La Circular nº 3

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OTOÑO 2015 · LA CIRCULAR

Cultura y cambio político LA PROPUESTA DE PODEMOS

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odo el mundo habla de la importancia de la cultura. Sin embargo, da la sensación de que se trata de palabras vacías que se pronuncian en los parlamentos sin pensar en la complejidad del tejido que la conforma y en el estado de abandono en que se encuentra. Se dice que no hay mayor activo para un país que su cultura, pero las fuerzas políticas y las instituciones no parecen hacerse cargo de las implicaciones de este enunciado: ¿cómo es posible que la retórica política tradicional considere tan importante y a la vez omita que la cultura apenas dispone de las condiciones adecuadas para desarrollarse como sector productivo? ¿Por qué no tiene un espacio estable y solvente en el panorama internacional? En la mayoría de los países de nuestro entorno, y de otros ámbitos geográficos relevantes, la cultura no es un adorno que se añade a los logros sociales y económicos, sino que constituye un eje fundamental donde se dirime el modelo de país al que se aspira, hacia dentro y hacia fuera. Por el contrario, en nuestro país las enormes capacidades de nuestros creadores, así como de nuestras redes de producción y difusión cultural, chocan permanentemente con el obstáculo de que o no pueden desarrollarse ni acceder a los circuitos relevantes o tienen que hacerlo a pesar de la gestión política. Lejos de servir de ayuda, la política tradicional ha funcionado durante décadas como un tapón que impedía cualquier mejora o innovación, ya que la prioridad era más

cultura

Eduardo Maura y Pablo Iglesias Simón Área de Cultura.

preocuparse por mantener la imagen pública de las instituciones que trabajar al servicio de la gente. En nuestro país, la cultura ha tenido una alta dependencia institucional que en época de recortes la ha dejado en condiciones de precariedad alarmantes. Además, las políticas cortoplacistas, basadas en una espectacularización efímera y estéril, apenas han servido para llenar nuestro país de contenedores vacíos y ayudar a la consolidación de élites y redes clientelares, construyendo una cultura a espaldas de la gente que la crea y la disfruta. Ante esta situación, Podemos apuesta por tomarse la cultura en serio como derecho, como bien común y como sector productivo. Para ello es necesario abordar, desde un enfoque estratégico, políticas públicas capaces de articular un tejido que sirva a la sociedad y a los distintos agentes y expresiones que lo conforman. Esta política debe tener tres objetivos: el acceso participativo, la sostenibilidad y la diversidad cultural; y las instituciones y administraciones que desempeñan dicha política han de regirse de acuerdo con los principios de democracia real, transparencia y gestión responsable. Nos tomamos la cultura en serio porque tenemos la convicción de que no hay cambio político sin cambio cultural. Las transformaciones políticas duraderas son las que conectan con el elemento cultural que sostiene nuestra vida en común. Todo cambio político está ligado a la cultura: los cambios de lenguaje, de mirada, de los significados de las palabras o de las palabras


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