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Legado Carolina muzi
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Los distintos tonos de ámbar y los modelos con que Durax conquistó el mercado de vajilla en los años 70.
EL TRABAJO COMO RESISTENCIA En el corazón productivo del conurbano, una de las fábricas más emblemáticas de las recuperadas tras la crisis 2001, muestra, casi ciento treinta años después de su fundación, las razones por las que salió adelante como Cooperativa Cristal Avellaneda.
Nada es para siempre, pero… ¿esa vajilla?, “Durax, toda la vida”, le decía un vendedor de bazar (Jorge Martínez) a una clienta (Beatriz Salomón) luego de romper varias piezas de otras marcas haciéndolas volar del escaparate. En cambio… las de vidrio templado traslúcido, el diferencial de Durax, aterrizaban en el piso, jadeantes aunque enteras. El comercial de televisión blanco y negro no mostraba las mesas de la clase media argentina, pero no sería arriesgado apostar que en los 70 fue ésa la vajilla doméstica masiva, de donde comíamos todos: piezas color ámbar, verde botella (aunque por el color la línea se llamaba Jade) o transparentes, que eran sinónimo de estar al día, tener lo último. El vidrio era grueso y liso, nada que ver con la porcelana ni con la loza: nuevos tiempos que se sentían en la vista, el tacto y los labios. Así, según la edad, serán diferentes las emociones de quien hoy tome contacto de primera mano con la antigua Cristalux, la casa más grande 15
Un obrero toma con la pinza un vaso recién salido de la cadena, con una parte aún incandescente. 03 Todo lleva gran esfuerzo, los elementos de seguridad tuvieron que ser provistos por los propios trabajadores. 04 Mural de acceso a la fábrica. A lo largo de una cuadra cuenta la ardua historia de la recuperación, en el año 2002. 02
que el vidrio tuvo en el conurbano y la segunda en la Argentina después de Rigolleau: siete manzanas de fábrica que fueron no como una pequeña ciudad pero sí una verdadera fortaleza del trabajo, una historia forjada con inmigración, con movilidad social, con inclusión, una historia argentina de pe a pa. El complejo se yergue al 2000 de la Avenida Irigoyen, en Piñeiro, uno de los barrios industriales de Avellaneda, que hoy reanima el fulgor productivo histórico del municipio (no muy lejos de allí acaba de reabrir Siam, por caso). Un mural de una cuadra íntegra cubre el paredón perimetral sobre la avenida. Los imaginarios de colores terminan flanqueando la puerta de acceso con dos vasos gigantes. El mural exalta la memoria del pasado reciente, de la estafa a la resurrección colectiva: Cristalux, hoy Cooperativa Cristal Avellaneda, es una de las fábricas recuperadas más emblemáticas por la gesta que aún atraviesan sus trabajadores, quienes comenzaron con una resistencia estoica (en carpas, con lluvias y un invierno de muy bajas temperaturas) y no cedieron hasta lograr resucitar en 2002 parte de un gigante que había sido saqueado y completamente destruido por sus dueños para declarar su quiebra. “Aquí, donde llegó a haber más de dos mil obreros, hubo 200 trabajadores en el rescate, pero el núcleo duro habremos sido 50”, puntualiza Osvaldo Donato, al frente de la cooperativa, un testimonio que se 16
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verifica en sus ojos, cuando brillan de emoción una y otra vez, y en las manos, que llevan como guantes los veintisiete años de trabajo con el vidrio. Desde 2002, los obreros gobiernan su fábrica reeditando la producción de este clásico de la industria nacional sólo en versión azul (Nube se llama, Cielo, le dicen de entrecasa). La gran innovación que implicó en los 70 la vajilla de la línea Durax fue ser de vidrio templado de alta calidad, 100% reciclable: resistente a golpes y temperaturas. Recién en los 80, Durax incorporó a un diseñador industrial, Esteban Bongiovanni, quien por casi diez años diseñó nuevas líneas. Apenas uno ingresa, conmueve el viejo fichero de horarios, en desuso pero intacto y conservado. Enseguida, hacia adentro del predio, el deterioro es bien visible. No obstante, predomina la alegría de la actividad. Osvaldo Donato conduce la visita:
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05 La gota ingresando a las matrices. 06 Recién horneados, los vasos azules se enfrían. Mística en la fábrica de trabajadores: un demonio de Tazmania hincha de Independiente, claro. 07 Osvaldo Donato muestra el vidrio que se recicla.
