El legado de Raúl Prebisch

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EDGAR J. DOSMAN Y DAVID H. POLLOCK

Prebisch se ufanaba de su escrupulosa honestidad intelectual y la de su "banco de cerebros", para distanciarse del antiguo régimen. Si bien más tarde reconsideraría el impacto político a largo plazo del golpe de 1930, nunca cuestionó la sinceridad del paso que dio ese año en el contexto interbélico (a diferencia de su continuo lamento por haber regresado brevemente a la Argentina en 1955, acto que llamó la peor decisión de su vida por haber sido pues una reacción emocional ante la caída de Perón). De hecho, Prebisch contemplaba a la era argentina de 1930-1943 como una época de grandes logros administrativos, deshechos luego por un sistema político defectuoso contra el cual él y su equipo resultaron, en definitiva, impotentes. En efecto, su defensa de la decisión de trabajar para el gobierno de Uriburu reflejó la situación europea de los años treinta, en que un quebranto sociopolítico similar confrontó a los intelectuales con la ardua decisión de participar o apartarse. A mediados de 1932, tras el cambio de un ministro, Prebisch fue despedido de su cargo de Subsecretario. Si bien pudo regresar al Banco de la Nación, ahora comprendía su vulnerabilidad como "portador del poder": un asesor sin respaldo político firme, ni base institucional propia. Se mostraba disgustado y preocupado. En los meses siguientes, estando de vacaciones en Italia, caviló sobre el dilema de estar "afuera", continuación de su legado tucumano. ¿Cómo podría superar el papel de asesor del Estado argentino? ¿Cómo construir una isla de racionalidad e influencia dentro del Estado argentino, desde la cual pudiera administrar una élite técnica autónoma capaz de modernizar la economía en una época de emergencia nacional y decadencia política? Ginebra: heterodoxia Más tarde, Prebisch sostendría que llegó a la Gran Depresión con un marco mental neoclásico y monetarista convencional. Ciertamente, su proceder de entonces era compatible con las reacciones de los enfoques conservadores de muchos otros países occidentales. Como Subsecretario de Hacienda había recortado drásticamente el gasto público para reducir el déficit fiscal y el presupuesto nacional: una reacción ortodoxa ante el colapso del comercio internacional y la corrida hacia el oro. No obstante, antes de dejar el Ministerio de Hacienda, en 1932, Prebisch ya había empezado a experimentar con medidas expansionistas más polémicas y había establecido un pequeño comité selecto para preparar el proyecto de un nuevo Banco Central. De hecho, su amplia gama de escritos, a menudo iconoclastas, desde mediados de los años veinte hasta principios de los treinta, sugería una apertura intelectual y un sesgo pragmático —una disposición a cambiar la política económica ante el cambio de la realidad. Era, al fin y al cabo, en gran medida un autodidacta

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