Convives logroño2

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confiar en los alumnos y a largo plazo producen menos trabajo en la supervisión de los mismos para el profesorado. La formación tanto del alumnado como del profesorado en muchos casos es esencial y requiere de tiempos programados anualmente para ello. En muchos casos los propios alumnos que ya ejercen tareas concretas: mediadores, ayudantes, ecodelegados, mentores, etc. pueden y deben participar en la formación de los nuevos alumnos. Su presencia en la formación inicial da credibilidad a los modelos. Es por ello que la participación del alumnado no debería suscribirse exclusivamente a la formal: delegados y representantes en el consejo escolar, sino que debe tener una planificación minuciosa con trabajo en equipo y abordando anualmente cambios y mejoras en las propuestas teniendo en cuenta la evaluación del año anterior. Los cambios hacia esta cultura de participación es lenta con vaivenes. A veces parece que todo va viento en popa y al año siguiente surgen dificultades que parece imposibilitar su permanencia o crecimiento. Hay que tener claro lo que se quiere conseguir, y creer en los valores que sustentan todas estas actividades. Es un aprendizaje para la vida, para el desarrollo de ciudadanos responsables que han de aprender ejerciendo esa responsabilidad y con ello contrastar los límites y potencialidades de sus decisiones. Revista Convives -39-


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