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“Es muy fuerte cada vez que tenemos que contar la historia porque le dimos vida a una estructura fantasmal, repleta de chatarra inerte de lo que había sido nuestra fuente de trabajo, una de las fábricas más importantes del país en la producción de vidrio”. El logro no se sustentó con financiación de ningún tipo sino a puro trabajo: “Jornadas interminables, infinitas ilusiones y un espíritu de compañerismo inquebrantable”. Se quedaron a vivir allí recuperando los hornos hasta que pudieron encender uno, luego el otro y así. Luego de dos meses de acampe y vigilia para evitar que siguieran los saqueos, el 19 de julio de 2002 la justicia otorgó a la cooperativa la tenencia del predio y, “en agosto, el Poder Legislativo de la Provincia de Buenos Aires nos cede la expropiación del inmueble, maquinarias y la legendaria marca Durax”, completa Donato. En un principio se recuperaron rezagos de artículos de Cristalux SA, frascos, vasos,
platos, etc., que habían quedado dispersos por toda la planta, los que se cambiaban en los comercios del barrio por mercaderías, con la que se conformaba una olla popular que nos ayudaba a palear los duros días de invierno. Con materiales extraídos de los hornos inutilizados, se pudo armar un nuevo horno de 500 kilos de extracción diaria, y así comenzaron a fabricar los primeros ceniceros, floreros y piezas de regalería. “Los asociados no recibíamos remuneración por las tareas: el 100% de los ingresos fue a la construcción del Horno Nº 5, que comenzó a funcionar en 2004 con una máquina automática, que fabricaba 12.000 platos diarios a partir de una extracción de 9 toneladas de vidrio”, relata Donato a medida que guía la visita didáctica entre la molienda, los procesos y los hornos, el lugar mágico donde una gota incandescente que cae una y otra vez a una matriz giratoria se convierte en un plato Durax azul. 17
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Proceso: desde el control de calidad, cuando las piezas salen de la cadena, a las pilas de cartón, que son las futuras cajas para embalar la producción para el mercado interno y externo. Hoy se fabrican unas 48.000 piezas por mes. Juego de vajilla clásico. 09
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La Cooperativa de Trabajo Cristal Avellaneda nació en 2002 como consecuencia de la quiebra de Cristalux SA, que cerró sus puertas de forma definitiva en diciembre de 2000. Hasta julio de 2002, la fábrica cerrada fue saqueada y vandalizada. No quedó nada en condiciones de funcionar. Ciento seis años antes, el señor Rafael Papini, padre de Hugo y Ezio y tío de Genaro, José y Enrique Papini, llegaba al país desde Italia. Era 1887 y lo habían contratado las cristalerías Rigolleau de Berazategui. En el año 1896 se retiró para fundar una empresa propia bajo la razón social R. Papini & Cía. En 1912 quedó constituida la actual Sociedad Anónima Cristalería Papini, décadas después renombrada Cristalux. Emblemático, en lo alto del edificio, el logo del hombrecito que sopla vidrio se mantiene desde entonces. En mayo de 2005, la cooperativa consiguió su mayor logro con la puesta en marcha del Horno Nº 2, de una capacidad de extracción diaria de 33 toneladas de fundido, para alimentar dos máquinas automáticas con capacidad productiva de 80.000 unidades por día, entre vasos y platos prensados. Esta etapa favorable culminó en 2008 con el final de la vida útil de este hornazo, como aún lo llaman los obreros. En este período, la cooperativa volvió a producir con el Horno Nº 5, de muy inferior capacidad, lo que generó un importante endeudamiento financiero que la llevó al borde del cierre definitivo. 18
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Cooperativa Cristal Avellaneda www.cristalavellaneda.com.ar
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11 10.11 Logística: pallets de traslado de cajas. 12 Los elementos de composición del vidrio. 13 Colecciones de vasos con estampas. 14 Parte del mural sobre la Avenida Irigoyen, en Piñeiro. 15 El edificio, con su potente isologo del soplador. 12 14 01
“Volviendo a la fórmula de origen —dice Donato—, con un esfuerzo durante horas incontables, logramos reconstruir el horno Nº 2, y tuvimos la ayuda del Estado nacional”, después de haber atravesado todo el conurbano para ubicar a la presidenta en un acto. El apoyo no fue sólo financiero sino de capacitación en gerenciamiento, que colocó a la cooperativa en una situación de crecimiento desde entonces. Donato muestra la sala de capacitación, con varias computadoras y paneles de proyección. Imposible que olvide relatar aquel día, en 2006, en el que los sorprendió una visita: sin avisar, cayeron Susan Sarandon y Tim Robbins. Habían llegado para el Festival de Cine de Mar del Plata. Tenían apenas un día libre en Buenos Aires, que aprovecharon para ir a Avellaneda a conocer fábricas recuperadas, movilizados por los comentarios de sus amigos canadienses Naomi Klein (autora de No Logo) y Avi Lewis (director de la película
The Take sobre las recuperaciones en Argentina). La recorrida fue emocionante, asegura Donato. “Cero estrellas, atentos, preguntaban todo”. En un momento de la recorrida, Sarandon tomó un vaso y le avisaron que tenía una falla. “Ahora que estoy más vieja, me gusta que las cosas tengan algún defecto”, dijo. Finalmente se llevó un cenicero, pese a que no fuma: “Es para recordar lo que aprendí hoy, y recobrar fuerzas cada vez que ande en uno de esos días”. Sarandon escribió: “Gracias por compartir con nosotros tu increíble historia. Desde ahora, cada vez que vea a Chaplin, voy a pensar en Donato”. Luego, Tim Robbins, le dijo en puro spanglish: “Donato, sos un inspiration”. Desde la recuperación, la Cooperativa Cristal Avellaneda se encuentra en expansión. Tiene abierta una convocatoria de empleados online, hace convenios de diseño con universidades públicas y hace honor a su eslogan publicitario.
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