Retorno 03

Page 109

Las naves de la tierra

La saga del retorno 3

Orson Scott Card

—¡Soy alguien que no consentirá el fracaso de esta expedición! —gritó Nafai—. Eso es todo. Y si no permito que un pulsador roto nos detenga, puedes apostar todos los mocos de tu nariz a que no permitiré que tú te interpongas. Meb lo miró y se echó a reír. —Apuesta aceptada, Nyef, mi tierno hermanito. Todos los mocos de mi nariz dicen que fallarás. —Hecho. —Sólo que no has precisado qué me darás a mí cuando fracases. —No importa —dijo Nafai—. No fracasaré. —Pero si fracasas... serás mi sirviente personal. Las palabras de Meb fueron recibidas con sorna por muchos de los presentes. —Mocos contra servidumbre —dijo despectivamente Eiadh—. Es justo lo que esperaba de ti, Meb. —El no tiene por qué aceptar la apuesta —dijo Meb. —Fija un límite de tiempo —dijo Nafai—. Digamos un mes. —Un año. Un año en el cual harás todo lo que yo te ordene. —Esto es repugnante —intervino Volemak—. Lo prohíbo. —Tú ya has aceptado, Nafai —dijo Mebbekew—, si ahora te echas atrás, quedarás ante todos como una persona sin palabra. —Cuando arroje la carne a tus pies, Meb, tú decidirás lo que soy, y por cierto no será una persona sin palabra. Y así se convino. Aguardarían el regreso de Nafai hasta el ocaso del día siguiente. Nafai fue hasta la tienda de la cocina y cogió lo que necesitaba: galleta, melón seco, charqui. Luego se dirigió hacia el manantial para llenar su cantimplora. Con el cuchillo al costado, no necesitaría más. Luet fue a verle mientras él recogía el agua, sumergiendo la cantimplora para llenarla. —¿Dónde está Chveya? —preguntó Nafai. —Con Shuya. Quería hablar contigo. En cambio tuvimos esa... reunión. —Yo también necesitaba hablar contigo. Pero las cosas se han salido de madre, y ahora no hay tiempo. —Espero que haya tiempo para que te lleves esto —dijo Luet. En la mano tenía un rollo de cáñamo. —He oído decir que los arcos no funcionan sin cuerda —dijo Luet—. Y el Alma Suprema dijo que ésta es la mejor. —¿Se lo preguntaste? —El Alma Suprema pensó que te irías precipitadamente sin ella, y que luego lo lamentarías. —Lo habría lamentado, sí. —Nafai se guardó la cuerda en el morral, besó a Luet—. Siempre cuidas de mí. —Cuando puedo. Nafai, mientras estabas ausente, el Alma Suprema me habló. Son suma claridad. —¿Sí? —¿Vas estaba cerca de ti cuando te caíste? —Sí. —¿Tan cerca que pudo haber sido el culpable? ¿Empujándote el pie, por ejemplo? Nafai recordó ese terrible momento en la ladera rocosa, cuando su pie derecho resbaló. Había resbalado hacia dentro, hacia el pie izquierdo. Si sólo hubiera sido la falta de fricción, ¿el pie no habría patinado hacia abajo? —Sí —dijo Nafai—. El Alma Suprema trató de advertirme, pero... 109


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.