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Una inspección ocular que resulta provechosa Después de conversar con la testigo iniciamos un reconoci miento sobre el lugar del aterrizaje. Desconfiábamos absolutamente de obtener resultados positivos, toda vez que la observación se había producido casi un mes antes. En principio no vimos nada anormal sobre la superficie del prado en el que, según D.· Juana Llona, habían descendido las tres esferas luminosas. La t ierra estaba~inuy blanda, sin llegar a presentar charcos, pues el agua de la abundante lluvia caída filtraba perfectamente hacia capas más profundas. Precisamente, el mismo día de nuestra investigación llovió abundantemente. Fue nuestra joven colaboradora Inés Maestre, quien nos señaló la primera marca en el suelo. Bastante reacios a admitir la posibilidad de una huella procedente de algo fuera de lo normal, estudiamos el pequeño

hoyo, bastante disimulado entre la corta yerba. Pensamos, primeramente, que aquella marca era la pisada de algún animal doméstico -vaca, caballo, etc ... - pero desechamos casi inmediatamente la posibilidad, ya que algunas decenas de metros de distancia, junto a un abrevadero, las pisadas de estos cuadrúpedos presentaban una superficie doble que la de nuestro hallazgo. Indiqué a mis colaboradores la conveniencia de iniciar una búsq~eda en círculo. al encontrar otras dos huellas de idénticas características -más o menosa la anterior, situadas, además, en una disposición perfectamente triangular. Las tres marcas formaban un triángulo isósceles cuyos lados venían a medir, aproximadamente 1,12 m 1,12 m y 1.44 m . Sorprendidos por el hallazgo, y también animados, reiniciamos el rastreo, que nos proporcionó el descubrimiento de otros dos triángulos de huellas, de parecidas características al anterior, aunque las medidas de los I¡¡¡dos eran 1,14 m x 1,62 m x 2,26

m, y las del tercero 0,90 m x 1,83 m x 2,13 m. Sorprendentemente, los tres triángulos presentaban una correcta formació[1 en "V", es decir el segundo estaba ligeramente adelantado hacia el norte, mientras que los otros dos estaban casi alineados. ¿ Eran las huellas de tres trípodes, pertenecientes a tres vehículos extraños? No lo se, a ciencia cierta. Pero sospecho que podría haber relación entre la observación de la señorita Llona Sangróniz y las marcas. A pesar del tiempo transcurrido, porque hay que tener en cuenta que el prado no es frecuentado en absoluto, excepto por algunos animales -muy pocos- esporádicamente. Pero volvamos a los triángulos. Las huellas eran casi idénticas Representación de la visión que tuvo Hans Pritz el 2 de marzo de 1975 en Grossweissenbach (Austria): un cuerpo alargado intensamente rojo pendla sobre el bosque, mientras a su misma altura, más a la derecha, haclan lo propio tres esferas o bolas del tamaño que se aprecia en el montaje fotográfico .

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