El modelo del instituto técnico superior norteamericano: Lecciones para América Latina

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144 I El MODELO DEL INSTITUTO TÉCNICO SUPERIOR NORTEAMERICANO

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Del mismo modo, el nombre que se da a los títulos es importante (aunque no por las razones correctas), y afecta decisivamente el comportamiento individual. Los cursos que otorgan títulos menos prestigiosos son menos atractivos para los estudiantes potenciales. Los ingleses lo tuvieron en cuenta cuando, de un plumazo, convirtieron a todos sus "politécnicos" en "institutos universitarios". Sin costo alguno, sencillamente, y sin dolor. En todo el mundo, las escuelas pronto siguieron su ejemplo, agregando a su nombre la palabra mágica: "universitario". Por lo tanto, la denominación de los cursos es un asunto importante, que tiene consecuencias. No hay un valor intrínseco en un nombre determinado: las distinciones entre educación post-secundaria, educación superior, y universidad están determinadas en gran parte por "quien las contempla". No son esencialmente significativas y, por mucho que se intente, es imposible crear un significado donde no lo hay. ¿Qué nombre deberían recibir las instituciones post-secundarias de dos años en América Latina? ¿Escuela técnicas? ¿Institutos tecnológicos? ¿Institutos técnicos superiores (como en los Estados Unidos)? No es un asunto sin importancia. Jugar incorrectamente el juego de la posición social puede destruir un esfuerzo razonable por desarrollar una educación post-secundaria corta. Recientemente, los responsables de los cursos tecnológicos de dos años en Brasil encontraron una mina de oro al rebautizarlos. Por ley, los cursos tecnológicos son considerados como educación superior. Cuando promocionaron programas de capacitación tecnológica, la recepción fue tibia. Luego comprobaron que ofrecer "programas de dos años en educación superior" era un éxito, aunque fuesen los mismos cursos tecnológicos, desde un punto de vista legal. Han aprendido a jugar el juego del prestigio social. Pero la posición no es el único factor del que depende el éxito o el fracaso del modelo de los institutos técnicos superiores. Otros factores tendrán un gran peso. En primer lugar, a las expectativas que genera la promesa de los institutos técnicos superiores debe responderse con resultados concretos. Mejorar la calidad es esencial. En algunos países (Chile y Argentina, por ejemplo), la matrícula en instituciones dedicadas exclusivamente a programas de dos años representa hasta 40% del total de la matrícula de la educación superior. Al menos algunos de estos estudiantes han ignorado la atracción del prestigio, y han optado por alternativas educativas basadas en la oferta y la demanda. La demanda de


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