Jugar en la historia

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aulas colectivo DMYE / UNDAV

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jugar en la historia En un municipio con identidad productiva como históricamente lo ha sido Avellaneda, una nueva universidad nacional alberga una carrera de diseño de características inusuales. Sostenida en coordenadas de época, la UNDAV se ocupa de una necesidad de este tiempo: las marcas y los envases. 86

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La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) inició sus actividades en enero de 2011 y la Tecnicatura en Diseño de Marcas y Envases es el primer espacio de formación en diseño de la universidad. La propuesta del plan de estudios presenta una estructura curricular original que atiende la formación del diseñador en torno a tres ejes prioritarios: la construcción de un modo de actuación, las dinámicas de producción en los escenarios regionales y la sustentabilidad. En las paredes de la planta baja del nuevo edificio Piñeiro —una lanera reciclada, hoy una de las tres sedes de la universidad—, puede verse que el diseño de marcas y envases desborda toda idea del diseño sectorizado y la expresión gráfica aparece como parte central del hacer del diseñador. Un mural-tríptico pintado y diseñado por estudiantes y docentes de la carrera en el verano de 2013 enuncia que el diseño es un modo de intervenir, un modo particular de plantear y resolver problemas, de pensar-hacer el hábitat.

Cuando hablamos de una universidad en la Argentina, por más reciente que sea su apertura, estamos hablando de los 400 años de historia que lleva en la experiencia de formación superior, entonces lo que se abre es una nueva modulación de la universidad pública. En nombre de esta tradición se enuncia un principio de responsabilidad común. Recapitulamos los distintos ámbitos académicos y los distintos perfiles de las carreras como dinámicas autopoiéticas de construcción. Porque como en todos los casos, los planes de estudios no alcanzan para garantizar perfiles de graduados ni campos de incumbencia. Es tarea de todos los que forman parte reconocer su impronta en los primeros años de construcción. El colectivo que participa no toma nada por dado o supuesto y trabaja activamente por fortalecer el espacio, nutrirlo de nuevos pensares, de heurísticas y metodologías atentas a lo que aún no sabemos, lo que está por venir.

Estudiantes de Diseño de Marcas y Envases en la UNDAV, guía docente en los ejercicios de morfología, en la nueva sede de Piñeiro.

El diseño es parte del problema ambiental, el diseño como parte de un medio o entorno productivo, el diseño como parte del ciclo de vida de las cosas. ¿Cuándo entra el diseño? ¿Qué puede cambiar el diseño? ¿Qué puede aportar? A todas las preguntas hoy respondemos desde una común orientación: la sustentabilidad. Desde los materiales —reducir el impacto de contaminantes—, desde la tecnología —acercar el diseño a las tecnologías limpias, de bajo costo, de la innovación desde el mínimo, como factor económico, en términos de recursos no renovables— y desde la forma, optimizando todos los recursos de movilidad y almacenamiento. Si el 80% del impacto de un producto se define en la etapa de proyecto, es una enorme tarea cambiar la conciencia proyectual y en consecuencia actualizar los planes de estudios desde esta lógica. La singularidad está allí: en el diseño curricular de la carrera y en cómo el colectivo de docentes, profesores y estudiantes trabaja para que esta reflexión esté viva. Por eso es tan dinámico, porque está en proceso, como el diseño. Los planes de estudios se presentan como grandes temarios con problemas cerrados, conocidos. La vida profesional es casi todo lo contrario, no sabemos lo que vamos a diseñar en 15 años. Sabemos que las botellas de pet tienen que desaparecer del mercado, ¿cómo seguimos? Sabemos que no podemos continuar tirando la basura sin separarla de manera domiciliaria, ¿cómo seguimos? Ya hay preguntas que nos hablan de otros objetos y hábitos de vida. La formación los tiene que preparar para lo que no sabemos. Hoy esto es lo que surge como contenido para trabajar entre todos y lo que construye un perfil de estudiante activo, propositivo y comprometido con su modo de hacer. El plan de la carrera incluye como asignaturas: Ingeniería de los Materiales, Diseño Sustentable, Tecnologías para la Innovación, Técnicas de Producción y Heurística, entre otras. Lo que sólo en apariencia se ve como una sectorización del diseño desde el título de la carrera, apunta a las distintas formas y niveles de integración. En estos momentos la mayor cantidad de profesionales pasan en el hacer cotidiano de un campo a otro, de un soporte a otro, como forma de lo contemporáneo. Si a ello sumamos el eje de sostenibilidad, 87


