estas circunstancias temporales. Theologia naturalis es la teología una bajo las condiciones del regnum naturae. En su forma pura, la naturaleza es la creación en el principio. Una theologia naturalis pura es, pues, teología bajo las condiciones de la creación primigenia y de la semejanza pura del hombre con Dios en el paraíso (en sentido simbólico). En la historia, hablamos de «naturaleza» como diferente de creación para incluir las condiciones del pecado y de la corrupción. Y hablamos de «naturaleza» como distinta del pecado para incluir lo creado 14. Con «naturale-

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10. Se acentúa esta función sobre todo en la nueva teología hermenéutica de R. Bultmann, E. Fuchs y G. Ebeling. 11. En la historia de la Iglesia jamás se utilizó la teología natural en competencia con la teología de la revelación. Ningún teólogo utilizó la teología natural para la autojustificación del hombre ante Dios. La teología ilustra, pero no sanuiica, .-.c ucua. k. baiiii fue el primero en caer en la cuenta de esta alternativa y dijo «¡no!» a la teología natural. Lo que él criticaba no era realmente una «teología natural», sino la «teología política» de los cristianos alemanes. Por eso, en su obra tardía, el tema de la teología natural aparece habitualmente como la «teología de las luces» (Kirchl. Dogmatik IV/3, 126 ss).

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12. Las energías del Espíritu santo echan mano de los hechos naturales y los utilizan para el reino de Dios y para la nueva creación (1 Cor 7). Cf. E. Kásemann, Amt und Gemeinde im Neuen Testament, en Exegetische Versuche und Besinnungcn I, Gottingen 1960, 108 ss, en especial, p. 119. También para Calvino, los objetos de la theologia naturalis forman parte de la pneumatología. Cf. W. Krusche, Das Wirken des Hei/igen Geistes nach Calvin, Gottingen 1957, 13 ss. Yo expuse por primera vez la interpretación pneumatológica de la teología natural en 1966: Gottesoffenbarung und Wahrheitsfrage, Zürich 1966, 149-172. 13. Cf. H. J. Iwand, Glauben und Wissen, en Nachgelassene Werke I, München 1962, 287 ss, en especial p. 290 s: «La inversión que se exige hoy a la teología consiste en adscribir la revelación a nuestro eón, pero la teología natural al eón futuro». Con esta tesis, Iwand se limitó a recoger la idea básica de la Ilustración alemana. Cf. G. Sóhngen, art. Natürliche Theologie, LThK VII, 811-816, en especial, 815: «Se produce ahora una inversión radical: mientras que en tiempos anteriores la teología natural tenía su ubicación en los prolegómenos de la doctrina y ciencia de Dios propiamente dicha, y preparaba para ella, ahora todo lo sobrenatural y suprarracional de una religión es desplazado a la antesala de la teología natural; se convierte, como lo puramente positivo o histórico, en «vehículo propedéutico» de la fe moral de la razón, que pasa a ser la clave para deletrear de forma natural la religión, para leer en ella la religión (natural) en y sobre las religiones (positivas)». 14. D. Bonhoeffer, Etica, Barcelona 1968, 99 ss.


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