Jóvenes entre sonidos. Hábitos, gustos y referentes musicales

Page 17

Música-1C/C/J

23/4/3 11:36

Página 22

jóvenes, esta respuesta deviene en axioma. Quizás algunos cambien la palabra “normal” por “variada” (si te gustan muchos y muy variados tipos de música también se hará complicado encasillarte en función de un perfil concreto), pero el trasfondo sigue siendo el mismo. El tema de la “normalidad” es algo que no sólo nos remite al mundo de la música, sino que parece estar presente, de manera constante y protagonista, en muchas esferas sociales y culturales de las últimas décadas. En tiempos de globalización, cada vez produce menor perplejidad asistir a los procesos por los cuales lo que se globaliza es una suerte de pensamiento único que excluye a quienes se sitúan al margen de dicho pensamiento, que no es otra cosa que la citada “normalidad”. Así, pasar desapercibido entre la gran masa que asiente será un objetivo no sólo posible, sino deseable. Como señala Vicente Verdú13 en una columna aparecida en el diario El País, “una vez que la moda ha rastreado lo bello y lo feo, lo excelso y lo deplorable, lo caro y lo pobre, el brillo, lo retro y lo punki, le quedaba un espacio por explotar: la normalidad (…) Contra la norma de la excepción, la anormalidad de la normalidad (…) Para ser normal hay que privarse de esbozar toda voluntad de elección. Elegir es condenarse a la diferenciación y la moda ya es la indiferenciación, la protesta contra la individualización, el abandono de ser distinto, un único yo (…) Despojarse de personalidad, ayunar del yo, hacerse tan invisible como lo más normal es la opción superior de nuestros días.” Aplíquense estas palabras a la música. La contrapartida parece clara: si existe música “normal”, existirá música que no lo sea. Evitando la palabra “anormal” (excesivamente dura y mal vista), nuestros protagonistas empleaban la expresión “rara”, en ocasiones sustituida por “radical” o “extremista”. Raros serán, por tanto, aquéllos que acepten y asuman su diferenciación, y que, o bien no les preocupe el hecho de poder ser identificados de alguna manera por sus gustos musicales, o incluso se sientan cómodos en tal posición diferenciadora. Parece evidente que estos jóvenes, minoría en cualquier caso, sí asumen los lazos que identifican de manera directa la música que escuchan y les gusta con su forma de ser y con la posición que ocupan en la sociedad. Tampoco entraremos en más detalles para ilustrar un discurso con muchas e interesantes aristas y que ya está desarrollado en la citada obra. Baste el apunte para explicar cómo los jóvenes escapan de la teoría de las homologías a partir de una estrategia infalible: si todos estamos en la misma posición, la correspondencia biunívoca será única e igual para todos, lo que casi equivale a decir que no existe14. En este punto se puede argumentar, no sin razón, que el que los jóvenes no suelan reconocer para sí mismos esas correspondencias no implicará que no existan, al proyectarlas sobre otros; confirmándolas, por tanto. Esto es cierto, pero tampoco conviene olvidar que la proporción de jóvenes que efectivamente resul13. Fragmentos de una columna aparecida en la contraportada de El País el 6 de abril de 2002, titulada “Lo normal” y firmada por Vicente Verdú. 14. Desde la “normalidad” nos encontramos, quizás, con una nueva definición de “clase”: un concepto de “nosotros” frente a “ellos”.

22 ■ JÓVENES ENTRE SONIDOS


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.