La nueva sede de UNDAV, en el antiguo barrio industrial de Piñeiro, fue una barraca de lana. Hoy convertida en casa de cuatro de las carreras, entre ellas Diseño. El nuevo edificio, cómodo y luminoso, fue intervenido en algunos muros por los estudiantes, con una trama que repite las cabriadas de la antigua barraca que allí había. La carrera también se ocupa de recuperar la memoria industrial de la zona.

la carrera no puede ser leída como parte sino como relación de conjunto con el medio. En otro sentido pero desde la misma concepción interdisciplinar, participan los estudiantes en proyectos de extensión e investigación, trabajos que se orientan en una misma dirección, ya que esas producciones dan cuenta de investigaciones y construcción de conocimiento, sea esto que devenga en la imagen de una cátedra libre o el diseño del CD de un concurso de bandas. También interactúan con la carrera dos laboratorios que se encuentran en proceso de iniciar sus actividades: el Laboratorio Experimental de Materiales y el Laboratorio de Diseño e Imagen, transversal al sistema departamental en que está organizada la universidad y por ende, a otras carreras y áreas. TODOS PUEDEN DISEÑAR

La emergencia de un proyecto es el lugar común de esta construcción prospectiva en 88

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la idea de un nuevo reparto entre las partes del conjunto social. El reparto implica un nuevo enunciado: “Todos pueden diseñar”. “Para nosotros este principio es como un nuevo enunciado bahausiano del diseño para todos. Formemos sin restricciones de ingreso a todos los que estén interesados porque todos saben...”, dice Lucrecia Piattelli, coordinadora de la carrera. No es casual el legado de Gastón Breyer, el gran maestro ignorante parafraseando a Rancière. Porque el problema de fondo como sociedad siempre es de otro grado, lo que nos “desfonda” sigue siendo lo mismo; hay pobreza y desigualdad y debemos sostener lo que logramos como esfuerzo común en la inclusión de los otros, excedentes. Pero, ¿incluirlos a qué? Este es el tema hoy: ampliar derechos, por ejemplo el acceso a la educación superior. La universidad hoy (aquella que nació hace 400 años) es parte de esta construcción común.

El pensamiento universitario antes que cualquier instrumento o saber disciplinar es la capacidad de plantear problemas nuevos que habiliten la reflexión. En este proyecto educativo ese pensamiento no se separa del conjunto social donde las prácticas van a desarrollarse. Esto es lo que puede emancipar y liberar a una persona de lo que necesite liberarse. Es decir, que el pensamiento universitario debiera acercarle al estudiante no un saber, que ya sabe, que trae de antemano y formaliza en la carrera, sino acompañarlo en el proceso de construcción de una posición, un posicionamiento como principio de actuación. El interés es que sepa de dónde vienen las palabras que usa, con cuántas palabras piensa, por qué piensa con esas palabras y no con otras, a qué tipo de relaciones de producción adhiere en sus acciones y pensamientos, qué lo hace estar con otros, qué lo diferencia de los otros, quiénes son esos otros que todavía no tienen acceso a la educación.


Esto es para nosotros formar personas, no es adquirir temas como bienes de consumo. Es actuar, pensar-hacer en un aquí y ahora, pero también es dar una existencia a un porvenir común por fuera de toda organicidad que lo condicione, que lo moldee, porque creemos que las condiciones pueden pensarlas por sí mismos en las relaciones que construyan con el medio. El diseño es una herramienta fundamental porque se encuentra presente en todo el circuito productivo, en sus diferentes etapas, pero también el diseño puede hacer tarea de inclusión. Por eso, deberíamos estar atentos a que el consumo no sea la única variable de enseñanza y a que las lógicas de inclusión estén centradas en potencias de vida. Vivir bien no es sinónimo de consumo y el diseño es una poderosa herramienta estratégica para generarlo. Frente a esa contradicción, nos ponemos del lado del ciclo de vida: promover prácticas responsables en torno a los problemas de sustentabilidad. Hacemos resonar las palabras de Rosario Bernatene en el anterior número de esta revista: “… subyace la idea de que lo ambiental y lo social se pueden disociar y no es así. El asunto es cómo entramarlos, cómo tratarlos de forma conjunta. Ya que los pobres son los que respiran el aire más contaminado, viven donde primero se inunda, comen o trabajan con la basura, toman el agua contaminada o no tienen agua directamente: contaminación y pobreza van de la mano.” El diseño está a tiempo —y ya lo viene haciendo— de orientar las prácticas en otra dirección que atienda las necesidades socioambientales, porque el diseño es una práctica cultural que puede cambiar conductas en la comunidad. De cualquier manera que se piense la situación, el mensaje debe ser bien claro: consumir menos equivale a más personas viviendo mejor, más futuro para las generaciones venideras… A esto llamamos un porvenir. 89


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