3ras Jornadas de Patrimonio y Desarrollo - Parte 2

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Se deben establecer, mejorar y renovar las estrategias museográficas para hacerlas útiles a la educación de sus visitantes. El público, sobre todo el más joven, debe conocer el patrimonio a través de una experiencia didáctica, motivadora y en algunos casos hasta lúdica. En cuanto a los medios de difusión, nuevas tecnologías, redes sociales, etc.; se debe impulsar la formación de los comunicadores en general, para educar sobre el patrimonio desde un enfoque más ameno y atractivo, que promuevan la protección y disfrute del mismo. En todos ellos, la voluntad política y los recursos económicos serán los factores determinantes en el proceso de valoración social del patrimonio cultural; donde la participación ciudadana, en sus diferentes relaciones con el patrimonio, garantizará su puesta en valor y permanencia.

DESARROLLO Breve descripción de la situación actual de desconocimiento y desvalorización del patrimonio. ”Creo que podríamos decir sin temor a equivocarnos que, pese a que hoy en día existe un consenso generalizado en cuanto a la idea de que el patrimonio es una construcción social, no siempre se extraen de tal concepción las conclusiones pertinentes. Que el patrimonio sea una construcción social quiere decir, en primer lugar, que no existe en la naturaleza, que no es algo dado, ni siquiera un fenómeno social universal, ya que no se produce en todas las sociedades humanas ni en todos los períodos históricos; también significa, correlativamente, que es un artificio, ideado por alguien (o en el decurso de algún proceso colectivo), en algún lugar y momento, para unos determinados fines, e implica, finalmente que es o puede ser históricamente cambiante, de acuerdo con nuevos criterios o intereses que determinen nuevos fines en nuevas circunstancias.” Llorenç Prats Así, la construcción social, entendida también como construcción cultural junto con ese proceso de ideación y creación; definen al patrimonio en forma conjunta. Ambos actúan y conviven, son dos tensiones a veces complementarias y otras antagónicas… y según cómo se vinculen, el patrimonio cultural, tendrá vigencia o perderá sus valores más esenciales. En esta relación surge una nueva protagonista: la sociedad, quien a través de los ciudadanos y de las instituciones, asume el compromiso de la defensa y conservación de su patrimonio cultural; según los diferentes grados de valoración del mismo. Si la sociedad se muestra impasible, con una errada idea de progreso, sin una visión general de la importancia de proteger, sin criterios serios de conservación, actúa con intereses infundados, buscando


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