Loncon y hecht educacion intercultural bilingue en america latina y el caribe

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En este transitar de empoderamientos, de sujetos, de otredades, de armonías, debe aparecer un ciudadano que sea la expresión extendida de un individuo social preocupado del otro, reconociendo al otro, caminando junto al otro y compartiendo los pasados diversos de cuantos sujetos emergen para experienciar una búsqueda de identidades compartidas que se encuentran mas allá de derechos y deberes judicializados que terminan restringiendo el hacer, y lo colocan siempre en los límites de lo que no se debe hacer, convenciendo a cientos de generaciones de sus deberes de “buen ciudadano” de un Estado elitista y dominante, sin dejar espacio al que viene apareciendo. Por tanto, se instala la necesidad de una ciudadanía extendida que permita una interculturalidad construyente, un espacio democrático reconceptualizado que no sea la expresión de una mera representación electoral o mediática. Entonces, el sujeto será ciudadano no solo de una Nación, sino de su propia comunidad y tenderá puentes para reconocer y ser reconocido desde sí y para los demás, junto a sus ancestros que vienen con él reconociendo a los otros, que caminan llenos de historia y alegres, para -en conjunto- reconstruir tejidos sociales en espacios de una amplia interculturalidad en donde todos sean posibles, sin dejar de pertenecer a los espacios escogidos. Esto coincida de alguna manera con la idea desarrollada por Diana García, quien planteó la necesidad de una “Ciudad intercultural”, en donde la interculturalidad se configure más allá de las instituciones educativas.

Una perspectiva histórica Interesante es establecer, aunque está implícita en las variadas ponencias, la perspectiva histórica. Estamos conversando en torno a la permanencia centenaria de modelos escolares monolingües, con la impronta misional

Palabras finales

pio. Por lo tanto, los diálogos se cierran en un escenario que, siendo democrático para la mayoría de los países de la región, no genera las condiciones aún de un diálogo intercultural. Ahora, para que este diálogo no sea monologizado se debe aprender a escuchar a otros, pero sin retirarse, de forma tal que la escucha no se convierta en un silencio monocultural, en el cual desaparece el sujeto que debía emerger con su pasado, con su lenguas, con sus saberes ancestrales, con sus conocimientos y sistema de vida armónico y respetuosos con la naturaleza.

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