Tijuaneo #58

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Libro narra Lucha de las Mujeres por llevar Pantalones a lo largo de la Historia "Las mujeres nunca serán como los hombres, aunque a veces hay hombres con corazón de mujer. Desde el principio de los tiempos, los hombres han tomado la mejor parte del pastel. Yo tengo el corazón de hombre y por eso las cosas han ido bien para mí". (María Félix, “La Doña”). Christine Bard describe el pantalón como compañero revolucionario de la mujer. En el año 1965 la producción de esta prenda prohibida supera a la de las faldas.

EL PANTALON Y LA MUJER

Y una década después, el diseñador francés Yves Saint Laurent convierte el esmoquin en una pieza hiperfemenina.

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Hoy la mujer viste el pantalón con naturalidad. Antes y durante siglos fue la prenda prohibida porque simbolizaba el poder y la virilidad del hombre. "El compañero de viaje de la emancipación de la mujer ha sido el pantalón", según explica la socióloga Christine Bard en su libro Historia política del pantalón. "Sucesor del calzón, el pantalón simbolizó la masculinidad y el poder. Durante la Revolución Francesa expresó los valores republicanos y se convirtió en un elemento clave del nuevo orden político", narra la autora. Es más, –añade– en "el Antiguo Régimen la mujer fue privada de todos sus derechos, incluso de lucirse en pantalón". A lo largo de la historia, el pantalón, más que ser una prenda práctica y cómoda, se fue erigiendo como símbolo del poder político y la libertad. Prueba de ello es que "aunque la mujer logró la igualdad civil y laboral, el hombre ni consintió ni aceptó que se vistiera como él".

Prohibido por ordenanza en París

Así el 7 de noviembre de 1800, "una ordenanza de la jefatura de policía de París, prohíbe a las mujeres el uso de

prendas del sexo opuesto", detalla Bard en su libro. El entusiasmo por la modernidad, los tímidos pasos en el deporte y la incorporación de la mujer al mundo laboral favorecen el uso del pantalón, prenda que en el siglo XX entra y sale del armario femenino por razones exclusivamente prácticas. Sobre todo, durante la Segunda Guerra Mundial, es cuando la mujer se incorpora a trabajar en las fábricas y asiste a los soldados en los campos de batalla. A partir de ese momento, el pantalón se convierte en el compañero de viaje de la emancipación de la mujer. "A pesar de estos logros, son una minoría las mujeres que en aquella época llevan pantalones" relata Christine Bard quien desvela que "la actriz Marlene Dietrich fue capaz de desprender erotismo y sensualidad con pantalones, además de ofrecer una imagen de mujer fatal ultrafemenina".

Grandes divas del cine en pantalones

El cine no ignora el auge del pantalón sobre la silueta femenina y en el filme La Costilla de Adán aparece una bellísima Katharine Hepburn vestida con pantalones. Más joven, la actriz Audrey Hepburn es quien mejor encarna el nuevo estilo de mujer moderna, capaz de conjugar la elegancia parisina con las líneas más "casuales", un estilo que la convierte en la embajadora del pantalón. Otro ícono femenino de la modernización es Brigitte Bardot, actriz que luce como nadie el pantalón pirata de "vichy", modelo que sólo el modisto Hubert Givenchy proponía y destinaba para los días de descanso y vacaciones.

El esmoquin entra en el armario femenino

Yves Saint Laurent fue quien realmente implantó el pantalón en el guardarropa de la mujer moderna. En plena Guerra Fría (periodo comprendido entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y el golpe de estado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), el pantalón se inscribe en un campo llamado libertad, "aunque la Unión Soviética lo califica de prenda de carácter deportivo, útil para el trabajo en la industria y para viajar", escribe Bard. Como la moda no ignora la emancipación de la mujer, el pantalón femenino brilla tanto en las colecciones de Alta Costura que en el año 1965 su producción supera a la de las faldas. Visionario y con gran talento, Yves Saint Laurent implantó el pantalón en el guardarropa de la mujer. "Poco a poco hice un guardarropa calcado al del hombre. No hay nada más hermoso que una mujer con un traje masculino, ya que toda su femineidad entra en juego", decía Yves Saint Laurent, diseñador que en 1966 convierte el esmoquin, símbolo del poder masculino, en una pieza hiperfemenina. En la década de los 70, con la llegada de los vaqueros y el movimiento "hippie", el pantalón abraza por igual a ambos sexos. "Hoy una mujer con pantalón, pelo corto y zapatos planos no se percibe como una travestida, sin embargo, un hombre que luce vestido y tacones, es un travesti", concluye la autora. Ironías de la vida. (EFE/ACO).


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