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\\ Don Ricardo, el inmigrante, y Juana Evangelina, su Angelita.
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ESCRIBE: MARISELA SILVA CHAU
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Arroz!, ÂĄArroz!, ÂĄAzĂşcar!, ÂĄAzĂşcar! eran los pedidos que los vecinos del RĂmac, allĂĄ ‘abajo el puente’, hacĂan a mi abuelito materno, Ricardo Chau Wa Cau (1903-1982), en la primera bodega en la cual trabajĂł como ayudante para pagar el pasaje de su viaje en barco en 1918 hacia el PerĂş. Atendiendo al pĂşblico, aprenderĂa su nuevo idioma: el espaĂąol. Durante los treinta aĂąos siguientes dirigirĂa su propia bodega acompaĂąado de un ayudante peruano y un cocinero chino. Fue ĂŠl un inmigrante chino (de ‘la China adentro’, entiĂŠndase continental), de origen muy pobre e iletrado en su propio idioma, como muchos otros que arribaron a nuestro paĂs con un solo patrimonio: su inquebrantable voluntad de trabajo. Ya con 45 aĂąos de edad y suďŹ cientes ahorros, considerĂł que era tiempo de casarse e iniciar una familia. Pero Âżcon quiĂŠn? La comunidad inmigrante china (asidua del barrio chino) era el entorno social propicio para responder a esa pregunta. AsĂ, en 1948, se casa con Juana Evangelina Lam Sandoval (1929-2011), llamada Angelita por sus familiares y con quien tuvo tres hijos Dora, Ricardo y Yolanda. Al matrimonio siguiĂł una segunda bodega, que esta vez se ubicarĂa en Lince. ÂĄY allĂ empezarĂa la verdadera aventura! Un negocio prĂłspero para la ĂŠpoca y tres hijos que, como ĂŠl decĂa, serĂan ‘sus tres cuentas en el banco’: su mayor tesoro. Esta vez, la compaĂąĂa y el trabajo esforzado de su esposa, hija de un inmigrante chino, y la contribuciĂłn de su cuĂąado darĂan como resultado el que no solo sus hijos, sino tambiĂŠn sus nietas (mi hermana y yo), pudiĂŠsemos tener, hasta ahora, muchas posibilidades en la vida.
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Ricardo Chau Wa Cau, sentado con sus hijos Ricardo, Yolanda y su esposa Juana Evangelina Lam Sandoval. De pie: su cuĂąado Abigail Lam Sandoval [1], su hija Dora [2] y otros familiares.
La ab bodega odeg od e a de L eg Lince in nce ttenĂa e Ăa en ad de e to todo, odo o incluso planchas, y era el centro de un sector del distrito que empezaba a construirse y dejaba atrĂĄs los establos lecheros por casas nuevas y conjuntos habitacionales. Mantener la tienda como tal y capitalizarse requerĂa que mi abuelito hiciera viajes diarios al Mercado Central, en Ăłmnibus y cargando la mercaderĂa en cada brazo. TambiĂŠn que mi abuelita trabajara el doble (un promedio de dieciocho horas), de un lado, a cargo del cuidado y educaciĂłn de sus hijos en la trastienda, donde habitaron, sin ventilaciĂłn alguna, durante once aĂąos (para ahorrar), y, de otro, en la bodega misma donde atendĂa al pĂşblico. Por muchas razones y, en particular, por la apariciĂłn de los supermercados, la bodega de Lince, como otras, empezĂł a avizorar su ocaso hacia ďŹ nes de los
oche oc hent he na a nt lg g nos sa Ăą s de Ăąo desp sp ĂŠs de e lla a ochenta, algunos aĂąos despuĂŠs muerte de mi abuelito. Sin embargo, la inquebrantable voluntad de trabajo de mi familia y, sobre todo, de Angelita, lograron que la bodega de Lince permanezca intacta en su esquina de siempre. Luego de una primera remodelaciĂłn en 1983, a cargo de mi tĂo, Ricardo Chau Lam (1953-2005), primer heredero del negocio y brillante comerciante, hoy mi pequeĂąa contribuciĂłn intenta darle una identidad a la bodega de Lince, capitalizando su historia. Y para ello, recurro a las ‘tres cuentas’ de mi abuelito, esto es, a sus hijos y a la imagen de la esencia de los mismos. Por ello, decidĂ identiďŹ car a la bodega como ‘Alegra’ y modernizar la gestiĂłn. Una nueva aventura en la historia de tres generaciones, en una ĂŠpoca diferente, por supuesto, con muchos retos, pero no por ello insuperables. O
Con ayuda de nuestros lectores, esta secciĂłn intentarĂĄ seguir las huellas de las familias chinas que a mediados del siglo XIX migraron a AmĂŠrica y se asentaron en el PerĂş. CuĂŠntenos su historia enviĂĄndonos las fotos, recuerdos y cualquier documento testimonial que conserve de sus raĂces familiares a: prensa.integracion@apch.com.pe
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