Anarquismo básico - Fernando Ventura

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Anarquismo básico condición de consumidor, y afirma que tu actividad electiva fund-amental es la compra de mercancías… ¿Es esto satisfactorio para ti? Piensa que cuando una persona manifiesta que es algo ante las demás personas mediante la posesión de un coche grande, de un móvil caro o de ropa de marca, en cierto modo deja de ser un sujeto dotado de conciencia y de personalidad propia, para convertirse en el coche, el móvil y la marca: has sido alienado económicamente, tanto como puede serlo un incauto en manos de una secta religiosa para la que se ve obligado a trabajar. Merced a ello eres desposeído, explotado, reducido a la condición de trabajador productor de plusvalía de la que se adueña el patrón y el Estado en el capitalismo de gestión privada, o el burócrata en el capitalismo de Estado comunista. Siempre en el capitalismo una minoritaria casta de poseedores improducti-vos y avariciosos, se apropian de la riqueza social y la dilapidan en unos casos, en otros la contienen, en otros la destruyen mediante la competencia. Ello lleva a este sistema al endeudamiento, a las crisis periódicas, a procesos de inflación y deflación, y a una carrera en pos del crecimiento sin límites que más pronto que tarde culminará en un monumental y terrible batacazo mundial.

Los economistas doctrinarios

y sus programas

¿Y qué dicen los sabios economistas de la economía? Los economistas comunistas autoritarios propugnan un Capitalismo de Estado, en el que una burocracia de tecnócratas dirija la economía en base a la racionalidad científica y a la planificación centralizada. Convierten así el supuesto saber en poder indiscutible. De esta manera, unos cuantos millares de dirigentes dominan a millones de trabajadores a los que dan órdenes que han de obedecer. El Estado en la práctica actúa como patrón único, emplea a toda la población, y se adueña del excedente imponiendo los precios de los productos y de los salarios. Compra barato a los campesinos y obreros y les vende caros los productos manufacturados estableciendo una relación colonial entre la ciudad y el campo, entre el obrero y el Estado. Con el excedente la burocracia comunista financia sus industrias de armamento y los privilegios de sus tecnócratas y cuadros superiores (directores, asesores,

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El anarquismo

responsables, miembros del partido, informantes, suplentes y vocales improductivos) que cobraban en la URSS salarios entre cinco y treinta veces más altos que los del pueblo llano. Ello conduce a la subproducción, a que los trabajadores se desinteresen por sus tareas y no produzcan, a que no inviertan en mejorar las empresas que quedan obsoletas. Sin contar con que un planificador omnisciente, que conozca en cada momento los flujos económicos y sepa regularlos según el Plan Quinquenal determinando los precios de un millón de productos, sería un personaje similar a Dios. Por ponerlo en cifras, en la década de los setenta cuatro millones de agricultores norteamericanos producían el doble de cantidad de cereales panificables y forrajeros que treinta y dos millones de agricultores soviéticos en la misma superficie cultivada (230 millones de hectáreas de América del Norte y Canadá contra 225 millones de hectáreas de la URSS). Esto obligaba anualmente a la URSS a importar del odiado enemigo yankee de veinte a treinta millones de toneladas de grano. Los defectos de la Economía Planificada y Centralizada de los comunistas autoritarios, con sus crisis de subproducción, largas colas, escasez de productos, e inversión masiva en armamentos condujeron a economistas marxistas como Liberman a proponer en 1965 que los directores de las empresas estatales fuesen responsables de la contratación de la mano de obra, del salario de sus trabajadores, del mejoramiento de sus viviendas, que tuviesen capacidad para realizar pedidos a otras empresas fuera del gosplan (el plan de economía del Estado), y que los excedentes de las empresas (fuera de los exigidos por el Estado) pudieran ser reinvertidos de manera autónoma por ellos, cosa que intentaron llevar a cabo los reformistas de Gorbachov en los años ochenta (aplicar medidas de capitalismo de mercado), sólo que antes se les hundió la URSS y todavía se andan preguntando los sabios qué les pasó. Los keynesianos de occidente a su vez son también partidarios de una economía dirigida, pero con capitalismo privado. El Estado debe emitir moneda insolvente para calentar la economía a costa de la inflación monetaria y de elevar el déficit presupuestario. También debe salvar sectores en crisis (bancos arruinados, empresas en quiebra) para levantar la confianza de los inversores, bajar la tasa de interés para estimular la inversión, acometer obras públicas…

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