Anarquismo y comunismo - Evgueni Preobrazhenski

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mental, tanto mayor es la parte de los beneficios nacionales que logra arrancar para sí. En la sociedad capitalista, la distribución de los ingresos del Estado está ligada con la lucha no sólo entre clases, sino también en el interior de una misma clase. La clase de los capitalistasempresarios no sólo lucha contra el aumento general del salario de los obreros, sino que cada fabricante aislado tiende a hundir al otro en su concurrencia desesperada en el mercado. La organización de los trusts, los sindicatos, y el sistema del capitalismo gubernamental que tuvo tan grandes éxitos durante el período de la guerra mundial, significan ya el paso hacia nuevas formas de distribución, más organizada, de los beneficios nacionales. El control centralizado del mercado de trabajo y las tarifas salariales trae también una organización determinada en la distribución, por parte de los traficantes de mano de obra. El comunismo significará no solamente la igualdad en la distribución, que estará ligada a la destrucción de las clases y a la transformación de todos en trabajadores con iguales derechos, sino también la distribución consciente y organizada de los beneficios de la colectividad; la distribución no por la violencia, como ocurría anteriormente, sino sobre principios completamente diferentes. Parece que la forma más justa de distribución del producto colectivo sería proporcional al trabajo de cada uno. Supongamos que el obrero trabaja ocho horas por día y tiene derecho a una cantidad de productos cuya preparación exige también ocho horas de trabajo. Cada obrero, por una cantidad determinada de trabajo, tiene derecho a recibir de la sociedad la cantidad correspondiente de productos de los depósitos de esa sociedad. Mas dicha distribución está, en realidad, todavía lejos del verdadero comunismo. Aquí cada uno recibe lo que ha entregado, recibe de vuelta el mismo trabajo sólo que bajo otro aspecto y en una cantidad igual a la que entregó. Esto no es todavía comunismo, sino el resto de la costumbre pequeño-burguesa de defender lo suyo y separarlo de lo colectivo. Las personas no nacen iguales en fuerzas y en aptitudes. Para uno la jornada de trabajo de ocho horas resultará más liviana que para otro. Uno necesita consumir más, otro menos.

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